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Es que yo pensé que se iba a sentir algo muy diferente”-, refiriéndose a algo terrorífico que ocurriría en el vuelo.

      -No pensé que se fuera a sentir así-, hablando acerca de lo agradable que fue la experiencia. Y esto me asombra mucho... Todos, los que tocaron poco los controles del avión, los que los tocaron mucho y los que nunca quisieron tocarlos; estuvieron expuestos a una experiencia que no pensaron sería tan gratificante y enriquecedora, después de “suponer” que tenían miedo a volar.

      Con esto yo descubro que estas personas, en realidad no tenían miedo a volar, sino más bien tenían miedo a lo desconocido. Pues no sabían exactamente lo que sucedería con la aeronave. Camino al aeropuerto se habían imaginado todo tipo de cosas desastrosas, producto de la mala información que las películas de Hollywood nos ofrecen. Pensaban en la posibilidad de que, repentinamente el avión perdiera sus alas. Se imaginaban que el motor se apagaría y nos precipitaríamos al suelo a toda velocidad, y al momento de impactar, el avión estallaría en llamas matando instantáneamente a todos a bordo. Sé que suena muy exagerado esto, pero es lo que ellos me dicen que piensan cuando van camino al aeropuerto. Y una vez que realizamos el vuelo se dan cuenta de que todo esto era en realidad solo miedos infundados, producto, como ya dije, del hecho de no saber qué esperar durante la experiencia.

      Y es que, esa es la realidad: “Enfrentar lo desconocido nos produce miedo”. El sólo hecho de pensar que puedes dejar de trabajar en el lugar donde estás ahora, o de hacer lo que estás haciendo para proveer lo básico para tu familia. El hecho de pensar en dejar esa mala relación en la que te encuentras; y tener que enfrentarte a no saber cómo harás para llegar a tu DESTINO, te provocará miedo, mucho miedo, lo cual añadirá más estrés a la situación. Pues el miedo te hace sentir inseguro, y esto provoca tensión emocional con los que te rodean.

      De la misma forma en que estas personas han experimentado inseguridad producto del miedo mal fundado de volar un avión. Tú también puedes ser presa de dicha inseguridad al darte cuenta que estás haciendo con tu vida algo para lo cual no fuiste diseñado. Y sentir el miedo que produce lo desconocido, eso que sabes que debes tener en tu vida, dentro de ti, pero no puedes definirlo, ni explicarlo claramente para moverte hacia ello. De hecho, cuando de una forma consciente, tienes la convicción de que hay algo más, empieza el sufrimiento, producto del no saber qué es. Y en ese mismo instante comienzas a tener conflictos con las personas que te rodean y, aunque llegas a resignarte aceptando que la forma en que vives es “la normal” o como dicen muchos “la que me tocó vivir” ... Cuando te das cuenta, sientes y crees, que ya es demasiado tarde para cambiar.

      Pero no te preocupes, más adelante te ayudaré a descubrir cuál es tu DESTINO.

      DEPRESIÓN

      La depresión (del latín depressio, que significa “opresión, encogimiento o abatimiento”) es un trastorno del estado de ánimo, el cual puede ser transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana. Esta es la definición del diccionario médico. Pero si pudiera sintetizarla, diría en pocas palabras, desde mi perspectiva al haberla sufrido mientras ignoraba cuál era mi DESTINO, que la depresión es: “La incapacidad para disfrutar”. Sí, el no conocer la razón para lo cual naciste, te provoca una falta de capacidad constante para disfrutar lo que haces. Nunca te sientes completamente feliz. Siempre hay una queja, algo negativo de lo cual hablar. Esto trae una falta de balance emocional en todas las áreas de tu vida, porque piensas que es una situación injusta todo lo que te sucede, y caerás en el fenómeno de ser “la víctima” con el firme pensamiento de que no hay nada que puedas hacer para mejorar tu vida y por ende estás destinado a sufrir el resto de ella. ¿Por qué crees que hay tantas personas que después de trabajar 8 horas o más regresan a sus casas abatidos físicamente, aunque en su trabajo no realicen ninguna actividad física extenuante? Y buscan un descanso para tomar energías para enfrentar el siguiente día y no logran obtenerlo. Encuentran actividades de “escape” como dormir muchísimo, ver por horas en la televisión programas que no aportan nada bueno, ingerir comida chatarra, sumergirse en el alcohol o el “olvido temporal” que las drogas producen. Todo esto motivado por la tristeza constante, el decaimiento, irritabilidad, sensación de malestar, impotencia, frustración de la vida, lo cual lógicamente disminuye el rendimiento en el trabajo habitual. Bastante desmotivado sentirás como que el tiempo pasa mucho más lento de lo normal, lo cual agrava el efecto del sufrimiento, impidiéndote disfrutar incluso de las cosas buenas que hay en tu vida. Te digo esto con mucha convicción porque fue exactamente lo que me sucedió durante mi juventud, hasta mis 28 años, en que descubrí cuál era mi DESTINO. Y porque sé, que como seres humanos, todos estamos expuestos a enfrentar o padecer algunos de estos efectos.

