Скачать книгу

Era el primer cumplido que recibía desde que se lo había puesto.

      Drew se había limitado a mirarla con ojos de sorpresa, pero no le había dicho ni una palabra. Y ella se había puesto tan nerviosa al verle con aquel traje negro hecho a medida, que no había podido hacer otra cosa sino dejar la taza de té caliente que se había preparado y señalar las llaves que J.R. les había dejado. Habían salido inmediatamente después.

      Bethany se volvió hacia Drew y le dio un beso en la mejilla.

      —Pero qué malo eres, Andrew. Ya me habías convencido de que eras alérgico al matrimonio.

      La mirada de Deanna se cruzó con la de él por encima de la pequeña rubia. En sus ojos no había más que sarcasmo.

      —¿Qué quieres que te diga, Bethany? —le dio una palmadita en el hombro.

      Ella se hizo a un lado para dejarle paso a Charlene, la esposa de Nick.

      Drew saludó con cariño al bebé que ésta sostenía. El niño soltó una carcajada.

      Deanna observaba la escena con curiosidad. Por alguna razón, jamás hubiera podido imaginarse que Drew tuviera buena mano con los niños, pero, viéndole en ese momento, no podía negar que todo le salía de forma natural. Él miró a Bethany.

      —¿Y dónde está tu pequeña?

      —Está con Josh. Cuando Randi se junta con Brandon y con Maribel, ya no quiere saber nada más de sus padres —Bethany se volvió hacia Deanna de nuevo—. Randi es Miranda, nuestra hija. Tiene dos años, pero se mueve tan rápido últimamente, que hemos empezado a acortarle el nombre —sonrió—. Brandon es el niño de Josh. Josh es el hijo mayor de Frannie y Maribel es la pequeña.

      Aunque Deanna se había esforzado por recordar todos los nombres que Drew le había dicho, todavía seguía perdida.

      —Frannie es una de mis primas —le aclaró él—. Josh es su hijo. Frannie y su marido, Roberto Mendoza, han ayudado a Josh a criar a Brandon.

      —Ah —Deanna asintió con la cabeza e intentó dibujar el árbol familiar mentalmente—. ¿Mendoza? ¿No es ése el…?

      —Sí. Son primos lejanos. Y ahí están el resto de primos Fortune. Los hermanos de Frannie — señaló a un grupo de hombres y a una mujer que estaban cerca de los escalones que conducían a las puertas de la iglesia—. El hombre que está apoyado en la barandilla es Ross. Es el hijo mayor de la tía Cindy. Es el detective del que te hablé, y la morena que está con él es su mujer, Julie. Se casaron hace un año. Después está Cooper, el que tiene el pelo castaño oscuro, y que no lleva sombrero. Ha trabajado en un montón de ranchos por todo el país, pero no suele pasar mucho tiempo aquí. Eso tengo entendido. Después tenemos a Flint. Lleva el sombrero negro. Tiene unas tierras al norte del estado de Nueva York. Y… no veo a Frannie por ningún lado —añadió, poniendo el brazo sobre los hombros de Deanna con sutileza—. Ella es la más pequeña, la única chica.

      —¿Me estás hablando de Frannie? Acabo de verla dentro con Lily —dijo Jeremy, yendo hacia ellos.

      Deanna ya lo había visto en la casa de J.R. y, nada más conocerle, le había tomado aprecio al educado cirujano. Era de esos hombres que no decían nada hasta estar bien seguros de qué estaban hablando. Ella siempre intentaba hacer lo mismo y normalmente le salía bien, excepto cuando estaba con Drew.

      —¿Ha llegado papá? —preguntó Jeremy. Se alisó los puños de la camisa y miró a su alrededor. Su pelo rubio resplandecía a la luz del sol.

      —No lo he visto todavía —contestó Nick.

      —A lo mejor ha entrado en razón —dijo Drew.

      —Pensaba que ya te habías rendido —dijo Darr, mirando a su hermano y a Deanna—. Papá está enamorado de Lily, y ella también lo está de él. A lo mejor si pasarás más de dos días al año aquí, lo verías por ti mismo.

