Скачать книгу

de la persona á que me refiero en la nota de la página XXI de mi prólogo, tampoco es original.[4]

      "Herrera tomó tambien directamente de la copia escurialense, unas veces á la letra, otras en extracto, ordenando á su modo los asuntos, intercalando algunos trozos del libro sexto de la Historia natural y moral de las Indias del P. Acosta, pero dejando intactos muchos de los errores característicos de aquélla, el texto de los capítulos VI á XVII del libro III, y I al VIII inclusive del IV de su Década V."

      Las dos rectificaciones que los párrafos copiados necesitan son estas:

      Primera: que me parece anduve muy ligero al indicar que la visita á que se referia la nota puesta de otra mano y con posterioridad á la fecha del MS. dirigido á don Juan de Sarmiento, era la del conde de Nieva y comisarios, porque despues la he visto en documentos de la misma especie y en otros interesantes en su mayor parte á la historia y geografía del Nuevo Mundo, que de cierto proceden de la minuciosa y fructuosísima visita que hizo al Consejo de las Indias su verdadero organizador, el ilustre estadista Juan de Ovando, durante los años de 1568 á 1571, en que pasó á presidirle. Pero no dejaré de observar, que la remision del MS. de la Segunda parte de la Crónica del Perú, de Cieza—aunque en calidad de anónimo y con otro título que el suyo propio—á don Juan de Sarmiento, coincide con una órden que este presidente del Consejo de las Indias dirigió á 29 de noviembre de 1563 al inquisidor de Sevilla licenciado Andrés Gasco, mandándole "que enviase al Consejo la Historia de Cieza que tenia de mano y otro libro de Gonzalo Fernández de Oviedo." Esta órden, incluida por Antonio de Leon Pinelo en los extractos, copias y apuntes que hizo de los libros de registro de dicho Consejo, siendo su relator, en un tomo voluminoso, que se conserva en la Biblioteca de nuestra Academia de la Historia, es otra explicacion, por lo ménos interina, del dudoso orígen del MS. del Escorial; pero da segura noticia del paradero, hasta hoy desconocido, de las obras del gran cronista del Perú, tres años despues de su muerte, en poder de una persona que acaso fué su amigo y escogiera por testamentario, fiando en su honradez y bondad públicas y notorias en Sevilla.

      Segunda y más importante: que en realidad no existen los motivos que yo creia para no publicar en esta Biblioteca la Segunda parte de la crónica de Cieza; porque despues de escrito el apéndice 6.º he llegado á saber de una manera averiguada y positiva, que obstáculos muy sérios se oponen hoy y se opondrán en muchos años á que termine su edicion el sábio presbítero señor la Rosa; y no existiendo dichos motivos, era natural que yo volviese á mi antiguo propósito, como he vuelto, resolviéndome á reparar cuanto ántes el abandono que por unas cosas y otras padece la primera historia del Perú que de tiempos anteriores á su conquista se ha compuesto, y la vergüenza de que se siga atribuyendo por escritores de nuestros dias á otro que no es su autor. Cual si la adversidad que malogró la corta y trabajada vida del buen Cieza, se obstinase en perseguirle aún en sus obras, á los tres siglos y medio de una oscura muerte.

      Por desgracia, una reparacion que satisfaga enteramente su memoria es imposible. ¿Quién le devuelve ya el renombre que mereció gozar ántes que nadie y desde 1552, de primer analista de los Incas y sus hechos? ¿El inca Garcilaso de la Vega hubiera disfrutado hasta el presente el monopolio de la autoridad en materia de antigüedades peruanas é historia de aquellos monarcas, si la Segunda parte de la Crónica de Cieza hubiera aparecido, como pudo, medio siglo ántes que Los Comentarios Reales? De seguro que no.

