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a la fortaleza, la lucha y el logro de nuevas formas de vida.

      El tercer aspecto, fuera de cualquier intensión mesiánica, buscar reconocer las razones por las cuales la familia, en algunas historias, es un espacio en donde se crea la tragedia y en algún momento es uno de los espacios interactivos potenciales para llegar a cambios favorables para el desarrollo de cada integrante en particular. Es decir, un campo relacional de conflictos y, a su vez, un campo para deconstruir, co-construir o mantener contextos interaccionales más democráticos, liberadores y colaboradores. Esto se relaciona con las estrategias personales y socioculturales internas y externa a las familias, que emergen ante una situación de crisis sociofamiliar. En este sentido, lo que se destaca en este libro es la respuesta a la pregunta por cómo emergen lenguajes más creativos y propositivos, desde las narraciones y en medio de los lenguajes del problema. Estos lenguajes que mueven la historia a partir de un drama sociofamiliar hasta llegar al reconocimiento tanto de las familias como de las redes de apoyo para la creación de nuevos aprendizajes, cambios y formas de alcanzar una salida.

      El cuarto aspecto que se trata en este libro es el concepto de ‘superación de crisis’. La idea no es definir o interpretar mediante este concepto la crisis como aquello que ha sido olvidado, que ha culminado en momentos felices o que en el presente adquiere un tono rosa. La superación va más allá. Involucra el concepto de resignificación del evento y de la experiencia vivida, tal como puede verse capítulo tras capítulo. En cada narración que acompaña las reflexiones e interpretaciones escritas en este libro, las huellas del recuerdo regresan, aunque tengan otro matiz y nuevas perspectivas. Cualquiera que hubiera sido la huella, hubo delicadeza en el manejo de cada entrevista y del registro de la información, lo cual fue una cualidad de la investigación previa. Por ende, en esta obra está el compromiso de respetar el valor de cada persona al narrar detalles que por momentos estuvieron en el silencio o en la conversación con quien ha sido posible tener una confianza relacional, aquello que juega entre el silencio y la complicidad a voces. Es decir, se habla en medio de una historia que no quiere ser recordada porque duele y se teme abrir heridas, que para muchos ya han sanado.

      Sobre estos cuatro aspectos, cada hablante aportó lineamientos de los cuales fue posible derivar un capítulo del cual haré alusión más adelante.

      En este marco de ideas introductorias es importante resaltar aspectos sobre la entrevista, los testimonios, las narraciones y su escucha. Como persona, investigadora y terapeuta, uno se enfrenta a traducir las historias familiares y a organizar reflexiones sobre lo construido en cada narración. En este proceso es necesario reconocer el lugar, el tiempo, las imágenes, las palabras y las emociones que las personas trasladan al presente cuando inician la historia sobre lo que les significó “una situación de crisis”. Si bien el punto de partida está en las voces creadas en el momento de la entrevista, hay que reconocer que el preámbulo siempre fue la trama sobre la situación de crisis elegida por uno o varios integrantes de familia. En este proceso debí respetar, en calidad de investigadora, escritora y lectora, las razones por las cuales los narradores han reconocido que su situación fue “superada de manera satisfactoria”. Aquí no prima la crítica del lector, porque esta última frase entre comillas es la epistemología de una persona que percibe y traduce su propia vida cotidiana, no la vida del que se mira como científico.

      Para quien lee, vale repetir dos cosas; la primera de ellas es que las situaciones de crisis que se presentan han tenido un fuerte impacto en la vida de los integrantes de las familias, tanto si se ven como protagonistas o como personajes periféricos en distintos momentos de la trama. A su paso por cada escena, las personas expresaron diversas experiencias emocionales, cognitivas o biológicas que tuvieron alto impacto relacional, especialmente en sus familias de origen. Como lo plantea Arfuch (2013), en este ejercicio cada “testimonio da cuenta de una memoria traumática, compartida, en la historia de vida que se ofrece al investigador como rasgo emblemático de lo social” (p. 20). La segunda cosa sobre la que debe poner atención el lector es sobre la mirada desde donde se cruza el dolor de lo vivido, el reto de una lucha por lograr transformar la crisis en oportunidad para seguir adelante y aprender otras formas de vida. Esta es una mirada ocupada por la nostalgia que tiene su reflejo testimonial en los recuerdos sobre las pérdidas humanas, materiales o simbólicas que fueron parte de una identidad co-construida o que fueron el inicio interrumpido de otros proyectos de vida que tomaron otro rumbo y enrutaron otros proyectos.

