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Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
Читать онлайн.Название Roja esfera ardiente
Год выпуска 0
isbn 9788446051428
Автор произведения Peter Linebaugh
Жанр Документальная литература
Серия Reverso
Издательство Bookwire
Feargus O’Connor comienza The Employer and the Employed con versos de «La aldea desierta» de Goldsmith: «La maldad domina la tierra, presa de males crecientes, / donde la riqueza se acumula y los hombres merman». El poema de Goldsmith se publicó en 1760, muy poco antes de la insurrección de los Chicos Blancos, campesinos irlandeses que se oponían a los cercamientos de sus bienes comunales. Como Goldsmith, Feargus creció también en el condado de Meath, aunque su familia estaba compuesta por poderosos terratenientes del condado de Cork. Goldsmith visitó Irlanda justo antes de escribir «La aldea desierta». Podemos ver el poema como resultado de la investigación concreta en vísperas de la erupción volcánica de los Chicos Blancos. Si la colonización inglesa de Irlanda incluía la «plantación», cuando el Imperio volvió a golpear, una de las formas fue la «trasplantación». «La maldad devora la tierra» cuando la «tierra» carece de nacionalidad; se trataba de Inglaterra e Irlanda. O’Connor construye un relato nacional: «En eso descansa que podamos ver la restauración de los viejos tiempos de Inglaterra, de la vieja comida inglesa, las viejas fiestas inglesas, y la vieja justicia inglesa, y que cada hombre viva con el sudor de su frente; cuando la cárcel era un terror para los malvados, y no un refugio para los pobres, cuando los duros campesinos honrados eran el orgullo del país, cuando el tejedor trabajaba con su propio telar, y desentumecía sus miembros en su propio campo, cuando las leyes reconocían el derecho del pobre a una abundancia de todo»[7].
En la visión de O’Connor, lo común incluía la propiedad de los medios de producción; la propiedad de una pequeña porción de terreno; la posesión de justicia, salud y alimentos. La visión se basaba en la abundancia, no en la escasez. Los pobres fueron expulsados. ¿Y ahora? «Hay cuartel de policía, banco, iglesia, almacén, casa de reuniones, cervecería, mesa de billar, y burdel, todos ellos en mi acre de terreno.» Aquí, no se contrasta la corrupción que sigue al cercamiento con lo común sino con «mi acre de terreno». ¿Dónde estaba lo «común»? pregunta el fabricante:
Dios nos asista, aquí, señor Smith, aquí, en lo que usted llama «Shoddy Hall». ¿No conoce lo «común»? Por Dios, yo pensé que cualquier niño de Riding conocía lo «común». A derecha e izquierda, hasta la bastilla y el cuartel, era todo comunal. Y todo paisano de Devil’s Dust tenía una vaca, o un burro o un caballo en el común, y jugaban al críquet, y hacían carreras, y peleas, y todo tipo de juegos en el verano. Ay, Dios bendiga mis viejos huesos, recuerdo cuando muchachos y zagalas se «saltaban» el trabajo por la tarde y se reunían en la plaza del mercado para correr por el común[8].
Shoddy Hall es donde vive Smith. Los cuarteles se construyeron en tiempos de Despard, como cercamientos para impedir la conexión entre la soldadesca y la población. La «bastilla» era un término coloquial referente a cualquier prisión o asilo para pobres. Despard estuvo de hecho encarcelado en la primera cárcel que portó ese nombre revolucionario. Shoddy [de pacotilla, de mala calidad] hace referencia al deterioro del nivel de vida provocado por la mecanización y por el consecuente cercamiento de las artesanías. El nombre de la aldea, Devil’s Dust, Polvo del Diablo, hace referencia al polvo provocado por el hilado mecánico, causante de la bisinosis. O’Connor está escribiendo una alegoría. Lo común está ahora señalizado: «Cuidado con los perros» o «Atención, trampas para hombres y armas con resorte» o «Cualquiera que invada esta propiedad será perseguido por la ley». El deporte o el juego se oponen ahora firmemente a los nuevos tipos de explotación; los muchachos y las zagalas se «saltaban» el trabajo para jugar en lo común, que era también un espacio de subsistencia.
