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1975, p. 228 [edición en español: Dialéctica negativa. La jerga de la autenticidad, trad. de Alfredo Brotons Muñoz, Madrid, Akal, 2008].

      8 Hegel, ob. cit., p. 50.

      9 Horkheimer y Adorno, ob. cit., p. 39.

      10 Ver las tesis XIII, XIV y XV dentro de las Tesis sobre el concepto de Historia de Walter Benjamin.

      11 Ver Theodor W. Adorno, Introducción a la dialéctica, trad. de Mariana Dimópulos, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2013.

      12 Adorno, Negative Dialektik, ob. cit., p. 369.

      ABREVIATURAS

      Los escritos de Adorno son citados según las ediciones de los Gesammelte Schriften (ed. de Rolf Tiedemann, con la colaboración de Gretel Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schultz, Frankfurt, 1970 y ss.)1 y los Nachgelassene Schriften (ed. del Theodor W. Adorno Archiv, Frankfurt, 1993 y ss.), tal como allí se encuentran. Corresponde mencionar las siguientes abreviaturas:

      GS 1: Philosophische Frühschriften, 3ª ed., 1996.

      GS 3: “Max Horkheimer und Theodor W. Adorno”, en Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragmente, 3ª ed., 1996.

      GS 4: Minima Moralia. Reflexionen aus dem beschädigten Leben, 2ª ed., 1996.

      GS 5: Zur Metakritik der Erkenntnistheorie/Drei Studien zu Hegel, 4ª ed., 1996.

      GS 6: Negative Dialektik/Jargon der Eigentlichkeit, 5ª ed., 1996.

      GS 7: Ästhetische Theorie, 6ª ed., 1996.

      GS 8: Soziologische Schriften I, 4ª ed., 1996.

      GS 9.2: Soziologische Schriften II, segunda mitad, 1975.

      GS 10.1: Kulturkritik und Gesellschaft I: Prismen/Ohne Leitbild, 2ª ed., 1996.

      GS 10.2: Kulturkritik und Gesellschaft II: Eingriffe/Stichworte/Anhang, 2ª ed., 1996.

      GS 11: Noten zur Literatur, 4ª ed., 1996.

      GS 13: Die musikalischen Monographien, 4ª ed., 1996.

      GS 14: Dissonanzen/Einleitung in die Musiksoziologie, 4ª ed., 1996.

      GS 16: Musikalische Schriften I-III, 2ª ed., 1990.

      GS 17: Musikalische Schriften IV: Moments musicaux / Impromptus, 1982.

      GS 18: Musikalische Schriften V, 1984.

      GS 20.1: Vermischte Schriften I, 1986.

      GS 20.2: Vermischte Schriften II, 1986.

      NaS I-1: Beethoven. Philosophie der Musik. Fragmente und Texte, ed. de Rolf Tiedemann, 2ª ed., 1994.

      NaS IV-4: Kants »Kritik der reinen Vernunft«, ed. de Rolf Tiedemann, 1995.

      NaS IV-10: Probleme der Moralphilosophie, ed. de Thomas Schröder, 2ª ed., 1997.

      NaS IV-14: Metaphysik. Begriff und Probleme, ed. de Rolf Tiedemann, 1998.

      NaS IV-16: Einleitung in die Soziologie, ed. de Christoph Gödde, 1993.

      A materiales inéditos del Archivo Theodor W. Adorno en Frankfurt se hace referencia solo a través de la signatura correspondiente en el Archivo. Las signaturas precedidas por “Ts” designan versiones mecanografiadas de trabajos concluidos; las signaturas precedidas por “Vo” remiten a transcripciones mecanografiadas de cintas magnetofónicas y a transcripciones estenográficas de lecciones de Adorno, así como a las anotaciones hechas por el autor para las clases.

      La transcripción de la cinta magnetofónica a partir de la cual fue preparada la presente edición se encuentra, bajo la signatura Vo 9735-10314, en el Archivo Theodor W. Adorno; las anotaciones manuscritas de Adorno para dichas lecciones, en el mismo lugar, bajo la signatura Vo 10315-10346.

