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que desean conocer más sobre productos y servicios, ya sea por su facilidad de uso, por su amplio acceso y por la abundancia de información (Caro et al., 2011).

      Por lo demás, las ventajas del comercio electrónico no riñen con el comercio tradicional, de hecho la fusión o articulación de estas dos plataformas para llegar al consumidor es la clave que permitirá el avance del comercio y de la economía de cualquier país, pues como señala La República (2019), el poder de decisión de compra está puesto sobre un consumidor activo que busca estar informado, tener la posibilidad de comparar precios y la comodidad de comprar desde cualquier lugar y a cualquier hora del día.

      Para Bridges y Florsheim (2008), en el comercio electrónico el consumidor se enfrenta a un desconocimiento de la tienda y por ello cada página web representa una experiencia única que es constantemente actualizada y reconfigurada de acuerdo con el entorno dinámico de Internet; además, se estima que el crecimiento electrónico en los próximos cinco años superará el crecimiento del comercio tradicional, pues Internet no es solo una estrategia auxiliar, sino una estrategia integral (Bilgihan et al., 2016). Lo anterior ha conducido a las empresas a la necesidad de ofrecer experiencias únicas que vayan más allá de los precios bajos, y a tener en cuenta que deben competir en ambientes de diferentes formatos de canales online, como los sitios web o el comercio a través de smartphone (Chen y Tan, 2004).

      Autores como Gillenson y Sherrell (2002) se centraron en entender las razones detrás del comercio electrónico y de las maneras de uso comercial más eficaces, y evidenciaron cómo pueden influir en el comportamiento de compra del consumidor y ocasionar incluso compras no planeadas, diversos estímulos en un ambiente online, derivados de estrategias de marketing. Por su parte, Koufaris y Ajit Kambil (2001) explican que tanto en las compras tradicionales como en las online las personas suelen tener una lista previa, no obstante, muchas veces terminan realizando compras no planificadas. Esta situación se ha explicado como una reacción de impulso de compra (Koufaris y Ajit Kambil, 2001) y, a raíz del auge del canal del comercio electrónico, este tipo de compras comenzaron a ser estudiadas en este contexto, porque como prueban Eroglu et al. (2001), pese a que el ambiente del comercio electrónico se encuentra reducido a la visibilidad de una pantalla, ciertas condiciones en la compra pueden afectar el uso tanto previsto como real, así como los resultados (satisfacción, cantidad comprada y tiempo gastado en la tienda virtual) mediante la influencia en los estados emocionales y cognitivos del consumidor.

      Además, en las compras online se presenta el fenómeno de compras en grupo (en adelante OGB), que, aunque ha sido una modalidad de compra común en el comercio tradicional, Internet ha permitido que pase al contexto virtual. Este nuevo concepto del comercio minorista (aplicado sobre todo en pequeñas y medianas empresas) busca ofrecer productos o servicios a bajo costo por un tiempo limitado, con el fin de aprovechar el poder de compra de los consumidores individuales y grupales (Liu et al., 2013). Al respecto, Aristizabal (2019) manifiesta que la accesibilidad que ofrecen los precios bajos en las OGB ha permitido que las personas incursionen en el comercio electrónico, lo que ha aportado a la adopción de esta herramienta en el país. Además, se presenta como una forma de comercio electrónico que crea valor a todas las partes involucradas, a los consumidores les ayuda a conseguir productos en descuento, a los vendedores les ofrece una “piscina” de consumidores con disposición de compra, promueve las ventas a través de una plataforma que facilita vender productos/servicios fuera de temporada, inventarios en exceso, o solo comercializar la marca por un tiempo limitado, mientras que las plataformas obtienen una ganancia derivada de las operaciones (Lim, 2020).

      Por lo anterior, estas compras representan una razón importante para analizar la urgencia de comprar por impulso, debido a que el límite de tiempo en las ofertas o las pocas unidades ofertadas, posiblemente atrae a compradores impulsivos (Liu et al., 2013), dado que animar sentimientos positivos junto con la distorsión del tiempo pueden mantener la atención del consumidor y dar mayor tiempo de exposición a estímulos, que luego, a partir de un procesamiento interno, pueden conducir a un comportamiento de compra (Xiang et al., 2016). Este fenómeno es explicado también por Gupta y Gentry (2019), a partir de la escasez percibida: cuando el proveedor manipula intencionalmente la oferta haciendo creer al mercado que el producto se mantendrá solo por cierto tiempo, puede despertar la urgencia de comprar impulsivamente.

