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formas de hacer y evaluar. En parte, estas ideas surgen desde la experiencia y desde las dificultades de guiar procesos de cambio en distinto tipo de organizaciones. Tal como explicó a mediados de los ’90 Kotter (1996) –desde una perspectiva amplia de los procesos de transformación– parecen existir más certezas de por qué el cambio se paraliza que de los factores que lo movilizan con éxito.

      Por otra parte, en el contexto del ejercicio del liderazgo escolar ya desde los años 80 se ha demostrado que la capacidad de construir una visión compartida enfocada en la enseñanza y en el aprendizaje provee de una influencia potente a la hora de organizar personas y alinear recursos para la mejora educativa (Hallinger & Murphy, 1985).

       ¿QUIÉNES PARTICIPAN EN ESTA CONVERSACIÓN Y EJERCEN ESA MIRADA COMÚN?

      Es necesario precisar que el Equipo de Liderazgo Instruccional (ELI) no se propone como una unidad institucional o jerárquica, por lo que pertenecer a él no significa ejercer un cargo, sino más bien representa aceptar y compartir un desafío. Es importante que en el equipo participen el director y jefe de la Unidad Téc-nico-Pedagógica (UTP) o responsable académico del establecimiento y, por otra parte, lo integren profesores de las asignaturas involucradas en la iniciativa de mejora. En el caso del ejemplo genérico de este texto, enfatizaremos en la participación de profesores de Matemáticas y también algunos del área de ciencias que estén interesados en apoyar el logro de objetivos y el reforzamiento de los aprendizajes.

      En la figura 1 se presentan los posibles integrantes de un Equipo de Liderazgo Instruccional. En este caso se consideran las asignaturas mencionadas, y puede implementarse en otras áreas del currículum en que se implementen procesos de mejora focalizada y sostenida.

       FIGURA 1: Integrantes ELI

       ¿CON QUÉ HERRAMIENTA PODRÍAMOS HACER ESTA CONVERSACIÓN Y EN QUÉ NOS PODRÍAMOS INSPIRAR?

      En variadas oportunidades de desarrollo profesional en liderazgo escolar hemos detectado la necesidad de promover y estimular una “narrativa” común en los miembros de un equipo o proyecto de cambio focalizado. De este modo, hemos propuesto cuatro preguntas básicas a la hora de instalar y de reforzar una iniciativa de mejora, las cuales sugieren una ruta lógica que refuerza una visión compartida y permite también agregar matices a la agenda del equipo. Como procedimiento, se sugiere reflexionar en forma individual las cuatro preguntas clave que sintetizan la agenda de mejora instruccional (ver figura 2) para luego responderlas y analizarlas en equipo. De este modo, se espera construir una visión común sobre el punto de partida, el objetivo, las acciones y las formas de comprobar avances en el desarrollo de la iniciativa de mejoramiento. Se sugiere que el foco para responder dichas preguntas sea la asignatura en la que se concentra la iniciativa, o el ámbito de acción específico que se pretende intervenir (desarrollo profesional, cumplimiento de compromisos, enseñanza del inglés, etc.). Esto permitirá apuntar los esfuerzos hacia un área específica y que no se disuelva la discusión en temas del establecimiento en general en los que el equipo no está, en este caso, enfocado.

       FIGURA 2: Cuatro preguntas clave para construir una agenda ELI

      Por otra parte, es importante que el equipo comparta información clave sobre algunas variables que influyen en forma directa o indirecta en la mejora escolar. Es conveniente organizar los datos en fichas, las que permiten hacer comparaciones internas y externas y, en la medida que interese, realizar análisis de trayectorias en el tiempo. El siguiente es un ejemplo para integrar información pero, sobre todo, para asegurarse de que los distintos miembros comparten datos y evidencia relevante:

      Luego, como una forma de tener reunidos los resultados académicos, se sugiere imprimir esquemas como los siguientes, en formato ampliado, que permitan visualizar tendencias en el tiempo:

       ¿CÓMO PODEMOS EMPEZAR?, ¿CUÁL ES NUESTRA RECOMENDACIÓN PARA LA ACCIÓN?

      Luego de identificar a los integrantes del equipo ELI y aunque parezca evidente, es fundamental establecer una agenda de encuentros adecuada, cuidando tiempos comprometidos y asegurando una rutina de trabajo. Este primer esfuerzo es clave porque muchos equipos no logran perdurar en el tiempo ya que se comprometen en más de una actividad en el mismo horario. Adicionalmente, se recomienda compartir datos de contacto con el fin de crear una base de datos propia de los miembros del equipo. En casos de equipos más habituados al uso de tecnologías, es conveniente crear grupos y agendas compartidas siempre y cuando todos tengan acceso y facilidad de uso.

      Una vez constituido el equipo, y con cada miembro conectado y vinculado al proyecto conjunto, la primera tarea será anticipar las 8 siguientes prácticas que se proponen a lo largo de este manual y programar instancias para comenzar conversaciones clave y realizar ensayos y aplicaciones piloto de cada una de ellas. En conjunto, el equipo establecerá una agenda acotada en el tiempo, tal como se muestra en la tabla 5 a continuación. El objetivo es que el equipo ELI pruebe su capacidad para implementar acciones y que se anticipe a posibles obstáculos, para así evitarlos o buscarles una solución temprana. Una vez hecha la aplicación piloto se elaborará un cronograma más extenso que abarque un horizonte de año completo.

      La proposición de una agenda de aplicación temprana se justifica en una estrategia que pone a prueba la motivación y capacidad de acción del equipo. Se trata de enfatizar en “la puesta en práctica de las prácticas” de liderazgo instruccional, confiando en que mientras más temprano se ensaye y se pruebe, el equipo experimentará un sentido de eficacia colectiva y confirmará el foco de la iniciativa compartida. Como en varias de las propuestas de este texto, el equipo no sabrá de lo que es capaz de hacer hasta que lo haga.

       CASO:

      En un colegio, uno de los principales objetivos del equipo ELI era establecer compromisos que se cumplieran entre cada reunión. Algunos de estos fueron la elaboración de simples planillas de resultados de los estudiantes a nivel individual, o de realizar visitas a salas para observar el cierre de las clases, y también de adaptar estrategias de enseñanza de la lectura de primer ciclo a cursos de 7° y 8°.

      El compromiso ELI adquirido para cada mes variaba dependiendo del estado de avance que cada práctica clave había tenido. Por eso, en cada reunión se revisaban los logros, se reforzaban los equipos y se fortalecían los roles de cada miembro mediante la asignación de tareas individuales y grupales. Mientras los directivos definían metas y desafíos, el profesor de asignatura estaba encargado de reforzar y asegurar tiempos de instrucción, otro profesor se encargaba del registro de datos de cada alumno y el equipo en conjunto identificaba oportunidades de mejora.

      De esta forma, a lo largo de las reuniones se fue profundizando en cada una de las siguientes 8 prácticas clave de liderazgo instruccional: definir qué se entiende por una buena enseñanza, definir los aprendizajes clave a partir de planes y programas de asignatura, llevar a que los estudiantes se pongan sus propias metas, asegurar que todos ellos tengan experiencias de éxito, monitorear metas curriculares y de los alumnos, retroalimentar la práctica de los docentes, realizar ciclos de observación y retroalimentación acerca de las iniciativas de mejora en cada asignatura y nivel de enseñanza, y generar Comunidades Profesionales de Aprendizaje.

      EN SÍNTESIS, un Equipo de Liderazgo Instruccional (ELI) se conforma en un establecimiento educacional

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