      1 El texto y los números de página de esta edición son idénticos a los de la edición de bolsillo publicada en 1997.

      NOTA DEL EDITOR

      Así como, a finales del siglo XIX, Nietzsche dedicó a su renuncia a la historia en beneficio de la “vida” una “consideración intempestiva”, hoy, más de cien años después, puede resultar intempestivo entregar a la imprenta unas lecciones en las que, en beneficio de la supervivencia, se insiste sobre la ocupación con la historia y su filosofía. Una vez que la tentativa comunista para señalarle el camino a la historia hubo fracasado de manera ostensible, comenzaron a multiplicarse los libros para cuyos autores estaba más o menos confirmado que la historia había llegado a su fin y que los seres humanos habían arribado a una ominosa poshistoria. No es infrecuente que también Adorno sea buscado en la vecindad de ese menosprecio conservador hacia la historia; a partir de las lecciones Sobre la teoría de la historia y de la libertad, dictadas a mediados de los años sesenta, es posible inferir que, sin embargo, Adorno no puede ser encontrado allí. Estas lecciones enseñan, sin duda, como la filosofía de Adorno en su conjunto, el fracaso de algo así como el progreso enfáticamente concebido en la historia precedente y, junto con esto, también el carácter de siempre igual que posee el proceso histórico, su estado de detención, que es el del mito; pero para Adorno, de esta comprensión no se derivaba de ningún modo una apología de la detención mítica: no puede haber poshistoria allí donde aún no ha habido siquiera historia, en vista de que la prehistoria persiste.

      Ya en una ocasión, con la construcción hegeliana de la historia universal, se había anunciado un fin de la historia, aunque con acentos un poco diferentes: en la última parte de las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal de Hegel se había dicho, acerca del “mundo cristiano”, que este es “el mundo de la consumación; el principio queda cumplido, y con esto se ha llenado el fin de los días: en el cristianismo, la Idea”, es decir: la filosofía “no puede ver ya nada más por satisfacer aún”.1 El propio Hegel entendía, pues, su consideración como “una teodicea, una justificación de Dios, […] a tal punto que, percibido lo malo en el mundo, el espíritu pensante debería ser reconciliado con el mal. En realidad, en ninguna parte se da, de tal conocimiento reconciliador, una exigencia mayor que en la historia universal”.2 Pero, para el pensamiento de Adorno, esto ya no era realizable “después de Auschwitz”; así como Voltaire fue curado de la teodicea leibniziana por una catástrofe natural,3 Adorno fue curado de la hegeliana a través de las catástrofes sociales que produjo el siglo XX. No es exagerado entender el pensamiento de Adorno, que se definió a sí mismo como antisistema, como la perfecta antiteodicea. Si, a través de la teoría de Hegel, la verdad era aún unificada con la historia, la razón era declarada real y la realidad, racional, ya Marx había objetado que los degradados y humillados, la existencia y el sufrimiento de estos, significaban la negación de aquella teoría. Si la razón realizada de Hegel suena, entretanto, como una ostensible ironía, la “realización de la filosofía” propuesta por Marx no tuvo lugar; en palabras de Adorno, fue desaprovechada.4 Las catástrofes ocurridas, así como las venideras, hacen que parezca absurdo seguir aguardando y esperando; no existe ningún “conocimiento reconciliador” de la historia: “el uno y todo que hasta el día de hoy, con pausas para tomar aliento, no deja de avanzar sería teleológicamente el sufrimiento absoluto […] El espíritu del mundo, digno objeto de definición, habría que definirlo como catástrofe permanente”.5

      Para el Adorno retornado del exilio, después de lo que había ocurrido en Auschwitz y en otros lugares, no era para nada obvio que la filosofía pudiera seguir siendo practicada en adelante como si nada se hubiera modificado. En Dialéctica de la Ilustración, escrita en los años cuarenta, él y Horkheimer se habían propuesto “nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo género de

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