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de tantas horas de consulta. Al final, queda evidenciado que la razón construye una serie infinita de argumentos en forma de castillos en el aire para dar un discurso coherente a lo que ya antes, de forma contundente, ha determinado la emoción. Montse, Félix, María Luisa, el argentino neurobiólogo y tantos otros personajes que desfilarán por estas páginas componen un fresco psicológico de primer orden al que Roberto les ha dado su toque especial... Les ha insuflado vida al modo del creador que sopla sobre su estatuilla de barro. Mediante ellos, sus actuaciones, complejos, manías, fobias y filias comprenderemos, mucho mejor que con cualquier tratado clásico, los puntos fuertes de una teoría validada por la experiencia y por horas y horas de consulta. Mientras leía sus páginas tenía la sensación de estar nuevamente tras la pecera. Como si de un programa de radio se tratara. Porque, no lo duden, quien ha escrito este libro es el mejor ante el micrófono, ante el paciente y, ahora también, frente a la cuartilla en blanco. Y si la emoción de la amistad y los años juntos han decidido la aseveración de esta frase, la razón de los hechos y la experiencia hacen que se sostenga firme y le den su condición de verdadera. Tras la última página, tendrán la sensación de saber mucho más de la vida y de haberse conocido a sí mismos un poco mejor. Disfruten de su lectura, no van a encontrar libro igual entre mil manuales de psicología que hubiera. Estamos en el aire.

      Javier Ruiz

      Periodista.

      Director del programa “En marcha”

      de Onda Cero Nacional

      ¿Son historias reales o realidad inventada? No es lo más importante. Son hechos. Los nombres son recursos del psicólogo clínico Roberto Aguado Romo. Casos muy diferentes, mezclados y con características propias. Conclusiones científicas correctas verificadas con otros investigadores. Un ensayo y una mezcla de emociones. Tienen en sus manos el quinto libro en solitario, el séptimo compartido, de un psicólogo inquieto, capaz de escribir en sus ratos libres, de madrugada, mientras en un momento íntimo acompaña a su padre que cerrará los ojos para abrirlos en ese otro lugar que aún no hemos sido capaces de descubrir.

      Yo he disfrutado con “La emoción decide y la razón justifica”. Lectura muy rápida, para disfrutar. Hago una interpretación como comunicador, no como psicólogo, de ahí que en la introducción de este libro no vaya a entrar en valoraciones netamente técnicas, sino centradas, sobre todo, en las huellas que nos ha dejado. Pero no nos centraremos solo en este trabajo. Del autor hay mucho que escribir, pero poco espacio para concretar. Aguado utiliza sus conceptos, meditaciones, descripciones muy exactas y conclusiones científicas, sin saltarse nombres que merecen ser citados por estar en líneas parecidas a sus propias argumentaciones.

      Hay que hablar de Roberto. Hombre muy familiar, a pesar de la mella de los kilómetros hechos cada día. Con Pilar siempre presente y empleando su poco tiempo libre en sus tres hijos, María, Ana y Javier. Cuando uno conoce a Roberto, queda cautivado, desde el principio, con sus gestos de persona segura y esa sonrisa que forma parte de su ADN. De saludo muy seguro y abrazo sincero, irrenunciable, ese que con tanto énfasis destaca en este libro.

      Hace más de 20 años realizábamos un programa de radio en directo con un objetivo: hipnotizar al presentador, que era yo. Entré en una sensación muy placentera (como saben los que han tenido esa experiencia). Y me sorprendí, porque no sentí miedo, ni angustia, viendo cómo me atravesaba la mano con una larga aguja. No sentí nada. Lo recuerdo como si hubiese sido una experiencia normal. En su primer trabajo, “Terapia de Interacción Recíproca, Hipnosis Clínica en Psicoterapia” (2002), habló con claridad de una arriesgada e innovadora técnica, a la que no todos llegaban, que, después, ampliaría con muchos más detalles en “Manual Práctico de terapia de Interacción Recíproca. Hipnosis clínica en psicoterapia” (2005). en esta etapa llegó a profundizar en actuaciones con pacientes que son intervenidos sin anestesia gracias a la aplicación de su método.