      Así que, repasemos un poco; la depresión, como una de las consecuencias negativas de no conocer tu DESTINO puede afectar tu vida social, laboral y personal. Ya que uno de los síntomas que presenta es un agotamiento el cual se verá reflejado en la falta de interés por uno mismo, y la falta de interés por ser una persona productiva en el trabajo. El caso típico del barbero que te presenté como ejemplo al principio de este libro. La depresión no sólo afectará a quien la padece sino a todos aquellos que lo rodean. Pues te convierte en una persona con muchos cambios en su forma de ser; tu personalidad se vuelve “lenta” , tu voz se hace de “tono bajo”, y se caracteriza por una constante tristeza, llanto fácil o espontáneo, disminución de la atención, ideas pesimistas y alteraciones del sueño.

      Ahora dime tú: ¿Quién con un juicio sano desearía pasar tiempo con una persona como la que te describo? Seamos francos, si ésta es tu situacion, urge que te prepares para ser feliz... no es tarde, nunca es tarde para mostrarle al mundo que puedes sonreir.

      Tu trabajar será lo que más hagas en tu vida.

      Actualmente el promedio de vida de un ser humano, bajo condiciones normales, se calcula en 79 años. Este número puede variar de país a país, debido a las diferentes condiciones de vida, genética y otros factores propios de cada ser humano. Pues como individuos, cada uno somos diferentes a los demás. Pero, con el propósito de hacerte reflexionar y demostrarte algo sumamente importante, vamos a considerar la edad de 79 años como parámetro. Si vives más de 79 saldrás ganando, pues tendrás más tiempo para disfrutar el producto de tu trabajo. Si vives menos de esta edad, entonces te habrás pasado más tiempo trabajando de lo que podrás disfrutar tu retiro.

      Si tienes menos de 18 años las leyes federales de tu país deben de regular el tipo de trabajo que puedes hacer. Aunque hay países donde las personas comienzan a trabajar de una forma legal limitada desde los 13 años. En mi caso, yo inicié trabajando precisamente a los 13 años, pero no por necesidad económica, pues mi padre siempre se encargó de ser un excelente proveedor en todas las necesidades de nuestra familia, pero mi señora madre era de la idea de que si no me la pasaba estudiando en la escuela los 365 días del año, entonces debería estar trabajando en esos días "libres". Esto como una forma de minimizar los daños que el ocio puede traer a la vida de cualquier joven. Así que, yo muy pocas veces conocí lo que era tener vacaciones cuando terminaban los periodos escolares. El último día de clases mi madre me daba la noticia: “Mañana tienes que presentarte en tal lugar a trabajar” “O son los libros, o el pico y la pala”, me decía. Obviamente mi madre jamás hizo esto para lastimarme o tomar ventaja de mí, pues todo lo que ganaba, permitía que me lo gastara en lo que yo quisiera. Así que su intención siempre fue muy buena e inteligente. Al punto que, ahora puedo decir, que el comenzar a trabajar a muy temprana edad, con las responsabilidades que esto implica, y obtener también la recompensa que esto conlleva, me preparó y me ha permitido en gran medida obtener el éxito que ahora disfruto.

      Pero tristemente hay ciertos países en los que no existen leyes que establezcan edades mínimas para comenzar a trabajar, y si existieran no habría forma de hacerlas valer. Se me rompe el corazón cuando veo niños y niñas como de la edad de 6 ó 7 años y aún mas chiquitos, vendiendo chicles en las calles de muchos lugares a donde me ha tocado viajar. No podemos imaginar el grado de necesidad por la que estos niños se ven

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