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la creación del sector minero-mercantil, la fundación del sector de la agricultura europea, cuya institución clave fue la hacienda, y del sistema de monopolio comercial entre España y la Nueva España.

      Luego el texto aborda la notable expansión económica que tuvo lugar entre 1570 y 1630 y los aportes de diferentes autores sobre la crisis del siglo XVII. El controvertido siglo XVIII es estudiado desde la perspectiva del comportamiento de los sectores económicos fundamentales, tomando en cuenta las políticas del Estado borbónico como promotoras o desaceleradoras del crecimiento. Finalmente, el texto refiere a la crisis del orden económico colonial y a la importancia de la guerra de Independencia en este proceso.

      Quiero agradecer a la Sociedad de Ex Alumnos de la Facultad de Economía, al Programa de Apoyo a Proyectos Institucionales de Mejoramiento de la Enseñanza de la Secretaría General de la UNAM, y al director de nuestra institución por el soporte financiero y moral que ha brindado a este programa académico.

      MARÍA EUGENIA ROMERO SOTELO

      Contribución

       de la economía mexica

       a la nueva economía colonial

      Los RASGOS PRINCIPALES de la economía colonial novohispana se conformaron durante el siglo XVI y los primeros decenios del XVII. Pilar fundamental de esta nueva economía fue la creación del sector minero-mercantil, así como la implantación del sector de la agricultura europea, cuya institución clave fue la hacienda, y del sistema de monopolio comercial entre España y la Nueva España. El establecimiento de los principales sectores productivos se dio en el marco de profundas transformaciones estructurales: la muerte de la mayor parte de la población nativa y cambios ecológicos y tecnológicos, producto de la introducción de la flora, la fauna y la tecnología europeas.

      A la llegada de los españoles México era un mosaico conformado por más de 600 grupos étnicos. Los límites de la región que los arqueólogos llaman Mesoamérica iban desde los territorios chichimecas del norte, habitados por tribus de cazadores-recolectores, hasta las espesuras de bosque tropical lluvioso del sur, donde se desarrolló la compleja civilización maya. Integraban el área un conjunto de culturas y escenarios geográficos, como la olmeca en la costa del Golfo, la mixtecozapoteca en el actual estado de Oaxaca, o la teotihuacana en el altiplano central.

      En la frontera norte de Mesoamérica, en extensas estepas y desiertos habitaban grupos nómadas —guachichiles, zacatecos y tepehuanos, entre otros— dedicados a la recolección, la caza y la pesca. En términos muy sintéticos, las bandas de recolectores y cazadores, llamados chichimecas, vivían de productos de la tierra que recogían en estado natural, sin querer orientar o acrecentar su producción o proteger sus recursos. A las raíces y frutos silvestres sumaban la carne proveniente de la caza que efectuaban, preponderantemente, con arco y flecha.

      La organización económica y social de las bandas guarda estrecha relación con el papel de la recolección, la distribución y el consumo de alimentos. No existían grupos de productores especializados que obtuvieran su sustento indirectamente a cambio de otros servicios. Tampoco bienes suntuarios que pudieran ser cambiados por alimentos en épocas de escasez. Fueron, por tanto, sociedades comunitarias en las cuales la distribución del producto estaba diseñado para asegurar la sobrevivencia de todos los miembros del grupo étnico.

      La participación de las bandas nómadas del norte en la conformación de la economía colonial fue menor que la de los pueblos sedentarios. La diferencia fundamental estriba en que ciertos rasgos elementales de su cultura, como el nomadismo y la gran belicosidad, imposibilitaron su incorporación como grupos sociales a la nueva economía. La relación de los españoles con los nómadas recolectores guarda similitudes con el caso de la América anglosajona, donde el grado de desarrollo de la estructura social y económica de los naturales hizo muy difícil su incorporación a la nueva sociedad. Los conquistadores eligieron el camino de la expulsión o el exterminio. En México, de manera similar, los pueblos nómadas presentaron resistencia y fueron en su mayoría exterminados, principalmente en las guerras del Mixtón (1540-1542) y en la guerra de los Chichimecas (1550-1560). El aporte fundamental estuvo dado por aquellos indígenas que, derrotados en la guerra, fueron convertidos a la esclavitud y obligados a trabajar como mano de obra durante la expansión minera y agrícola-ganadera del norte.

      En la conformación de la economía novohispana destacan dos fuentes principales: la economía de los grupos étnicos sedentarios del centro de México y la economía europea. Los españoles se asentaron sobre costumbres y tradiciones que procedían de complejas y antiguas dinámicas sociales. En este sentido fue fundamental, como fuente de conformación de la economía colonial, la participación de los reinos y señoríos que practicaban la agricultura sedentaria.

      De las características de los reinos que conformaban la Triple Alianza (Tenochtitlán, Tetzcoco y Tlacopan, en el centro de México) nos interesa destacar aquellas de la economía mexica —tributo, propiedad de la tierra y comercio, especialmente— cuya articulación subordinada a elementos legados por la tradición histórica europea produjo la integración asimétrica que caracterizó a la nueva estructura económica surgida en la Nueva España.

      El pago del tributo tenía un significado político importante: la aceptación del dominio de una entidad sobre otra, es decir, era la base del poderío de reyes y señores sobre el grueso de la población. Entre los mexicas estaba muy bien organizado y rigurosamente codificado. Existían censos tributarios, cobradores profesionales, contadores y almacenes públicos. Los tributos acumulados cubrían las necesidades de reyes y señores y gastos comunes de todo tipo. En reciprocidad el Estado proporcionaba al pueblo seguridad física y religiosa, así como alimentos en años de escasez o calamidad.

      En la larga duración algunos rasgos fundamentales del tributo permanecieron en la estructura económica colonial; los conquistadores españoles aprovecharon esto en su sentido obvio de contribución de los trabajadores indígenas al sostenimiento del común. En este sentido hubo una estrecha correlación entre la organización sociocultural de las sociedades indígenas y las formas de organización laboral que los colonizadores españoles trataron de imponer en la Nueva España.

      Para los campesinos del mundo mexica la posibilidad de trabajar la tierra estaba indisolublemente ligada al pago del tributo. Hernán Cortés describe muy bien esta situación en su carta de 1538 al Consejo de Indias:

      La orden general es mayormente en las comarcas de esta ciudad [de México] y casi en todo lo demás de la tierra, que en todas las tierras donde los vecinos de los pueblos tienen sus labranzas y heredades, están antiguamente repartidas entre ellos, con cargo de cierto tributo que por ellas dan al señor[...]

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