      Por otra parte, en la presentación de estos resultados de investigación también se recuerda y se traduce la percepción que las personas entrevistadas tuvieron sobre las y los profesionales con quienes compartieron su historia narrada desde la interpretación de una experiencia que atañe a sí mismos y desde la interacción con las otras personas. Unas veces, los narradores (mujeres y hombres) percibieron que hubo desconocimiento de una historia dolorosa porque, al momento de compartirla, no encontraron el nivel de contención esperado por el doliente. En otras palabras, no vieron en el profesional la posibilidad de alcanzar mayor tranquilidad y paz para sí mismos. Desde esta mirada, aparecen los lineamientos y las recomendaciones para profesionales que trabajan situaciones de crisis familiares y personales, con el fin de que sus interacciones e intervenciones psicosociales y terapéuticas con las personas y familias afectadas por el conflicto giren en torno al reconocimiento y la comprensión de las historias dolorosas. Estas historias que llegan al ámbito de la intervención, contadas por quienes vivieron el conflicto, esperan hallar con el profesional un espacio y un contexto dialógico, relacional, democrático y colaborativo en el que se construya socialmente nuevas voces en nuevos contextos.

      La investigación cuyos resultados aquí se presentan es una manera de hacer visibles los códigos sociolingüísticos y las prácticas dialógicas que crearon las personas y sus familias durante la experiencia y el afrontamiento de una situación de crisis. Los códigos y las prácticas son el soporte epistemológico y conceptual del estudio en el marco de las perspectivas sistémica, construccionista social que, como se señala en este libro, han recibido influencias de la filosofía del lenguaje. No obstante, más que ver en la información registrada la aplicación de estos conceptos y una divagación conceptual detalladas de ellos, el papel protagónico está en la historia contenida en las narraciones. Es decir, los códigos y las prácticas son preámbulos y son fortalecidos por todo lo que fue posible observar a partir de los textos donde quedaron registradas las experiencias familiares, las interpretaciones de los integrantes de familia y la interpretación de la investigadora.

      Por todo lo anterior, esta experiencia investigativa constituye un aporte relevante a este campo temático sobre los códigos sociolingüísticos y prácticas dialógicas que viene desarrollándose, especialmente, desde una postura psicológica y social, más allá del contexto psicoterapéutico clínico, aunque no por ello se considera que ambas perspectivas sean excluyentes. Por el contrario, esta investigación propone otro camino para encontrar desde las familias nuevos aportes a este campo de conocimiento y para motivar la continuidad de investigaciones que abran nuevos debates y otras confrontaciones académicas que aporten a la comprensión y que propicien un trabajo diferente las familias.

      La pregunta ¿cómo entender la relación entre las prácticas dialógicas y los códigos sociolingüísticos? se ubica en tres contextos del conocimiento. En primer lugar, se sitúa en la revisión teórica de lo que se propone con cada concepto para ver los puntos epistemológicos, teóricos y metodológicos que los conectan; en segundo lugar, se encuentra en el contexto de los antecedentes investigativos centrados en explicar la construcción de códigos sociolingüísticos por parte de terapeutas y familias en la construcción del cambio, y, en tercer lugar, se enmarca en la realización y participación del Diplomado Internacional sobre prácticas dialógicas, realizado entre los años 2012 y 2013, cuyo objetivo fue enriquecer los debates y las reflexiones sobre la comprensión de las prácticas dialógicas como una apuesta pragmática, enriquecedora y propositiva de las relaciones humanas. Los dos últimos contextos de conocimiento están incluidos en los planteamientos a la segunda pregunta de investigación ¿cómo se llegó a esta relación?

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