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de manifiesto no solo por el hecho de que, desde 2005, se encuentra en la «lista de medicamentos imprescindibles» de la OMS, sino porque la científica china Tu Youyou ganó en 2015 el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el descubrimiento de esta sustancia, que aisló a partir del ajenjo dulce en 1972. Este lapso de tiempo es muy corto para un premio Nobel y demuestra la relevancia del principio activo, convertido en las últimas décadas en un valioso producto contra la malaria. No obstante, aquí me gustaría abordar las preguntas recibidas en relación con sus múltiples áreas de aplicación, sobre todo con su efecto inhibidor del crecimiento en distintas células cancerosas. Como ya expuse sumariamente en mi primer libro, en este caso se trata de un peróxido que, como otras uniones de peróxido poco conocidas —por ejemplo, el HMTD puramente sintético investigado en Francia—, mediante la ingesta oral puede inhibir distintos tipos de cáncer de rápido crecimiento.

      En lo que respecta a su uso en la medicina oficial, en primer lugar debe señalarse que a los médicos no les gusta desviarse de sus líneas terapéuticas y cuestionan aplicaciones utilizadas durante años. Sin embargo, todos sabemos que, para muchos tipos de cáncer, las terapias convencionales no son óptimas; por eso continúan investigándose nuevos productos biológicos y distribuyéndose con precios muy elevados. Una situación similar se observa asimismo en la esclerosis múltiple y el reúma. Aunque la aplicación de estos productos biológicos despierta esperanzas, también se producen algunas decepciones. El enfoque terapéutico se deriva de la idea de que los distintos tipos de cáncer presentan diferencias; por ello, se intenta diferenciar a los pacientes a nivel bioquímico e influir de forma personalizada en los procesos patológicos. En cualquier caso, los procesos metabólicos en el cáncer coinciden, en última instancia, en la aparición de un crecimiento descontrolado; y, por supuesto, los denominados productos biológicos se obtienen mediante síntesis bioquímica, es decir, no son productos naturales puros.

      Muy distinto es el caso de la artemisina natural, aplicada ya en múltiples áreas y perfectamente estudiada tanto a nivel farmacológico como toxicológico. Puede entenderse que, en el marco de los tratamientos de cáncer, hasta ahora se haya aplicado normalmente como aditivo, pero hay informes impactantes sobre su uso como agente terapéutico principal, sobre todo porque no se conocen otros productos similares. Por ejemplo, se ha aplicado con éxito para tratar el melanoma negro en el ojo. Este cáncer de piel maligno da lugar a metástasis en el cuerpo de forma impredecible y muy rápida; esto debería ser motivo suficiente para aplicar siempre artemisina en la terapia.

      Pero ya se sabe lo lento que es el progreso cuando se trata de introducir innovaciones en las terapias. En el primer libro ofrecí suficientes ejemplos que ilustran los altibajos experimentados por la terapia con peróxido a lo largo de las décadas. En la época actual resulta especialmente execrable que, pese a los éxitos evidentes en los tratamientos —por ejemplo, como complemento a la radioterapia en el cáncer de piel: antes se aplicaba H2O2 directamente en el melanoma y la dosis de radiación podía reducirse, en comparación con los tratamientos convencionales—, el peróxido de hidrógeno simplemente no se aplique, aunque no pueda aparecer ningún efecto secundario agravante.

      Pero volvamos a la artemisina. Aunque muchos comerciantes la ofrecen actualmente como sustancia disponible sin receta —entre otros, proveedores de productos naturales, farmacias online o Amazon—, hay que prestar atención: la mayoría de los proveedores, sobre todo en Alemania, tienen concentrados más o menos potentes de la planta Artemisia. Se desconoce por completo cuánta Artemisina contienen realmente estos concentrados, ya que las plantas poseen distintas concentraciones del agente activo. Por tanto, conviene leer detenidamente la letra pequeña de las ofertas y fijarse en el contenido real de artemisina.

      Consejo práctico

      Si desea tomar artemisina en las dosis recomendadas de 400-1.000 miligramos al día, debe recurrir a preparados que contengan artemisina pura. Si aparece indicado, por ejemplo, que el producto lleva 200 miligramos de extracto, ¡no se sabe cuánto agente activo contiene realmente!