Robin camina hacia la hacienda del señor Smith, Shoddy Hall: «Llevo ya una veintena años sin llegar a lo “común”». Eso situaría la escena en 1803, el año en el que murió Despard. «Ay, es más. Veamos», continúa Robin, «fue un tiempo en el que los ricos amedrentaron a los pobres hasta enloquecerlos con el “que viene” y “que vienen”». «¿Quiénes vienen?», pregunta Smith, olvidando que en 1803, concluida la Paz de Amiens, se retomó la guerra contra Bonaparte.
¡Por favor, Dios nos asista! ¿No lo sabe usted? Pues Boni y los franceses, sin duda. Bien, ese tiempo en el que los ricos asustaron a los pobres y les robaron toda la tierra. Por Dios, como si los tuvieran fascinados, y la gente esperaba que se la comieran a cada minuto, pero dejaron a los nobles y hacendados tomar la tierra, pero por Dios, no la van a devolver. Entonces todo era común, señor Smith. Común para el pobre con polvo del Diablo, para mantener una vaca; pero por Dios, Hacendado Jugador representó entonces la Carrera, y Billy Minero fue obligado a contenerse, y Hacendado era un buen tramposo, y dice la gente, que cuando el ministro le pidió el voto a Hacendado, Hacendado le pidió al ministro los «bienes comunales»; y por Dios, sin duda, el ministro obtuvo su voto, y Hacendado se hizo con lo común, y la vaca del pobre se quedó en el camino, y el pobre consiguió un hatillo. Pero por desgracia, Mr. Smith, tardaría mucho en contarle todo acerca de las peleas y las revueltas por el cercamiento de lo común. ¡Ay, pobre de mí! muchos hombres honrados fueron colgados y deportados por el viejo común[9].
No es en absoluto una explicación mítica, sino sorprendentemente precisa. No fueron la sangre y el fuego sino las argucias legislativas y los engaños de la clase dominante los que causaron la pérdida de lo común. O’Connor y Goldsmith nos dejaron resúmenes alegóricos y poéticos de los cercamientos. Es significativo que ambos fueran voces irlandesas.
La expresión «economía moral» deriva de Bronterre O’Brien, el irlandés que lideró a los cartistas ingleses:
La verdadera economía política es como la verdadera economía doméstica; no consiste exclusivamente en esclavizar y ahorrar; hay una economía moral, además de política […] Estos charlatanes harían zozobrar los afectos, a cambio de la producción y la acumulación incesantes. […] Es de hecho la economía moral la que siempre mantienen oculta. Cuando hablan de la tendencia de las grandes masas de capital, y de la división del trabajo, a aumentar la producción y abaratar las mercancías, no nos hablan del ser humano inferior que una ocupación única y fija no puede sino producir[10].
La formación de la clase obrera en Inglaterra olvidó en gran medida a los obreros irlandeses, ya fuese en Inglaterra, en Irlanda, o en el medio (buques), de modo que es notable que dos de las ideas significativas para los argumentos de Thompson –una negativamente (lo común) y la otra positivamente (la economía moral)– le llegaran de irlandeses, Feargus O’Connor y Bronterre O’Brien. El hecho es que ambos fueron importantes organizadores, periodistas y oradores de la clase obrera y el movimiento sindical en Inglaterra durante el segundo cuarto del siglo XIX. De hecho, fueron líderes del movimiento obrero revolucionario del cartismo.
Él lo denomina «economía moral». La revuelta por los alimentos estaba legitimada «por la suposición de una economía moral más antigua», que enseñaba que era injusto beneficiarse de las necesidades de la gente. «Estas acciones populares estaban legitimadas por la vieja economía moral paternalista» ¿Por qué se fijó en la «costumbre» y no en «lo común»?
Los ludistas formaron parte de la lucha contra la fuerza centrípeta del capitalismo, la tendencia de este a intensificar la explotación.