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se formaron las áreas rojas que antes eran tan frecuentes. Tras este éxito, sus conocidos empezaron a aplicar ese mismo tratamiento.

      Caso práctico 3: picaduras de mosquitos

      Un matrimonio de mediana edad con dos hijos de diez y doce años vive en Potsdam junto a uno de los numerosos lagos del río Havel, donde los habitantes sufren con frecuencia el tormento de los mosquitos. La mujer y la niña de doce años son las que más picaduras reciben, y deben soportar durante meses picores persistentes, gruesas ronchas y, en ocasiones, infecciones secundarias con hinchazón. La familia había probado distintos productos antialérgicos y de otros tipos para tratar las picaduras, pero resultaron totalmente ineficaces; algunas veces precisaron antibióticos para combatir las infecciones secundarias.

      El uso de agua oxigenada al 3 % sin diluir lo cambió todo: el picor desaparecía repentinamente tras la aplicación, y las hinchazones con infecciones secundarias dejaron de producirse. Es cierto que sufrieron el aspecto negativo del peróxido, su efecto blanqueador en los tejidos, pero el problema se solucionó rápidamente prestando atención a que la solución se secara totalmente tras la aplicación con algodón.

      Este éxito espectacular provocó rápidamente que los demás habitantes de la colonia también adoptaran este método sencillo y efectivo en su vida cotidiana.

      Caso práctico 4: picaduras de tábanos

      La solución de agua oxigenada al 3 % resulta eficaz asimismo para tratar las picaduras de otros insectos, como ilustra el siguiente ejemplo: un hombre de mediana edad tuvo varias experiencias desagradables con tábanos, cuyas picaduras son muy dolorosas y molestas, y a menudo se inflaman a causa de las bacterias. El uso de antibióticos con tratamiento interno es bastante frecuente, pero suelen actuar lentamente.

      Durante un paseo por el sotobosque, el hombre notó un intenso dolor en la pierna y, tras salir del bosque, vio cómo el enrojecimiento aumentaba y la zona se hinchaba. Ese mismo día aplicó abundante agua oxigenada de la farmacia y esperó a que se secara. Después continuó aplicando la solución varias veces al día. El picor disminuyó de inmediato, y en un plazo de tres días, con tres aplicaciones diarias, la hinchazón se redujo, el picor desapareció y la infección se curó.

      Unos años antes, con una picadura de tábano similar, le tuvieron que administrar penicilina. Los antialérgicos aplicados tópicamente no tuvieron ningún efecto en el picor ni en la hinchazón (aparentemente, estaban incluso contraindicados para la infección). Con ese tratamiento convencional necesitó una semana para notar mejoría.

      Caso práctico 5: picaduras de abejas

      Un hombre de 70 años recibió una picadura de abeja en su jardín. Notó la picadura como un breve golpe y extrajo rápidamente el aguijón. La zona se hinchó y el dolor continuó. Como había leído mi libro, poco después aplicó abundante agua oxigenada al 3 % varias veces al día. El efecto fue inmediato, y desde entonces el peróxido forma parte de su botiquín.

      Infecciones de piel por virus del herpes

      Las infecciones víricas de la piel aparecen con frecuencia como infecciones de herpes simple. Las verrugas, que trataremos en una sección posterior, también suelen estar causadas por virus. El herpes simple es el virus dominante en términos cuantitativos en las infecciones de labios: la piel se tensa, enrojece y forma pequeñas ampollas características de contenido infeccioso. El problema radica en que los virus permanecen «latentes» en el cuerpo durante toda la vida y se manifiestan a causa del estrés, aunque también por efecto de la luz solar intensa, como afecciones de la piel.

      Hay distintos métodos terapéuticos, como las pomadas antivíricas (que deben aplicarse rápidamente), que mitigan estas afecciones y acortan el proceso. Sin embargo, en el mejor de los casos, estas sustancias solo inactivan los virus, de modo que no proliferan, pero no acaban con ellos. También hay diversos remedios de la medicina popular, como secar las ampollas, por ejemplo, con pasta de dientes. Los éxitos obtenidos podrían explicarse por los peróxidos que contiene la pasta, pero si las sales añadidas secan en exceso las ampollas, la piel vuelve a abrirse y la curación se demora.