      Volviendo con nuestras experiencias radiofónicas, cada nuevo programa es “su debut”. Un rotundo “buenos días” (tardes o noches), sin complejos, que llena las ondas. Siempre con llamadas de oyentes en directo, sin reparos, cara a cara, sin complejos. Quienes lo descubrimos apostamos, desde nuestra humildad, por intentar proyectar su gran carisma, para que muchas personas tuvieran la suerte de compartirlo. En la radio se adentra en el interior del oyente. Es un maestro, modula con fuerza cuando debe subir el tono de voz, pero acaba debilitándolo cuando busca la paz. Respira entre líneas y sabe cuándo parar. Para los periodistas radiofónicos encontrar un colaborador como Roberto Aguado es muy difícil. Tiene un contenido donde pone criterio sin guión ni pauta. Conoce muy bien lo que pasa en el mundo y sabe lo que le reclama la audiencia.

      Nunca pierde el contacto personal, el cuerpo a cuerpo, pese a la falta de tiempo. Siempre hay un momento para tomar un café muy cargado instantes antes de partir para Bilbao, Madrid o Almería, de norte a sur, para impartir másteres, conferencias, sesiones de hipnosis, intervenciones en hospitales, atender a víctimas de la barbarie, plantar cara a casos complicados, estar con héroes y villanos del día a día y atender a las personas con las que nos cruzamos anónimamente por la calle con sus realidades, muy humanas, que para los demás no existen.

      Ya he dicho que Roberto es un hombre discreto; en este libro nos cuenta historias, posiblemente reales, aunque, por supuesto, oculte sus rasgos personales. Todos van ocupando las piezas de este libro, de este puzzle del que hablaremos en un instante.

      No quiero olvidarme que ha sabido sufrir y luchar mucho en los años más duros de la anorexia y la bulimia, cuyos dramas fueron tormentas donde era muy difícil encontrar el desenlace. Y también nos ha sabido colocar delante de un toro y buscar nuestras respuestas, justificarlas. En “Sos…tengo miedo a tener miedo” (2009) nos adentramos en el pánico, la angustia, la crisis, la ansiedad…, volvíamos a encontrarnos con sus experiencias de investigación. Decía, esclarecedoramente, en su página 93 que, “la muerte está muy segura, porque es así y nada lo cambiará, de modo que te mereces esa vida que te da ventaja”. Es una de las claves para el lector, a medida que vamos descubriendo lo que somos y las facultades que podemos potenciar, entenderemos nuestra vida de otra forma.

      Los libros de Roberto Aguado no son de “autoayuda”, todos muy respetables. Me quedo con sus conclusiones. Ha compartido trabajos con Javier Urra, Alejandra Vallejo-Nájera y varios reconocidos expertos de la profesión con los que han contrastado sus experiencias profesionales. “Más cerca del hogar” (2008) y “Secretos de consulta” (2009) son buena prueba de ello. Roberto Aguado está entre los más valorados, tanto por sus alumnos, como por quienes siguen sus investigaciones.

      En 2013 llegó un libro rompedor, “Es emocionante saber emocionarse”, con ese juego de palabras, que tanto le gusta, para expresar conclusiones con mucho peso. Es un gran titular donde, con cuatro palabras, lo dice todo. Aquí llegamos al autodescubrimiento, a la empatía, a la Vinculación Emocional Consciente y tuvimos la primera cita con el Miedo, la Rabia, la Culpa, el Asco, la Tristeza, la Sorpresa y también con la C.A.S.A, la Curiosidad, la Admiración, la Seguridad y la Alegría, que ahora, en este nuevo libro, tienen un papel fundamental.

      En “La emocion decide y la razón justifica” descubrimos la capacidad de un personaje, Escarabajo, para hacer felices a los demás desde su humor sincero. Nos acercamos a la complejidad de los elementos que integran nuestro cerebro, con toda su química, la dopamina que nos da el “chute” de felicidad y la serotonina que nos aporta la seguridad, la mezcla de la locura y el control.

      Para adentrarnos en las facetas que destaca el autor, nos identificamos con personas que, en algunos casos, comparten elementos coincidentes y, en otros, forman parte de contextos muy distintos. Y vemos como hay mundos que, tras permanecer separados, se acaban juntando. Tenemos al veterano Ismael, que sabe muy bien lo que quiere y hacia donde va. Logra vincularse a Félix, el abandonado que vive sin rumbo, a quien en pocos días le hace cambiar su presente y futuro. O los dos enamorados, Pedro, el que se entrega siempre y es capaz de dejarlo todo por quien quiere, y Natalia, quien debe superar un pasado que ni siquiera conoce y donde aparecerá un personaje que se introduce en su vida para cambiarla. Descubriremos también la diferencia entre el momento mágico del amor, que aparece con dulzura,

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