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Secta. Stefan Malmström
Читать онлайн.Название Secta
Год выпуска 0
isbn 9788412272536
Автор произведения Stefan Malmström
Жанр Языкознание
Серия Off Versátil
Издательство Bookwire
Affe jugaba en la liga juvenil de fútbol con Piddle y le habían encargado que captara su interés. Esa era la estrategia: conseguir que gente popular, inteligente y famosa de la ciudad sintiera curiosidad por el movimiento; luego otros los seguirían. La idea había salido del Centro de Famosos de Hollywood, dirigido con éxito por un grupo de cienciólogos durante más de diez años. Habían conseguido reclutar al actor favorito de Jenny, John Travolta, la primera estrella internacional en convertirse a la cienciología. Jenny casi se cayó de la silla cuando Stefan se lo contó. ¡John Travolta! Y el año anterior, Tom Cruise también se había unido al movimiento. Eso era importante, porque si ellos formaban parte de la cienciología, es que algo genial debía de tener.
Aquella noche estaban tomando té en el piso de Peter, situado en la calle Vallgatan. Los había invitado para celebrar que había alcanzado el estado TO III de la cienciología, thetán operante nivel tres. Eso significaba que estaba tres niveles por encima del primer nivel de oyente, llamado Claridad, y que por lo tanto ahora podría abandonar su cuerpo y actuar en el mundo material solo con la fuerza de su mente. A Jenny eso la inquietaba un poco. ¿Y si de pronto Peter aparecía en su casa cuando ella estaba a punto de ducharse o se dedicaba a sobrevolar su cama en mitad de la noche?
Había candelabros con velas encendidas en el suelo, una gran cabeza de Buda tallada en madera de nogal los miraba desde el escritorio, una impresionante lámpara de araña colgaba como un débil sol encima de una mesita de centro de estilo art déco, redonda y con las patas curvas. El salón parecía una tienda de antigüedades, un museo de la galantería de otros tiempos y de la burguesía sueca que había invadido la provincia de Blekinge a finales del siglo xvii.
En la mesita de centro había té de grosella negra y bocadillos, mermelada de moras de Robinson y el aperitivo favorito de Peter: quesitos de La vaca que ríe. En los altavoces sonaba Like a prayer, de Madonna. Diez personas estaban sentadas en el pequeño salón, algunas en el suelo y el resto repartidas entre el sofá de piel marrón y los sillones. Jenny y Stefan ya se sentían parte del grupo. Tras la primera noche en Ronneby, habían quedado varias veces con ellos para tomar café. En esas veladas, Jenny había aprendido mucho sobre la cienciología. Peter, y Mikael, Fredrik y Maria, que también eran agradables, inteligentes y sofisticados, le habían abierto un mundo completamente nuevo.
Aquella era la primera vez que alguien osaba contradecir a Peter, cuestionar lo que decía, y el salón enmudeció tras el reto de Piddle. Stefan bajó el volumen de la música. A Jenny le interesaba mucho saber cómo saldría parado Peter de todo aquello, aunque no creía que Piddle tuviera ninguna oportunidad. Todo el mundo estaba pendiente de Peter, que miró a Piddle con atención y sonrió.
—¿Por qué debería hacerlo? No necesito demostrarte nada. Esta habilidad no debe usarse para jugar, sino para cosas más importantes.
Piddle miró a su alrededor, a la docena de chicos y chicas que se habían congregado allí. Levantó las manos.
—Pero aquí hay unas cuantas personas, creo, que puede que duden de que tú, tu alma o como quieras llamarlo pueda abandonar tu cuerpo. Quizás duden incluso de la existencia del alma. Esta es tu oportunidad para convencernos. Venga, Peter, ve y compruébalo. Luego yo llamaré a mi madre y veremos si tienes razón.
Peter se echó para atrás y se acomodó en el sofá de piel marrón, se acercó la taza a la boca y le dio un sorbo a su té antes de contestar.
—Así que no crees que tengamos alma. ¿Piensas que simplemente somos trozos de carne que satisfacen sus necesidades primarias durante unos cuantos años y luego nos entierran y nos convertimos en polvo?
Dejó la taza en la mesa y muchos sonrieron. Jenny ya había oído esos argumentos antes. Le gustaban.
Piddle no se rindió.
—No cambies de tema, Peter. Ve ahora para que podamos comprobarlo. Si aciertas la ropa que lleva mi madre, te prometo que me inscribiré en la iglesia y empezaré a trabajar mañana mismo —dijo Piddle mientras levantaba la mano como si estuviera haciendo un juramento.
Los seguidores devotos de la cienciología firmaban un contrato mediante el que se comprometían a trabajar para la iglesia las tardes y los fines de semana durante dos años y medio. A cambio, tenían acceso a determinadas terapias y cursos gratis.
—No te esfuerces. —Peter levantó un poco la voz—. No voy a hacerlo. No jugamos con estas cosas, ya te lo he dicho.
Jenny empezó a dudar. Aquello era un poco extraño. En realidad, Peter tenía una oportunidad perfecta para hacer callar a Piddle de una vez por todas y convencer a quienes todavía mostraban reticencias. ¿Por qué no lo hacía? Peter estaba a punto de terminar aquel debate en una posición subordinada muy poco natural: Jenny nunca lo había visto perder una discusión. Y seguro que ella no era la única que estaba pensando eso. La duda se coló en su interior. ¿Era posible que en realidad Peter no pudiera abandonar su cuerpo?
—Supongo que comprendes que eso no suena especialmente creíble —continuó Piddle—. Aseguras que has alcanzado un determinado estado, ¿cómo lo has llamado?
—TO. Thetán operante. El tercer nivel.
—Exacto. Eso significa que puedes abandonar tu cuerpo, lo que te permite hacer ciertas cosas. ¿O solamente puedes mirar? ¿Puedes o no hacer otras cosas?
—Recuperas habilidades que te permiten impactar en lo que llamamos MEST[1] sin depender de tu cuerpo. Recuperarlas es el término correcto, ya que son habilidades que teníamos en el pasado. Incluso los materialistas como tú, Piddle. —Peter miró alrededor y sonrió. La sonrisa le fue devuelta.
Piddle rio por lo bajo.
—¡Qué inteligente era Hubbard! ¿Qué chaval de diez años no ha soñado con ser invisible para dedicarse a hacerles trastadas a los demás? Hubbard robó ideas del budismo y del hinduismo para crear su propia pócima, y luego la formuló de manera que pareciera científica.