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corazón también lo es para el cerebro, cuidar nuestro corazón también es crucial para proteger nuestro cerebro. Mientras que las cardiopatías y los derrames cerebrales comúnmente pueden tratarse con medicamentos y rehabilitación, llevar a cabo prácticas preventivas y procurar un estilo de vida que cuide al corazón es mucho más efectivo.

      Trastornos metabólicos

      La diabetes tipo 2 es un factor de riesgo para desarrollar alzhéimer y representa entre 6 y 8 por ciento de todos los pacientes con demencia.9 En especial, afecta a las mujeres mayores y posmenopáusicas. El síndrome metabólico (la resistencia a la insulina y la obesidad abdominal que incrementan el riesgo de diabetes y cardiopatías) también se está convirtiendo en un problema cada vez más prevalente para las mujeres posmenopáusicas. Junto con la resistencia a la insulina y la prediabetes, todas estas condiciones pueden afectar significativamente10 tanto el cuerpo como el cerebro, sobre todo al causar inflamación y acelerar la producción de radicales libres. Esto es algo grave, pues tanto la diabetes como la obesidad han alcanzado niveles epidémicos en muchos países. Hoy, casi la mitad de la población estadunidense tiene prediabetes o diabetes,11 ya sea diagnosticada o sin diagnosticar.

      Una vez más, nuestras hormonas están involucradas. En términos generales, las hormonas femeninas tienen un efecto favorable en los niveles de glucosa en la sangre, los cuales promueven la sensibilidad a la insulina. La insulina es una hormona que ayuda a eliminar la glucosa del torrente sanguíneo al transportarla hacia nuestros músculos y otras células hambrientas para que podamos mover nuestro cuerpo y darle combustible a nuestro cerebro. La resistencia a la insulina ocurre cuando la insulina se vuelve incapaz de hacer su trabajo de forma efectiva. A medida que las mujeres envejecen, el estrógeno pierde su capacidad de mantener bajos los niveles de insulina. Como resultado, la glucosa permanece en nuestra sangre por más tiempo del que debería y es absorbida en forma de grasa en el vientre. Por eso la combinación de menopausia y resistencia a la insulina puede derivar en algo que las mujeres detestan: aumento de peso. Si a eso añadimos un metabolismo más lento, muchas mujeres se vuelven propensas a desarrollar diabetes tipo 2 después de la menopausia, un problema que abordaremos a fondo más adelante.

      Otros riesgos relacionados con el corazón

      Además de las cardiopatías, la diabetes y la obesidad, otros riesgos vasculares que hay que vigilar son la hipertensión, colesterol alto y altos niveles de triglicéridos. Todas estas condiciones afectan tu cerebro al igual que tu corazón y pueden aumentar el riesgo de que una mujer sufra un infarto y también ocasionar diversos problemas en el cerebro. El lado positivo es que éstos también pueden mitigarse y comúnmente revertirse por completo mediante el cuidado médico correcto y cambios concretos en el estilo de vida.

      Lesión cerebral traumática

      La lesión cerebral traumática es una condición provocada por una conmoción (un golpe o sacudida de cabeza). Esto puede afectar el suministro de sangre y oxígeno al cerebro, y producir inflamación. La inflamación cerebral traumática, sobre todo si a ésta le sigue una pérdida de conciencia, ha sido asociada con un mayor riesgo de pérdida de memoria y demencia en el futuro.12 Pero incluso las consecuencias inmediatas de una lesión cerebral traumática “leve” pueden ser incapacitantes al provocar dolores de cabeza, migrañas, altibajos emocionales y sueño interrumpido, así como lentitud para pensar y recordar palabras, dificultad para tomar decisiones y una menor capacidad para planear y funcionar de forma efectiva. Aunque estos síntomas pueden desaparecer en cuestión de meses, en algunos casos pueden durar años.

      Durante décadas, las investigaciones sobre lesiones cerebrales traumáticas sufrieron el mismo sesgo de género presente en otros campos. Buena parte de la investigación realizada sobre las lesiones cerebrales se centraba en deportes dominados por hombres como hockey sobre hielo, boxeo, deportes de combate y futbol americano. De igual manera, casi todos los cerebros donados a los bancos cerebrales dedicados a la investigación de la lesión cerebral traumática eran masculinos, lo cual llevó a los médicos a tratar las conmociones cerebrales en hombres y mujeres de la misma forma. Un golpe a la cabeza era un golpe a la cabeza, sin importar si tenías uno o dos cromosomas X.

