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es que el engaño generalizado no debe preocuparnos demasiado, siempre y cuando no nos pasemos de la raya y tengamos los instrumentos institucionales para compensar sus potenciales efectos negativos. Como estos instrumentos hay que pensarlos y diseñarlos bien, los responsables deben ser conscientes de que en este sueño económico en que vivimos, en esta suerte de capitalismo onírico, la mentira está bastante más diseminada de lo que nos imaginamos. No somos homo œconomicus sino homo falsus, y en honor a la verdad, esto es una bendición.

      Se suele decir que el camino hacia la verdad es espinoso, pero el camino que seguirá este libro es hacia la mentira, y es endemoniadamente placentero. El estímulo que desató nuestro interés por escribir este libro fue La Economía de la Manipulación de Akerlof y Shiller (AyS), un recorrido fantástico por los engaños de las empresas a sus clientes. De su contribución, de sus consecuencias y de sus implicancias nos encargamos en el capítulo II. El capítulo III reexamina los argumentos de AyS con mayor cuidado, tratando de entender en qué casos el mercado puede resolver la venta de humo, y en qué casos no. Allí aprovechamos para recorrer diversos sesgos cognitivos que nos hacen a todos permeables al engaño, abordando desde la neurociencia las razones para entender que, nos guste o no, estamos condenados a la irracionalidad. El capítulo IV presenta por separado uno de los fenómenos más salientes de la sensación de engaño: la publicidad. La publicidad es un fenómeno persistente y en el que se gastan una enorme cantidad de recursos. ¿Cuál es la razón de semejante inversión en un mundo de consumidores racionales, y cómo afecta nuestras decisiones? También nos vamos a referir a la autopublicidad, entendida como la imagen que uno transmite al mercado de sí mismo. El capítulo V se mete de lleno en la hipótesis central del libro: la fastidiosa idea de que, en realidad, todos somos un poquito truchos. Empresas grandes y familiares, banqueros y financistas, profesionales, políticos, trabajadores y estudiantes. Todos intentan, aunque en distinto grado y con éxito dispar, venderse por más de lo que valen. Con estas herramientas en mano, en el capítulo VI presentamos las justificaciones teóricas y conceptuales de nuestra hipótesis, y describimos el sistema económico donde la mentira es un componente más, con sus ventajas y sus desventajas. En el capítulo VII presentamos un modelo propio, un tanto fraudulento, que explica cómo la mentira también se puede matematizar con simpáticos algoritmos, repletos de letras griegas que uno siempre se olvida qué cuernos significan. El capítulo VIII recorre una vez más la relación entre la mentira y la economía, y propone razones para que los lectores, en lugar de enojarse con nosotros porque los acusamos de mentirosos, reconozcan que esto no podía ser de otra manera. El libro no tiene conclusiones. Mentira, sí las tiene. Y están al final.

      — II —

      PESCANDO TRUCHOS

      1. Los pescadores Akerlof y Shiller

      La economía de la manipulación, de Akerlof y Shiller, es un libro extraño para la idea moderna que tenemos de economía. Primero, porque lo escribieron dos economistas galardonados con el Premio Nobel. Segundo, porque sus ideas se transmiten de manera perfectamente inteligible para el lector común. Y tercero, porque sus argumentos tienen profundidad teórica y buena justificación empírica. Como Akerlof y Shiller se encuentran cómodamente entre nuestros economistas favoritos, presentamos a continuación brevemente quién es esta gente y cuáles son sus contribuciones, para luego charlar un poco sobre el libro que escribieron.

      El interdisciplinario Akerlof

      George Akerlof compartió el Nobel nada menos que con Joseph Stiglitz en 2001, por sus contribuciones a la teoría de la información asimétrica, y se hizo famoso por su modelo sobre el mercado de autos usados que detallaremos en el capítulo III. Akerlof tiene la extraordinaria virtud de inventar nuevas formas conceptuales de analizar la economía. Fue uno de los pocos economistas que se opuso explícitamente al programa de Gary Becker y su intento de conquistar con el método económico a otras disciplinas. Pero en lugar de quejarse, Akerlof hizo una propuesta superadora haciendo exactamente lo contrario: tomó conceptos de otras disciplinas sociales y las incorporó a la economía tradicional, enriqueciendo sus conclusiones.