      Con base en esta contextualización, el presente estudio pretendió comprender cómo la exposición del consumidor a diversos estímulos durante una visita a un sitio de OGB, puede conducir a una sensación repentina de compra por impulso. Para esto, el estudio fue realizado bajo el marco de la teoría psicológica ambiental de Estímulo-Organismo-Respuesta (SOR), un modelo que intenta analizar cómo ciertas cualidades de una atmósfera puede influir en los estados emocionales y cognitivos del consumidor, y afectar el resultado de la compra prevista y la real (Eroglu et al., 2001). A partir del modelo SOR, el fenómeno de compras por impulso es observado como el resultado de una reacción repentina del comprador al exponerse a estímulos externos, que a menudo tiene una carga hedónica y que representa un cambio en la intención de compra de un producto o servicio en particular (Madhavaram y Laverie, 2004); además, a medida que los consumidores navegan por la tienda pueden experimentar más impulsos que aumentan la probabilidad de participar en una compra por impulso (Badgaiyan y Verma, 2015).

      Este libro se encuentra dividido en cinco partes. En el primer capítulo se presenta la introducción al tema de investigación, el planteamiento del problema, la pregunta de investigación y los objetivos. El capítulo dos incluye una amplia revisión de la literatura relacionada con los principales antecedentes del comercio electrónico, en la que se consideran variables relevantes como el comportamiento del consumidor y las OGB, así como los antecedentes de la urgencia para comprar impulsivamente, teniendo en cuenta la compra por impulso online y la teoría psicológica ambiental, SOR por sus siglas en inglés. El capítulo tres aborda la metodología empleada en el desarrollo de la investigación, e incluye aspectos como la pregunta de investigación planteada y sus respectivos objetivos de investigación, así como las hipótesis propuestas, la muestra seleccionada, las técnicas de recolección utilizadas y análisis de información, así como las pruebas realizadas para medir la fiabilidad y validez del instrumento y de las escalas de medida. El capítulo cuatro presenta los resultados obtenidos, mediante una descripción de las variables consideradas y el contraste de las hipótesis. Finalmente, el capítulo cinco presenta las conclusiones derivadas de la investigación, en las que considera posibles implicaciones, contribuciones gerenciales, limitaciones y futuras líneas de investigación.

      De acuerdo con el reporte de Passport-Euromonitor (2020a), Colombia es un país de comercio tradicional, donde los consumidores tienen amplia accesibilidad a las tiendas físicas gracias a su cercanía a los hogares, así como a una amplia variedad de retailers con ofertas de precio y productos para todos los segmentos. Sin embargo, para que la economía del país avance, es necesario que la economía digital crezca de manera significativa. Según Passport-Euromonitor (2020a), durante el 2019 las ventas totales de retailing sumaron más de $260 mil billones, de los cuales, $13 mil billones correspondieron a ventas a través del comercio electrónico, y representaron solo el 5,3% de las ventas totales de retail. Sin embargo, la tendencia de crecimiento del comercio tradicional frente al comercio electrónico se ve ralentizada, con un crecimiento de solo el 2,6% en 2019, frente a un 8,1% del comercio electrónico. Con respecto al perfil del consumidor colombiano, el 63% de la población está conectada a Internet (Monterrosa, 2018), y según el Centro Nacional de Consultoría (2018), de las funciones más utilizadas por los usuarios de Internet la compra online se ubica en la posición 4,8 (ubicación de 1 a 7).

      Por otro lado, El Tiempo (2016) presentó los resultados del estudio de la firma de investigación Nielsen, que indican que de cada 10 colombianos que utilizan el comercio electrónico, la búsqueda de información de productos, las ofertas y las promociones son las actividades más comunes pues “los colombianos son expertos cazaofertas y el mundo ‘online’ facilita

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