      Bethany le puso una mano sobre el brazo, en un intento por apaciguarlo.

      —Papá viene en coche desde el hotel —dijo Nick, sin perder la calma—. Seguramente haya entrado en la iglesia por la parte de atrás. J.R. ya está allí. Hay una habitación en la que el novio puede esperar para no ver a la novia antes de tiempo. Lo ponen en cuarentena —añadió en un tono de broma.

      Charlene le dio un manotazo.

      —Cuarentena —le dijo, sonriendo—. Me encanta que William y Lily hayan escogido el día de Año Nuevo para celebrar la boda. Creo que es la forma perfecta de empezar una vida juntos. Y además hace un día fabuloso. ¿Qué más podrían pedir? —cambió de postura a Matthew, pero Nick levantó al pequeño y lo apoyó sobre su hombro.

      —Cualquier día es perfecto para una boda —dijo, bromeando.

      Deanna tuvo que reprimir un pequeño suspiro de envidia. Aquel hombre adoraba a su esposa. Era fácil de ver. Y verlos abrazar a ese bebé, con tanto cariño, resultaba casi doloroso.

      —Hace un día espléndido —dijo—. Hace más calor de lo que esperaba.

      Pensaba que tendría frío con el chal que había llevado, pero el sol brillaba con fuerza y la brisa era muy suave. Ni siquiera le levantaba los volantes de la falda del vestido.

      —Bueno, bueno, primo —una voz profunda los hizo volverse de repente.

      Era Cooper Fortune. Iba directo hacia ellos con una sonrisa en aquel rostro curtido por el sol y el viento.

      —Ross acaba de contarme la buena noticia. Supongo que al final hay que probar de nuevo, ¿no? —tomó la mano de Deanna y la besó en el dorso—. ¿Está segura de que sabe dónde se mete con este tipo, señorita?

      Deanna sintió un cosquilleo y miró a Drew rápidamente. Todavía tenía muy presentes todos sus comentarios ácidos sobre el matrimonio y aún le costaba creer que hubiera estado casado alguna vez.

      —No la pongas en contra de mí —dijo Drew, sonriéndole a su primo e ignorando la mirada interrogante de Deanna—. Maldita sea, Coop. Cada día estás más feo.

      —Y más viejo —reconoció Cooper.

      Él también tenía esos ojos marrones de la familia Fortune.

      —Cariño, ¿por qué no vamos a ver al novio?

      Bethany miró a Drew.

      —Ya es hora de empezar, ¿no?

      —En realidad… —Charlene miró su reloj de pulsera—. Creo que es un poco tarde —miró a su alrededor, hacia los invitados que se agolpaban en la entrada—. De verdad que no conozco a casi nadie. Hay muchísima gente —se colgó del brazo de Nick—. A lo mejor deberíamos entrar. Así la gente se animará y entrará detrás.

      Pensando que Charlene estaba en lo cierto, Deanna dio un paso adelante, al igual que los demás, pero Drew la hizo detenerse agarrándola de la mano. La joven se estremeció de pies a cabeza.

      —No hay prisa.

      Era él quien no la tenía, pero Deanna no quiso decírselo en alto porque los otros todavía estaban demasiado cerca.

      En cuanto todos estuvieron lo bastante lejos, le lanzó una mirada fulminante.

      —¿Al final hay que probar de nuevo? —dijo, repitiendo las palabras de Cooper—. Has estado casado antes, ¿no? ¿Cuándo?

      —¿Acaso importa?

      —Eh… sí —le dijo, deseando provocarle—. Si tuviera a un antiguo marido por ahí, ¿no crees que sería un poco raro que no te lo hubiera mencionado, sobre todo ahora? —levantó una mano y se tocó el anillo de diamantes con el dedo pulgar—. ¿Cómo se llamaba? ¿Qué pasó?

      Él hizo una mueca.

      —Paula. Fue justo después de la universidad. Y duró tres meses.

      Aunque ya lo hubiera oído en

Скачать книгу