      Por ejemplo, Akerlof desarrolló la llamada Economía de la Identidad, una idea proveniente de la sociología según la cual todos pertenecemos a algún grupo identitario (político, religioso, social, de género, o incluso a identidades imaginarias). Esto tiene consecuencias sobre las decisiones económicas, porque cuando uno se afilia con una identidad no solo es diferenciado (o discriminado) por otros, sino que además se autodiscrimina, para evitar sufrir costos individuales. Akerlof demostró que los condicionantes sociales tienen efectos económicos nada triviales.

      Otro campo de interés de este autor son los modelos en los que se aplican los conocimientos de la psicología económica (behavioral economics) a problemas importantes como el desempleo o el ahorro insuficiente. Junto con Janet Yellen, que fue Presidente de la Reserva Federal de EEUU (y además su esposa), estudiaron el impacto de las decisiones no del todo racionales de los individuos sobre la macroeconomía, en particular sobre el mercado de trabajo y sobre la política monetaria. En estas explicaciones, Akerlof enfatiza el rol primordial que tienen en los enigmas económicos las normas sociales, un concepto proveniente de la sociología que establece la relación entre lo que la gente hace y lo que debe hacer.

      El burbujeante Shiller

      Robert Shiller se ha interesado específicamente en el funcionamiento de las finanzas. Curiosamente, en 2013 la Academia lo premió con el Nobel de manera compartida con Eugene Fama. Decimos curiosamente porque Fama ha defendido históricamente la eficiencia del sistema financiero, mientras que Shiller asegura que éste es riesgoso, en especial porque las burbujas especulativas son muy peligrosas (en el capítulo V profundizamos sobre este curioso episodio). Parte de la culpa de estas burbujas tiene que ver con la escasa racionalidad individual a la hora de tomar decisiones financieras.

      Otra contrariedad de los mercados financieros que suele remarcar Shiller es la ausencia de racionalidad colectiva. Una buena razón por la cual un individuo A le compraría una acción que cotiza en bolsa a otro individuo B son sus expectativas discordantes: el individuo A piensa que la acción subirá, y B que bajará. Pero esto barre con la idea de que todos tenemos las mismas expectativas basadas en información real y bien procesada.

      En los últimos años, Robert Shiller se puso a estudiar la influencia de las narrativas relevantes para las fluctuaciones económicas, y las resumió en su último libro Narrative Economics: How Stories Go Viral and Drive Major Economic Events (Economía narrativa: cómo las historias se vuelven virales e impulsan los principales acontecimientos económicos). Señala que el cerebro humano siempre ha estado altamente sintonizado con las narrativas, ya sea objetivas o no, para justificar decisiones económicas importantes como el consumo o la inversión. Las historias motivan y conectan actividades con valores y necesidades, suelen volverse virales y generan impactos económicos de magnitud. La Gran Depresión de la década de 1930, la llamada “Gran Recesión” de 2007-9 y el particular escenario político-económico que caracteriza a la situación global previa a la aparición del COVID19, son considerados como los resultados de las narrativas que fueron populares en el pasado.

      Como hemos visto, las ideas de Shiller están conectadas con las de Akerlof: ambos le dan importancia a nuestra insuficiente racionalidad para tomar decisiones económicas, al poco satisfactorio funcionamiento de ciertos mercados (los de información asimétrica y los financieros) y a la importancia de incorporar nociones de otras disciplinas para entender mejor algunos fenómenos económicos (identidad y narrativas). Tan bien conectados están que, antes de La economía de la manipulación, escribieron juntos otro libro de gran éxito titulado Animal Spirits. Allí se reconsideran acontecimientos macroeconómicos con la ayuda de los hallazgos teóricos y empíricos de la economía del comportamiento (Behavioral Economics), un libro que en buena parte inspiró Economía al diván, el libro anterior de Pablo. Y La economía de la manipulación pasa a ser ahora la inspiración del libro que usted está leyendo. Si piensa que

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