      Con los peróxidos descritos en la primera parte del libro se obtienen resultados excelentes en las infecciones de herpes, como evidencian los siguientes ejemplos.

      Caso práctico 1: perhidrato de urea en glicerina

      Una mujer de 39 años tenía ampollas en el labio superior de forma recurrente a causa del herpes simple, y a lo largo de los años había probado varios remedios caseros, además de cremas de acción virostática de la farmacia, con éxito moderado.

      No obtuvo una mejoría importante hasta que empezó a utilizar perhidrato de urea en glicerina sin agua (solución del 4 %). Esta solución causó inmediatamente un efecto agradable desde las primeras aplicaciones gracias a la glicerina. Además, se mantenía más tiempo en el labio y su efecto era más prolongado, ya que no se evaporaba. Al segundo día, el picor y la tirantez se redujeron y las ampollas disminuyeron rápidamente de tamaño; después de cinco días, la hinchazón del labio había desaparecido. La mujer continuó con la aplicación durante tres días más.

      Comentario sobre este caso: Parece claro que la glicerina sin agua contribuyó al proceso de curación al extraer por ósmosis el agua de las ampollas.

      Caso práctico 2: solución de agua oxigenada

      Una mujer de 34 años llevaba varios años con infecciones frecuentes en el labio superior. Las infecciones de herpes aparecían normalmente tras situaciones de estrés y malestar o por incidencia de luz solar demasia­do intensa, siempre en la misma zona. Los productos virostáticos, aplicados pronto, mitigaban un poco los síntomas, pero no siempre surtían efecto.

      Finalmente, decidió utilizar la sencilla solución de agua oxigenada al 3 %: la aplicaba con bastoncillos de algodón y, cuando se evaporaba, repetía el proceso. Tras cada aplicación notaba un ligero cosquilleo, pero no interrumpió el tratamiento. Aplicando el H2O2 con suficiente prontitud, podía incluso impedir el desarrollo de las ampollas, que se mantenían pequeñas o no llegaban a aparecer; después de varios días, los síntomas desaparecieron.

      Además, por la noche aplicaba una crema hidratante con un 5 % de urea que le producía un efecto calmante.

      Caso práctico 3: perhidrato de urea en isopropanol

      Un hombre de 41 años padeció también durante años un problema de herpes simple en el labio superior que aparecía regularmente ante síntomas de estrés. Los virostáticos convencionales apenas tenían efecto, pero algo más que la pasta de dientes común.

      Entonces probó el perhidrato de urea en isopropanol sin agua (solución del 4 %) y obtuvo unos resultados espectaculares. Al aparecer los primeros síntomas locales, aplicó una capa fina de solución con un bastoncillo de algodón y repitió la aplicación dos veces más el mismo día, cuando la solución se había evaporado. Cada vez notó un cosquilleo desagradable al aplicarla, seguramente causado por el solvente y por el rápido efecto del peróxido, pero se pasaba rápidamente y no le obligó a interrumpir el tratamiento.

      De este modo, logró impedir en su mayor parte el desarrollo de las ampo­llas, y los síntomas desaparecieron completamente en unos pocos días.

      Caso práctico 4: peróxido de benzoílo

      Aquí se informa por primera vez de un caso en el que un preparado comercial con peróxido de benzoílo al 10 % actuó eficazmente contra el herpes simple en el labio. En el prospecto del preparado se advertía que no debía entrar en contacto con las mucosas, por lo que el hombre, de media­na edad, utilizó un bastoncillo para aplicarlo puntualmente en la pequeña área afectada. Dejó que se secara y, al cabo de un rato, la lavó con agua. Al aplicarlo con los primeros síntomas, evitaba que las ampollas crecieran y lograba que se secaran pronto. Este tratamiento también resultó mucho más efectivo que el uso de preparados convencionales, como los virostáticos.

      Estos ejemplos demuestran que los peróxidos, en distintos preparados, pueden combatir eficazmente el herpes labial. Por otra parte, en 1890 ya se informó de que el tratamiento con peróxidos también resultaba

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