      Pero aún hay más; para el que se interese y se apasione—como á mí me sucede—por la persona y los asuntos de Cieza, la pronta y completa publicacion de sus obras es de suma importancia. Ningun historiador de los que yo conozco ha sufrido en su fama de hombre honrado un entredicho como el que le ha puesto el tosco narrador Pedro Pizarro en su Relacion del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú, acabada en 1571 y publicada, aunque tarde[5], ántes que los escritos que pretendia desacreditar. "Porque he entendido, dice, hay otros coronistas que tratan de ellas [las guerras civiles del Perú] aprovechándose de las personas que en ellas se han hallado, de dos cosas: de informarse cómo pasaron y de pedir interese por que les pongan en la corónica, cohechándoles á doscientos y trescientos ducados porque les pusiesen muy adelante en lo que escribian. Esto dicen hacia Cieza en una corónica que ha querido hacer de oidas, y creo yo que muy poco de vista, porque, en verdad, yo no lo conozco, con ser uno de los primeros que en el reino entraron." Y si bien este ataque viene de quien, primero que atreverse á manchar honras agenas, no le hubiera estado del todo mal lavar la suya, con todo eso, el mejor abogado de Cieza es su crónica, y hasta que se conozca y se publique, á ser posible, como yo lo he hecho con la Guerra de Quito, acompañada con documentos coetáneos que la justifiquen, la fama del primero de los historiadores del Perú no quedará completamente limpia.

      Dos palabras acerca del sistema que he seguido en la ilustracion del MS. que ve la luz en este tomo. El principal y casi exclusivo objeto de mis notas ha sido purgarle de los infinitos errores introducidos en su texto por un bárbaro copiante, sobre todo en los nombres geográficos y de personajes, particularmente indígenas, y en las frases redactadas en quíchua; pero dudo muy mucho haberlo alcanzado, así como me temo no haber suplido algunas veces lo necesario para restaurar ciertos pasajes faltos ó cuya lectura han hecho por extremo difíciles los yerros del amanuense. He dejado intactas las cuestiones de fondo. Los hechos y sucesos de los Incas y hasta sus nombres y genealogías varian notablemente en los autores que de ellos tratan, que no son pocos; una nota con pretensiones de ilustrar cualquier asunto de los que toca Cieza en su libro, hubiera equivalido á una extensa Memoria llena de largas citas y comentarios, y todas las notas juntas hubieran ciertamente sumado cuatro veces más que el texto del manuscrito.

      M. Jiménez de la Espada.

       Índice

        Capitulo III

       Cap. IV.—Que trata lo que dicen los indios deste reino que habia ántes que los Incas fuesen conocidos, y de cómo habia fortalezas por los collados, de donde salian á se dar guerra los unos á los otros

       Cap. V.—De lo que dicen estos naturales de Ticiviracocha, y de la opinion que algunos tienen que atravesó un Apóstol por esta tierra, y del templo que hay en Cáchan, y de lo que allí pasó

       Cap. VI.—De cómo remanecieron en Pacarec Tampu ciertos hombres y mujeres, y de lo que cuentan que hicieron despues que de allí salieron

       Cap. VII.—Cómo estando los dos hermanos en Tampu Quiru, vieron salir con alas de pluma al que habian con engaño metido en la cueva, el cual les dijo que fuesen á fundar la gran ciudad del Cuzco, y cómo partieron de Tampu Quiru

       Cap. VIII.—Cómo despues que Manco Capac vió que sus hermanos se habian convertido en piedras, vino á un valle donde encontró algunas gentes, y por él fué fundada y edificada la antigua y muy riquísima ciudad del Cuzco, cabeza principal que fué de todo el imperio de los Incas

       Cap. IX.—En que se da aviso al lector de la causa por quel autor, dejando de proseguir con la sucesion de los reyes, quiso contar el gobierno que tuvieron, y sus leyes, costumbres qué tales fueron

       Cap. X.—De cómo el Señor, despues de tomada la borla del reino, se casaba con su hermana la Coya, ques nombre de reina, y cómo era permitido tener muchas mujeres, salvo que, entre todas, sola la Coya era la legítima y más principal

       Cap.

Скачать книгу