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las cosas. A esa totalidad viviente que se les presentaba la llamaron “los diez mil seres”.

      Según el antiguo saber, esta infinidad de seres se generaron del vacío. Este vacío original era esquematizado por medio de un círculo sin contenido. El círculo representa la perfección de la vida y la globalidad de la existencia.

      Esquema 1

      Podemos también considerar al círculo como un útero o como un óvulo no fecundado. Tanto el útero como el óvulo se hallan llenos de vida y esperan ser fecundados por un espermatozoide, sólo por uno, ya que con eso basta. Cuando éste logra ingresar se produce una transformación. Lo que se hallaba en estado latente ahora se ha fecundado. Aquello que previamente era indiferenciado ahora a comenzado a desarrollar ciertos rasgos.

      Esquema 2

      Para cada rasgo surge una oposición. Dentro del ser cada aspecto posee su contracara. Cabe decir que, en un comienzo, esta dualidades se perciben como extáticas e independientes.

      Esquema 3

      Este carácter de extaticidad y oposición es sólo aparente. Al igual que la vida, estas aparentes oposiciones comienzan a interactuar y se vuelven complementarias. Los taoístas recalcan la interdependencia de estos opuestos que ahora se revelan como complementarios.

      Los opuestos complementarios se asemejan a dos peces nadando en el agua. Se da entre ellos un equilibrio total. Allí donde Yang es menor, yin es mayor; donde yin disminuye, Yang crece. En el centro de ambos segmentos, hay un círculo pequeño: una semilla de yin dentro del ámbito Yang, el origen de Yang en el extremo de yin. Esto supone una circularidad infinita.

      Los opuestos complementarios Yin y Yang constituyen un modelo de vida. Este paradigma que comprende la totalidad vivencial es el Tao. El plano de ese proyecto se representa con la siguiente figura:

      Esquema 4

      La famosa figura del esquema 4 será también nuestro plano de construcción. Cada vez que no comprendamos algo o extraviemos nuestro pensamiento, bastará con observar el plano para que proyecto vuelva a su cauce natural.

      Como dije anteriormente, este plano representa al Tao. El ideograma chino “Tao” está formado por dos radicales: el de la cabeza o guía, y el de los pies o avance gradual. La “cabeza” denota un principio o comienzo; el radical “pies” implica la capacidad de movimiento hacia adelante. El ideograma en conjunto simboliza el movimiento inteligente hacia adelante, la acción en busca de un fin. Es importante señalar que Lao Tzu entiende inteligencia, no como razón, sino como pensamiento.

      Tao

      Se suele traducir Tao por camino o vía. Pero, como dicen los taoístas, es tránsito (movimiento, acción) más bien que camino. Es la fuerza, la actividad y el cambio cósmico, el crecimiento eterno que vuelve sobre sí para producir nuevas formas. El vocablo “camino” es empleado para expresar la liberación, la exaltación, la conquista de la paz suprema o de la felicidad definitiva.

Considerando la naturaleza del texto y el fin de nuestros comentarios, proponemos al lector un ejercicio: interpretar la palabra “Tao” como “Vida”. Este ejercicio de libertad interpretativa no sólo acerca el texto a nuestra cotidianidad sino que también lo mantiene dentro del pensar de Lao Tzu. Veremos que el giro interpretativo que proponemos nos adentrará en una dimensión mucho más comprometida y enriquecedora del texto.

      Nuestro plano presenta una figura dividida en dos partes que se entrecruzan. Tao es equilibrio entre opuestos complementarios: el Yin y el Yang. La definición más antigua de Tao, se encuentra en el libro Hi Tzu, dice:

      Yi Yin Yi Yang Tsche Wei Tao.

      (Un aspecto Yin, un aspecto Yang, eso es Tao.)

      Tao es la fuerza activa que todo lo abarca. Yin y Yang constituyen a Tao y además se constituyen mutuamente, pues están en continuo movimiento y cambio.

      El dualismo polar que encontramos en el taoísmo no debe interpretarse como una lucha sino como una complementariedad. En el Tao no hay lucha, hay relación de armonía y equilibrio. Se da un vínculo de tipo positivo.

      Es tradicional que se diga: “lo oscuro es Yin, lo luminoso Yang... lo negativo es Yin, lo positivo es Yang... lo femenino es Yin, lo masculino es Yang... la luna es Yin, el sol es Yang...”, etc. En relación a esta caracterización es importante hacer notar que Yin y Yang son principalmente aspectos polares interdependientes que aluden o representan la unidad esencial de la vida (Tao).

      Yin Yang es una polaridad dinámica complementaria y armónica: el sentido de la sombra lo hallamos en la luz existente, lo esencial de la luz es que disipa la oscuridad; de igual modo, expandirse es abandonar un estado de contracción. El significado de cualquier aspecto deviene de la relación con su opuesto complementario.

      Como todas las herramientas, estas que presento se comprenderán mucho más en el uso y en la lectura del texto.

      Contamos entonces con el plano (Tao) y las herramientas (Yin Yang) para encarar el proyecto de nuestra vida. Pero es menester también cierto poder y actividad para llevar a cabo dicho proyecto. Hace falta ser un individuo activo para interpretar el plano y utilizar eficazmente semejantes herramientas. Es menester introducir aquí otra idea: la noción de Te.

      Te

      El ideograma Te está formado por tres signos: uno que significa “ir”; otro que expresa lo “recto” y un tercero que simboliza el corazón. Se trata aquí de ir conformando el camino, la vida propia. “Te” se ha traducido habitualmente como eficacia, poder, manera de adaptarse a Tao.

      La primera parte del Tao Te Ching hablará de Tao, de la vida y de sus características. La segunda parte tratará de Te, la eficacia en el proyecto, lo que podemos conseguir poniéndonos en sintonía con Tao: una vida digna de ser vivida.

      La vida está en constante movimiento y cambio, es Tao. Para poder ponerse en sintonía con Tao el individuo debe ser activo. La actividad que requiere el taoísmo del individuo no es un hacer sino simplemente un hacer no haciendo: Wu Wei. Para el occidental esta fórmula puede parecer paradójica, Wu Wei sería por su forma una contradicción y un sin sentido. Para el oriental, wu wei es una forma de hacer, sin hacer. No es una actitud estática de quietismo y pasividad sino una acción meditada. Si se intentara alguna traducción, la mejor sería quizá “no interferencia”. A nivel humano se trata de un criterio de naturalidad, de “vivir y dejar vivir”, buscando evitar la fricción y el roce, pues la inevitable consecuencia de esto último es la pelea o el conflicto. Se trata, por otro lado, de permitir el máximo de libertad personal y de comprender los puntos de vista ajenos.

      Wu wei es, por último, un dejar ir, una superación y una cesación, ante todo, de la pasión y del deseo.

      La acción es comúnmente el resultado de la operación incesante de la mente envuelta en deseos, la mente es una verdadera batalla de problemas, que, como los deseos, son creados por el “yo”. Para el oriental nuestro “yo” es el centro y el problema que debe ser resuelto. Resolver etimológicamente significa “soltar”. Para el taoísta se debe soltar el “yo”, de esta forma, el individuo deja atrás el mundo de la razón e ingresa en el reino del pensamiento y la creatividad.

      Tao es una doctrina de lo inmediato: busca la adaptación, la respuesta instantánea y la perfecta aceptación; un acto natural y no forzado que

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