      Parte 2

      Éxitos curativos con agua oxigenada y sus derivados

      Aplicaciones dermatológicas

      La dermatología es el área clásica de aplicación de la solución acuosa de peróxido de hidrógeno, y en este sentido se ha utilizado con éxito desde hace más de ciento treinta años. Hoy en día, el espectro de acción se ha ampliado, gracias también al uso creciente de nuevas sustancias y mezclas. En este ámbito debe destacarse la labor de los grupos de trabajo de F. Hauschild y R. Ludewig en Leipzig hace más de sesenta años, que aplicaron con gran éxito preparados líquidos en altas concentraciones y soluciones en polvo. Empleando métodos modernos, documentaron tanto la descomposición del peróxido de hidrógeno en la piel como los efectos positivos de su aplicación.

      Picaduras de insectos

      Hacia 1890 ya se utilizó con éxito el peróxido («Hydrozone») de forma tópica con picaduras de avispas y avispones, pero también hay informes positivos sobre picaduras de otros insectos. Estos éxitos de tratamiento se basan tanto en el efecto antialérgico del peróxido, que elimina el picor y la hinchazón, como en sus potentes propiedades bactericidas y viricidas. Por ello, resulta especialmente adecuado para las picaduras de garrapatas, como muestra uno de los siguientes casos prácticos. Actúa aparentemente en todos los niveles, y probablemente participa también en la eliminación oxidativa de las toxinas de los insectos y las bacterias, por lo que esta aplicación parece óptima.

      Caso práctico 1: manchas en la piel tras un paseo por el bosque

      Un hombre de 58 años regresó de un paseo por el bosque en una agradable tarde de septiembre. Había caminado por zonas de sotobosque con hierbas altas. En ningún momento notó picor o dolor repentino. Para su sorpresa, esa misma noche vio en su antebrazo izquierdo algunos síntomas desconocidos en la piel: se habían formado dos áreas de unos cinco centímetros de largo y tres centímetros de ancho, separadas por una línea clara. El área superior estaba enrojecida, la otra parecía un cardenal (hematoma). Por lo demás, ningún síntoma adicional.

      La visita al médico en los días siguientes abrió nuevos interrogantes. Este no pudo precisar un diagnóstico claro, y supuso que se trataba solamente de una infección causada por algún insecto, pero valoró el uso de antibióticos.

      Tras varios días sin observar cambios en las marcas de la piel (sin molestias adicionales), el hombre aplicó una solución de agua oxigenada al 10 % con un algodón para combatir cualquier patógeno potencial; también por el temor a que la supuesta infección continuara extendiéndose. Enseguida vio que una aplicación por la mañana temprano era la forma ideal. Al secarse, sentía el inevitable cosquilleo, pero este desaparecía hacia el mediodía. No utilizó antibióticos.

      Al cabo de una semana, el cardenal adquirió un color amarillento y luego desapareció. El efecto en el área de piel enrojecida fue más lento. Ahí observó cómo el color se aclaraba progresivamente, y a los 14 días dejó de ser visible. Por seguridad, el hombre aplicó el peróxido durante una semana más en toda la zona y unos dos centímetros más allá. En un periodo de observación de cinco años tras el suceso, no se ha producido ningún otro cambio.

      Comentario sobre este caso: Desde un punto de vista bioquímico, la desaparición del hematoma es fácil de explicar. La mancha se forma por los productos de degradación de la sangre que contienen hierro; el oxígeno acelera la descomposición y evacúa esos productos. Los cardenales causados por golpes desaparecen también con más rapidez cuando se aplica agua oxigenada, como veremos después en otro caso.

      Caso práctico 2: picaduras de garrapatas

      Una mujer de 35 años sufría con frecuencia picaduras de garrapatas en su casa junto al bosque, a menudo tras realizar trabajos en el jardín. Varias veces apareció un área roja en torno al punto de la picadura. Afortunadamente, la aplicación temprana de antibióticos había servido para combatir la borreliosis (enfermedad de Lyme).

      Entonces, la mujer decidió tratar las picaduras directamente: tras extraer correctamente la garrapata, aplicó en la zona agua oxigenada al 3 % sin diluir, comprada en farmacia, con un algodón. Humedeció un área

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