Скачать книгу

Capítulo 47

       Capítulo 48

       Capítulo 49

       Capítulo 50

       Capítulo 51

       Capítulo 52

       Capítulo 53

       Capítulo 54

       Capítulo 55

       Epílogo

       Agradecimientos

      Playlist

      Sobre la autora

      Capítulo 1

      Madre joven

      «Positivo».

      Mierda. Una no puede cometer un error, que ya tiene un bebé. Eso de que por ser la primera vez no quedarás embarazada, es mentira.

      Hace un mes, tuve mi primera vez y, aquí me tienen, con un embrión en la panza.

      Aquel día, estaba con mis amigos. Tomábamos, nos divertimos y ahí estaba él: mi mejor amigo, Nate. Ese del que estoy enamorada, pero nunca me he animado confesárselo.

      Esa noche, los dos bebimos demás. Fue un instante. Nos miramos como nunca antes lo habíamos hecho, las caricias accidentales nos quemaban y sobraban las palabras. Cuando me estaba por ir, fui a su cuarto para recoger mis cosas. Apareció él, me tomó de la cintura y me dijo al oído: «quédate».

      Me paralicé. Nate comenzó a darme besos en el cuello y yo giré: nuestras bocas quedaron juntas. Nos miramos y perdí la cordura, me dejé llevar. Nos tiramos en su cama, en esa misma en donde tantas veces nos juntamos a mirar Friends, en esa misma donde lo cuidé cuando tuvo sarampión, en esa misma donde me quedé una noche entera sin dormir porque Nate deliraba por la fiebre. En esa misma, y sin pensarlo, nos sacamos los pantalones el uno al otro y con locura. No sé en qué momento nos dormimos.

      Y así sucedió mi primera vez. Sin preservativo. Fue el mayor error de mi vida. No solo por el bebé, claro. Sino porque cuando abrí los ojos, él me estaba mirando. Esperé que me dijera «te quiero», pero él me dijo «perdón».

      Así, sin anestesia, y agregó algo aún peor: «Si pudiera, volvería el tiempo atrás y anularía esta noche».

      «Muy romántico, ¿no?», pienso en estos momentos, «¿Por qué no se lo decís al bebé que está creciendo ahora en mi panza?».

      Por suerte, mañana me iré de Londres, mi ciudad natal. Viajaré a Los Ángeles a pasar todo el verano. Estaré alejada de Nate. No se lo diré hasta que esté a 8750 kilómetros de distancia.

      Siento náuseas.

      Otra vez no, por favor: vuelvo a vomitar.

      ¡Qué hermoso día para morir!

      ***

      Me limpio la cara e intento peinar mi pelo negro azabache. Yo creo que tiene vida propia independiente de la mía, un poco de humedad y ya soy un globo aerostático.

      Bajo a devorar mi tarro de Nutella. Me duele mucho la cabeza. Por suerte, mi mamá no está en casa.

      «¡MI MAMÁ! ¿Cómo le voy a contar que estoy embarazada?».

      Decírselo ahora y arruinar su viaje sería como un suicidio. Tan solo esperaré hasta que no pueda ocultar la panza. Tengo tres, cuatro o hasta cinco meses, con suerte.

      «Entonces… ¿decido seguir con el embarazo?», pienso. La otra opción sería abortar. Podría ir sola o decirle a mi amiga Bella que me acompañe, ¡mi mamá ni se enteraría! Pero esa idea no me gusta. No sé por qué. No me parece mal abortar, sin embargo, no sé si yo quiero hacerlo.

      Me digo que tengo tiempo para pensarlo. Al menos, unas diez semanas. Si me arrepiento, puedo abortar en Estados Unidos.

      Nunca pensé que esto me estaría pasando. Siempre me creí una chica responsable.

      «Buena manera para darme cuenta de que no lo soy, ¿cierto?». Sé que podría haber tomado la pastilla del día después, pero no lo hice. Fui ingenua y pensé que no me pasaría a mí.

      —Tonta, tonta, tonta, tonta.

      ¿En qué estoy pensando? No puedo tener un hijo. ¡Solo tengo diecisiete años! Quiero terminar la preparatoria y estudiar medicina. Pero ¿quién dijo que no podía hacerlo con un bebé?

      Creo que lo mejor será que me tome un buen milkshake de chocolate y haga una lista de pros y contras.

      «Pero ¿en qué estoy pensando?».

      ¡Hablo de un bebé! No puedo hacer una lista como si me refiriera a una carrera universitaria o a las compras.

      ¡Me siento muy inútil!

      Mi madre podría ayudarme, pero se podría decir que no estamos en nuestro mejor momento. Pedirle un favor hace que se me retuerzan los órganos. ¿O son los vómitos matutinos los que me producen esto?

      De pronto, siento la cara mojada. Estoy llorando. Mucho. No puedo parar. No son lágrimas de tristeza, son lágrimas de desesperación. Toda mi vida está cambiando después de lo que sucedió esa noche… La noche que los dos prometimos olvidar.

      «Difícil con un niño o niña en el medio».

      ¿Debería decírselo a Nate? La respuesta es no. A él ni le importaría.

      Capítulo 2

      Último día feliz

      Ring, ring. El timbre. Un sonido que siempre me trajo libertad. Ahora, lo único que quiero hacer es pegarme la cabeza contra la pared y levantarme en otra dimensión.

      Mi mejor amiga, Bella, viene y me abraza por atrás.

      —Te voy a extrañar mucho, mucho, mucho estas vacaciones.

      —Bella, por favor, no me estás dejando respirar.

      Ella me suelta, su mirada es triste. Sus ojos verdes, que siempre están llenos de vida, hoy me miran con una melancolía enorme. Intento consolarla, pero como no tengo los mejores dones para la comunicación, hago las cosas peores. Mi amiga es de esas chicas que uno dice: «¿cómo puede ser tan linda?». Su cabello es rubio y llega hasta la cintura. Y siempre sonríe. Bella es bella sin maquillaje, sin nada artificial. Parece de esas que tienen una playlist entera con boybands, pero no es su caso ya que es puro rock pesado lo que ella escucha.

      —Vamos, Bella, no llores. —La abrazo—. Ni siquiera me fui y ya estás sensible. —Le doy unas palmadas en la espalda—. Tienes que ser un poco más fuerte. Si no, vas a ser una triste hormiga rubia todo el verano…

      Se despega de mí.

      —¿Triste hormiga rubia? ¿Qué significa eso?

      Cuando estoy a punto de responderle, Nate se acerca y me levanta por el aire.

      —¡Suéltame ya! —grito.

      Si no

Скачать книгу