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La idea de una universidad. John Henry Newman
Читать онлайн.Название La idea de una universidad
Год выпуска 0
isbn 9789561425644
Автор произведения John Henry Newman
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Lo anterior explica que el cimiento de la filosofía de la educación se funda en verdades del orden natural, de ahí que al abordar el tema de la educación liberal, podemos servirnos de las investigaciones y la experiencia de los no católicos. La aceptación de contribuciones de los no creyentes no descalifica el modo de proceder de la Iglesia católica y, muy por el contrario, la Iglesia nunca ha rechazado las ideas de las autoridades externas cuya sabiduría ha contribuido a la formación del juicio, sino que ha reconocido y valorado el testimonio de no creyentes y paganos como evidencia de su propia verdad.
“La Iglesia nunca ha rechazado las ideas de las autoridades externas cuya sabiduría ha contribuido a la formación del juicio, sino que ha reconocido y valorado el testimonio de no creyentes y paganos como evidencia de su propia verdad.”
La Iglesia reconoce y hace uso de la sabiduría de doctos, críticos y antiguos eruditos que no son de su comunión, formulando y poniendo por escrito las enseñanzas teológicas de sabios de todos los tiempos, desde Aristóteles hasta pensadores contemporáneos. En la plenitud de su iluminación divina, siempre ha hecho uso de toda verdad y sabiduría que ha visto en las enseñanzas de otros, de modo que sus hijos se han favorecido de sugerencias y lecciones externas, incluso cuando esas verdades no hayan sido proporcionadas por ella misma.
3-4.
Finalmente, deseo aclarar que en mi argumentación no apelo a la autoridad de las enseñanzas de la Iglesia católica, sino que consideraré la cuestión de la educación superior en base a la razón y sabiduría humana. Sobre esta premisa, fundo mi investigación en razonamientos y abstracciones, determinando lo que es verdadero y correcto.
Les recuerdo que me refiero aquí no solo a los grandes temas de la verdad inmutable, sino también a los asuntos prácticos. Pero no intento entrometerme en estas materias, puesto que sería atrevido de mi parte opinar sobre aquellas que ya han argumentado personas más importantes que yo, de quienes aún tengo tanto que aprender. Aludo más bien a cuestiones que no son simples, como la unión de la teología y las ciencias, que se ha resuelto diversamente a lo largo de la historia, dependiendo de cada caso. Así también con el antiguo debate de si la teología y las ciencias debieran enseñarse separadas. En el contexto actual, la respuesta puede variar según las circunstancias, aunque para mí esto no sería sino el mal menor.
5-6.
Con todo lo dicho, no atento contra la autoridad de la Iglesia que nos ha guiado sabiamente a lo largo de la historia. A pesar de nuestras raíces católicas, Inglaterra e Irlanda ya no son lo mismo, pero Roma permanece igual. Hoy el Santo Padre nos otorga la misión de trabajar juntos en esta tarea de educación para recuperar nuestros orígenes, la que cumpliremos celosa y entrañablemente.
DISCURSO 2
La teología como rama del conocimiento
IDEAS CLAVES
Tendencia a la exclusión de la teología del currículo – Inconsistencia lógica de omitir la teología si se enseña conocimiento universal – La existencia de Dios como verdad tanto del orden natural como del sobrenatural – La teología como la ciencia de Dios – Discusión sobre la esencia del Ser Supremo – La doctrina católica sobre la fe en Dios – Visiones erradas acerca de la concepción de Dios – Religión y sentimiento – La religión como un acto del intelecto – La teología como conocimiento propio del currículo universitario
Retomando las cuestiones que he planteado en el primer discurso, me referiré ahora a dos puntos de especial importancia: por un lado, si es que es consistente con la idea de universidad excluir la teología de las ciencias que se enseñan y, por otro, si es que estas ciencias y disciplinas, consideradas útiles, deben ser su principal prioridad en desmedro de los estudios liberales y el ejercicio mental que ellos conllevan.
1.
Como su mismo nombre indica, una universidad [Del lat. universı˘ tas, -atis ‘universalidad, totalidad’] es un lugar donde se imparte conocimiento universal, y la teología es por cierto una rama de este conocimiento tan importante como cualquier otra. ¿Cómo es posible, entonces, que una universidad que afirma enseñar todas las áreas del conocimiento, excluya la teología de las disciplinas que dicta?
El concepto mismo de universidad es incongruente con las restricciones de cualquier tipo, ya que lo más propio de ella es su universalidad y es precisamente eso lo que la distingue de otras instituciones educacionales. Si consideramos que la noción de universalidad se deriva de la invitación que hace a todo tipo de estudiantes, la exclusión de cualquiera de las áreas del conocimiento supondría también una exclusión de quienes desearan seguirlas.
¿Sería lógico, por lo tanto, que una institución se llamara a sí misma universidad si es que excluyera la teología? Si así lo hiciera, se entendería que la religión no hace ningún aporte al conocimiento real o que en esa universidad se omite una rama importante del saber; se podría concluir entonces, que en dicha institución se sabe poco o nada del Ser Supremo y, en consecuencia, no debiese llevar el nombre de universidad. Por lo tanto, los académicos que no comparten aquella creencia, debieran consentir que esta sería una gran omisión.
2.
Cuando los seres humanos se juntan con un objetivo común, tienen que sacrificar muchas de sus opiniones y ambiciones individuales, y dejar de lado las diferencias menores que haya entre ellos. Por ejemplo, si dos personas quieren vivir juntas deberán negarse a sí mismas en algunos aspectos. El acuerdo es el primer principio de la convivencia, y cualquiera que imponga sus derechos y emita opiniones sin tolerar las de su vecino, pronto tendrá todo para sí mismo, pero nadie con quien compartirlo. Por cierto, existe un límite obvio para estos acuerdos y es que las concesiones deben ser las “mínimas”, debido a que todo obstáculo que ponga en juego ese objetivo principal va en contra del principio de convivencia.
Del mismo modo, cuando un grupo de personas se unen con el objetivo de cultivar el conocimiento universal, quizá tendrán que sacrificar algunos de sus deseos, su placer, su comodidad, o incluso su reputación, su dinero o sus intereses políticos, pero no el conocimiento mismo, ya que este es su objetivo común. A pesar de ciertas renuncias en lo personal, deberán aprender a defender sus propias opiniones, lo que no quiere decir que no puedan cooperar con otras personas que defienden ideas distintas, sino que tendrán que velar para que el conocimiento como tal no se vea comprometido. Este modo de proceder debe aplicarse también al concepto de universidad.
Si una entidad dice cultivar el conocimiento universal, pero no enseña nada sobre el Ser Supremo, se puede inferir que quienes defienden tal institución piensan que nada se sabe realmente sobre Él y que tal conocimiento no es un aporte al acervo del saber general que ya existe. Por otro lado, si dicha institución, que profesa todas las ciencias, tiene un conocimiento del Ser Supremo y deja de lado su estudio por medio de la teología, tal institución no puede ser llamada universidad y, por tanto, un Ser Divino y una universidad no pueden coexistir en tales circunstancias.
3.
Para muchos, esta puede parecer una afirmación tajante, pero ella se sobrentiende en el marco en que además existen muchas otras esferas del conocimiento, como el humano, el divino, el sensible y el intelectual, entre otros. Una universidad debiera integrar todas las ramas del saber, considerando el enfoque de cada una y, al incluirlas, debiera contemplar estudiar y ordenar cada una de ellas en relación a las otras. Por lo anterior, no puedo referirme