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deberías reconsiderar algunas de tus presuposiciones acerca de la manera en que Dios nos orienta. A veces, la rueda queda en llanta porque había un clavo en el camino. Con advertencias tan fuertes de parte de Cristo mismo acerca de la búsqueda de señales, es nuestro deber examinar cuán razonable es esperar que Dios prenda fuego un arbusto cada vez que necesitamos su dirección.

      Recuerda:

       Dios determina cuándo las señales y milagros son necesarios para que comprendamos y creamos en su voluntad.

       Aunque Dios ha utilizado señales para demostrar su bondad y poder, claramente ha comunicado su voluntad de maneras tangibles y menos sensacionalistas con el propósito de fomentar nuestra fe en él.

       Cuando ocurren intervenciones sobrenaturales, generalmente son inconfundibles y sirven al propósito de obtener la atención de alguien.

       Jesús le resta importancia a las señales y prodigios, especialmente si ocupan el lugar de la obediencia a su Palabra.

      Mito 4: Dios te dio un cerebro, y espera que hagas de él la base de todas tus decisiones

      Si el mundo moderno le ha brindado algo a la humanidad, es una opinión exagerada de su propia opinión. Lo llamamos la razón y pensamiento racional, pero si lo reduces a su elemento central encontrarás conjeturas “lógicas” o “científicas” acerca de lo que es bueno, correcto, real y significativo. Cuando amaneció la era de la razón en la humanidad, las personas cambiaron su pensamiento desde “Dios es la fuente y el centro de la experiencia humana”, a “Dios es periférico, y mis propias percepciones son lo que es real”. La mente humana, con su habilidad para razonar, inventó soluciones a algunos de nuestros problemas y descubrió respuestas a algunas de nuestras preguntas. Esto llegó a ser el centro de atención durante el periodo conocido como “el Iluminismo”.

      Aunque el pensamiento humano llevó a muchos a alejarse de la idea de que Dios existe, a otros, que seguían siendo creyentes, les dio una fuerte percepción de que si Dios tiene un plan para nuestras vidas, la manera de descubrirlo es a través de decisiones correctas y sabiduría. Concluyeron que las interposiciones milagrosas simplemente no deben ser esperadas ni creídas.

      A lo largo de la historia de la humanidad, Dios ha esperado que las personas utilicen el cerebro que él les ha dado para discernir entre el bien y el mal y lo que es mejor de lo que no es nada bueno. Del mismo modo que la providencia y las señales pueden ser métodos de orientación de Dios, nuestras mentes también pueden serlo. Pero si dependes completamente de un solo método de comunicación, reduces las opciones de comunicación al igual que el cachorro que se sentó a esperar que las ardillas cayeran del árbol. Cuando determinas que oirás solamente de cierta manera, estás predeterminando la forma en que Dios puede hablarte.

      Una de las formas de comunicación con la que puedes contar siempre de parte de Dios es a través de su Palabra. Una de las cualidades que las Escrituras le atribuyen a los habitantes de Berea es tener la iniciativa de probar las palabras de otras personas con la Palabra de Dios: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hech. 17:11).

      La “solicitud” de los bereanos era un espíritu educable que estaba hambriento de verdad y dirección. Esto se encontraba en contraste con los líderes espirituales en los días de Cristo que conocían las Escrituras de principio a fin pero dejaron de conectar su conocimiento con la persona de Cristo, que se encontraba delante de ellos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39, 40). ¿Cómo podían dejar de ver? Creo que el sabio lo plasmó muy bien cuando dijo: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12). La razón juega un papel en la comprensión de la voluntad de Dios. Pero hay momentos cuando todo el pensamiento centrado del mundo no puede facilitar el entender ni el hacer la voluntad de Dios:

       Construir un arca cuando nadie ha visto jamás ni lluvia, ni un diluvio, o siquiera algo que se asemeje en lo más mínimo a un desastre natural

       Reunir un ejército basado en el estilo de tomar agua de los soldados

       Que un muchacho adolescente se enfrente a un gigante en batalla

       Sacrificar sobre un altar al hijo a quien Dios envió para ser el padre de toda una nación

       Sumergirse siete veces en el río para acabar con la enfermedad de la lepra

       Siendo virgen, concebir un niño por el Espíritu Santo

      En algún momento, simplemente tenemos que deshacernos del libro de la sabiduría humana porque la sabiduría de Dios desorienta la sabiduría humana. Dios puede guiar a aquellos que son educables del mismo modo que dirigió a Noé, Abraham, Moisés, David y María. En todas sus historias, nunca se trató de un caso de cerebro contra la dirección misteriosa de Dios sino una cooperación entre ambos. Considera a David por un momento. Cuando leemos en 1 Samuel 17:24 que los israelitas huyeron del desafío de Goliat con “gran temor”, resulta evidente que todos ellos habían hecho los cálculos y habían llegado a la misma conclusión: pelear contra Goliat no era sabio. Algo de muy fácil deducción. Pero, a veces, todos están equivocados. Lo que parece ser sabiduría humana puede ser un forma muy incierta de sabiduría.

      En un experimento áulico, los maestros debían escribir varias palabras en el pizarrón. Luego debían señalar a una palabra y preguntar si estaba escrita correctamente, y los alumnos debían votar con sus dedos pulgares hacia arriba a favor o hacia abajo en contra. Sin embargo, antes de que iniciara la clase los maestros les habían pedido a todos los alumnos menos a uno que voten “No” a una palabra que estaba bien escrita en la última lista. En la mayoría de las aulas en las cuales se llevó a cabo este experimento los alumnos solitarios votaron con la mayoría a pesar de su intuición inicial.

      David no iba a ser influenciado de la misma manera. No estaba escuchando solamente la información desplegada en el campo de batalla. También estaba escuchando la Voz a la cual le otorgaba autoridad. David midió las palabras de Saúl, el rey, Goliat, el gigante, y todos los hombres de Israel por lo que sabía que era verdad acerca de Dios.

      Sin embargo, enfrentarse a Goliat no fue un salto irreflexivo de fe cuando consideras los encuentros que David había experimentado con leones y osos. Para algunos pudo haber parecido irreflexivo, pero imaginen cómo el Cielo habrá resonado de orgullo cuando David “corrió a la línea de batalla contra el filisteo” (1 Sam. 17:48). Al enfrentar a Goliat, David no tomó un comportamiento espiritual psicótico alocado. Más bien estaba escuchando una voz diferente: una voz que no puede ser oída con facilidad por la sabiduría convencional.

      En la vida de David y la de muchos otros a lo largo de la historia, Dios a veces convierte la sabiduría humana en una maraña de confusión y nos motiva a todos a dejar un poco de espacio para que suceda lo inimaginable. Si bien hay momentos en los cuales Dios ha llamado a los seres humanos a confiar en su Palabra más que la sabiduría

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