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para llegar hasta allí.

      Este principio se aplica a muchos aspectos de la vida. Los matrimonios fuertes no suceden por accidente. Las buenas calificaciones no encuentran su camino a un analítico a menos que estudies y hagas tu parte. No puedes llegar a ser bueno en los deportes sin entrenamiento, no importa cuán atlético seas. Ejecutar el violoncelo requiere práctica. Ahorrar dinero sucede cuando eliges privarte de algo que deseas. Los atajos y el camino fácil no existen en esta travesía. Tal como lo dijo el hombre, “no puedes llegar hasta allí desde aquí”. El camino angosto mencionado anteriormente es una caminata, una excursión a pie, un peregrinaje mano en mano con el mismo Jesús. No hay otra manera. Desear orientación sin el Guía es como buscar la sabiduría que te espera en el centro de una galleta de la fortuna. Conocer la voluntad de Dios tiene más que ver con conocer a Dios que con saber exactamente qué hacer en cada encrucijada de tu vida.

       ¿Pensando en desistir?

      No solamente la Biblia nos comunica que hay una voluntad para nuestras vidas, sino que también siento la verdad de esta idea en forma intuitiva. Creo que una de las paradojas más alocadas del mundo posmoderno es que supuestamente nuestra experiencia debería ser la fuente de autoridad para decidir qué es real y correcto. Pero hemos aprendido que confiar únicamente en nuestra experiencia puede no ser sabio. Quizá nuestra experiencia nos ha defraudado cuando se trata de creer que Dios es bueno. Oraciones no contestadas. Tragedias. Silencio. Obstáculos. Personas malas. Cáncer. Abuso. Alienación. Si solamente nuestra experiencia determinara lo que creemos que es verdad, entonces no puedo imaginar cómo algunos pueden balbucear siquiera una oración a Dios.

      Aquí nos encontramos con algo que es solamente teórico, pero me hace pensar: creo que mucha gente lucha más con preguntas acerca de quién es Dios y cómo es él que con la duda de si realmente Dios existe o no. Si Dios es tan bueno, ¿por qué ocurren tantas cosas malas? Si Dios está en el control, ¿por qué reina la maldad? Si Dios está tan cerca y es tan amante, ¿por qué siento como si hubiera un Gran Cañón entre nosotros? En momentos de desastre, los incrédulos a menudo sacuden sus puños hacia un Dios en el que no creen. Son carcomidos por el enojo hacia algo o alguien que debería haber evitado el desastre.

      A veces, el silencio de Dios puede robarle la esperanza al buscador más insistente. Una relación personal con Dios puede echarse a perder fácilmente cuando buscamos pero no encontramos. La experiencia de intimidad con Dios en su totalidad pareciera ser demasiado irreal e inalcanzable. Desafortunadamente, nos resulta normal recibir una señal ocupada cuando buscamos la dirección de Dios en nuestras vidas. Para algunos, la falta de una respuesta inmediatamente suscita un rotundo “no me importa” o “no me interesa” o “no tengo tiempo para esto”, y dejamos de lado a Dios en la ecuación de nuestras vidas porque “evidentemente” él nos ha dejado a nosotros de lado.

      A las personas les disgusta ser ignoradas más de lo que les disgusta ser odiadas. Odiar requiere un compromiso emocional hacia la otra persona. Ser indiferente administra la última cachetada en el rostro, prácticamente como diciendo: “no tienes importancia”. Supongo que algunos sienten como si no le importaran a Dios porque el Todopoderoso no les devuelve las llamadas. No hay orientación alguna. No hay dirección de su parte. Pero yo testifico que Dios no ha permanecido en silencio. Él es todo menos indiferente. Dios ha estado intentando llegar hasta nosotros con más insistencia de la que cualquiera de nosotros lo ha buscado a él. Lo más probable es que él está más interesado en nuestro futuro de lo que lo estamos nosotros. La esencia de la interacción de Dios con la humanidad es guiarnos a una relación significativa con él. Pero el mensaje puede perderse si no buscamos en los lugares correctos.

      Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios no pretende proveer fórmulas mágicas para escoger la universidad indicada ni consejos para lograr que Dios te diga con quién debes casarte. Aunque estoy siendo muy franco acerca de los principios que apuntalan este libro, también soy consciente de cuántas preguntas no contestadas tengo acerca de la forma en que Dios dirige nuestras vidas. Si hay algo de lo que estoy seguro es que soy una criatura en un viaje. De muchas maneras, este libro es una conversación. Aunque a veces parezca en parte una historia, en parte sermón, y en parte lucha personal, deseo que puedas relacionarte con las ideas de tal manera que sea beneficioso para ti. Mi oración es que esta conversación pueda quitar de en medio algunos conceptos equivocados acerca de la orientación de Dios y pueda profundizar nuestro compromiso de vivir cada día en los pasos del Salvador.

      Puedes estar seguro de una cosa: hay un Dios que se preocupa, y él está preparado para responder inmediatamente a algunas de nuestras preguntas. Hay un Dios que siente profundamente nuestra vaciedad, y anhela llenarnos de significado y propósito. Hay un Dios que asevera ser capaz de darnos perspectiva en medio de nuestra confusión y consuelo en nuestro dolor. Hay un Dios que hará el bien según sus promesas. Dios nos conoce y nos busca. En realidad, él lo ha dicho de forma muy clara: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:11-13).

      Con todo mi corazón, creo que Dios tiene una voluntad en la cual desea que vivamos. Creo que es posible conocer su voluntad para nuestra vida. Y creo que caminar confiadamente en la voluntad de Dios está al alcance de todo creyente.

      1 Robert Jeffress, Hearing the Master’s Voice: The Comfort and Confidence of Knowing God’s Will (Colorado Springs, Colo.: WaterBrook Press, 2001), 17.

      2 Ray Pritchard, The Road Best Traveled: Knowing God’s Will for Your Life (Wheaton, Ill.: Crossway Books, 1995), 18.

Parte I: La búsqueda de la voluntad de Dios

      Cuestionando los mitos

      Una vez que te salteas el primer ojal nunca logras terminar de abotonar correctamente.

      Durante mi infancia, no solía usar camisas que debían ser abotonadas porque me frustraba cuando descubría que había abotonado chueca mi camisa. Había comenzado por colocar el botón equivocado en el primer ojal. Por eso prefiero las camisetas. Pero el principio de comenzar por los pequeños ajustes es uno que deberíamos aplicar al buscar la voluntad de Dios. Haremos uno de esos “ajustes” al revisar nuestras presuposiciones acerca de la forma en que Dios revela su voluntad a las personas.

      Las presuposiciones son peligrosas. Moldean la manera en que vemos el mundo a nuestro alrededor. A veces, si nuestras presuposiciones son defectuosas, desequilibradas o desinformadas, pensamos cosas que simplemente no funcionan. E inclusive podemos llegar a defender ideas completamente irracionales.

      Piensa en el programa de televisión Cámara oculta. El propósito del programa es lograr que cualquier persona al azar haga cosas absolutamente ridículas, capturadas por una cámara oculta para nuestro deleite. El programa es divertidísimo porque los actores consiguen que los participantes hagan las cosas más ridículas pero consideran el comportamiento de tal modo que los participantes son compelidos a realizar sus acciones de una forma natural y mecánica.

      Por ejemplo, le podrían pedir a alguien que está caminando por una calle transitada que toque una bocina antigua de bicicleta (como las que usan los payasos) cada vez que alguien pasa a su lado sin mirar al participante. Sorprendentemente, el personal del programa encuentra que hay personas que están dispuestas a hacerlo. Y cada vez que un transeúnte inocente no hace contacto visual con la persona encargada de tocar la bocina el ruido molesto los asusta y obliga a hacer contacto visual, e incluso a veces los lleva a desarrollar una conversación animada. Aún más sorprendente es que cuanto más irracional el comportamiento de la víctima ingenua, más intenta defenderse. Esencialmente, lo anormal se vuelve normal simplemente por la repetición mecánica. Esto ilustra que siempre hay presuposiciones tácitas que orientan (o mal orientan)

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