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XVIII al XIX. El término combina una nueva unidad cronológica, cuyos temidos efectos en el siglo XXI incluyen la extinción de especies, acidificación oceánica, desertización y calentamiento planetario. Sabemos por las pruebas glaciológicas que la concentración en la atmósfera de «gases de efecto invernadero», tales como el CO2 o el CH4, comenzó a producirse en 1800. Un grupo de geólogos escribió: «Sugerimos, por lo tanto, que el año 1800 d.C. podría escogerse razonablemente como comienzo del Antropoceno»[3]. Estos cambios empezaron con la Revolución industrial. En algunos aspectos, el término Antropoceno es paralelo, o incluso sinónimo, al anterior, pero mientras que revolución industrial era una expresión de un campo discursivo de progreso más amplio, el Antropoceno presagia la catástrofe.

      Dos milenios de mecánica humana habían experimentado un cambio fundamental en 1802, un año antes de la muerte de Despard, con el desarrollo del «motor de fuego», como se llamó al principio al motor de vapor. Su desarrollo en el siglo XVIII ayudó a efectuar la transición de la madera al carbón como fuente de energía. La minería del carbón, la fundición de hierro, y la producción de textiles de algodón y lana en el hilado, el cardado, el peinado, el tejido y el tinte experimentaron una transformación. La fábrica se convirtió en el espacio de producción. Colliers (como se llamaba a los buques de carga), canales, y después ferrocarriles se convirtieron en medios de transporte de granos para alimentar a la población y carbón para alimentar sus motores.

      La concatenación del carbón era la siguiente: el carbón conducía a la quema de carbón; la quema de carbón calentaba la máquina de vapor; la máquina de vapor alimentada con carbón permitía bombear el agua de las minas de carbón inundadas para obtener más carbón; la máquina de vapor alimentada con carbón impulsaba los fuelles que soplaban en las fundiciones en las que se fabricaba el hierro para los raíles, que permitían transportar carbón en mayor volumen y con más rapidez del pozo a la bocamina; la quema de carbón calentaba la máquina de vapor para bombear el agua de los canales por los que se movían las barcazas que transportaban el carbón para su venta. Todo parecía comenzar y terminar con el carbón a través de un gigantesco bucle de realimentación.

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