      Investigaciones recientes, sin embargo, están refutando esa noción. Resulta que las mujeres son más vulnerables y responden de forma distinta a las lesiones cerebrales traumáticas. Las mujeres suelen sufrir más conmociones que los hombres en deportes similares, presentan más síntomas y tardan más tiempo en recuperarse.13 Las hormonas, junto con la fisiología más delicada de los huesos del cráneo y los músculos del cuello femenino, son posibles explicaciones de por qué las mujeres viven las conmociones de manera distinta. Por ejemplo, las atletas femeninas suelen experimentar un mayor riesgo de conmoción dependiendo de la etapa del ciclo mensual en que se encuentren. El tiempo de recuperación también varía de acuerdo con los niveles hormonales.

      Aunque la mayor parte de las investigaciones sobre lesiones cerebrales traumáticas se centra en atletas, es importante reconocer que existe otro grupo de mujeres que ha estado sufriendo conmociones, aunque en su mayoría en silencio: las sobrevivientes de violencia doméstica. Los datos sobre este tema son escasos, porque todavía existe un gran estigma alrededor de la violencia doméstica y aún se reporta poco. No obstante, se estima que, tan sólo en Estados Unidos, la violencia doméstica afecta al menos a 10 millones de personas cada año, en los cuales las lesiones de cabeza y cuello son algunos de los problemas más comunes, que ahora sabemos causan más daño a las mujeres. Aunque también hay hombres víctimas de violencia doméstica, la experiencia es mucho mayor entre las mujeres.14 La diferencia más significativa entre los sexos se encuentra en el ámbito de la violencia sexual, ya que las mujeres son cinco veces más propensas que los hombres a ser atacadas sexualmente.15 Las mujeres también padecen más violencia repetida y sistemática, ataques y lesiones más graves, y son hospitalizadas con mayor frecuencia que los hombres. Claramente, esto debe cambiar. Este libro no pretende ofrecer estrategias o soluciones a la violencia doméstica, sino brindar otro tipo de recomendaciones. Me gustaría enfatizar que el apoyo a las víctimas debe ir más allá de la asesoría psicológica y legal (ambas sumamente necesarias) para incluir estrategias médicas y abordar posibles consecuencias neurológicas, sobre todo relacionadas con la inflamación.

      Inflamación

      La inflamación puede ocurrir de diversas formas. Ya sea que una bacteria o un virus dañino entre a tu cuerpo, que te raspes la rodilla o que tengas un absceso en un diente, cada uno de estos eventos le envía una señal a tu cuerpo para que ponga en marcha sus defensas. Nuestro cuerpo posee células centinela que alertan al sistema inmunitario de la presencia de invasores. Luego se liberan sustancias químicas que preparan al cuerpo para pelear, rodeando a los “intrusos” y frenando su avance. Otro grupo de guardaespaldas, llamados macrófagos, libera citoquinas, luchadores de gérmenes altamente especializados. En el cerebro existe una primera línea de defensa similar, donde versiones neurales de macrófagos, llamados microglía, patrullan constantemente. Producen inflamación para defender al tejido cerebral contra aquellas cosas que no deberían estar ahí, incluyendo virus, bacterias, células cancerígenas y placas de alzhéimer. Una vez que han cumplido su misión, el sistema inmunitario les indica que se retiren y todo vuelve a la normalidad.

      A veces, por distintas razones, la respuesta inflamatoria no logra apagarse y entonces sobreviene la inflamación crónica. A diferencia de la inflamación aguda que sigue a una infección o lesión repentina, la inflamación crónica produce un exceso de actividad continua y tenue que, de no atenderse en el largo plazo, puede contribuir al desarrollo de muchas enfermedades.

      Ahora existen pruebas consistentes de que la inflamación cerebral crónica de bajo grado está relacionada con el desarrollo de deterioro cognitivo e incluso alzhéimer. Aunque la inflamación no provoca estas condiciones, diversos estudios han indicado que podría acelerar el proceso, posiblemente al actuar como un detonante.16 Casualmente, al parecer, este proceso es peor en las mujeres.17 Las investigaciones sugieren que, debido a las diferencias hormonales, las células microgliales están conformadas de manera distinta en cada sexo, lo cual podría ocasionar una respuesta inmunológica menos eficiente en las mujeres. No debería sorprendernos entonces que 75 por ciento de los estadunidenses

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