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alguna enfermedad para la que el cachorro no posea aún defensas. Siempre, al llegar a casa, es importante limpiarle bien las patas con espuma sin detergente y sin alcohol, pero que sea antibacteriana, para evitar que el cachorro se lama y se pueda contagiar de algo. Ten en cuenta que nosotros, al salir a la calle, traemos muchos virus en los zapatos y no nos esterilizamos al entrar, con lo que el cachorro estaría igualmente expuesto. Aun así, toda precaución es poca.

      Los cachorros suelen comer heces propias y de otros animales. Esta costumbre se suele corregir con el tiempo, pero es peligrosa a edades tempranas en las que podría ser contagiado de parasitosis y muchas otras enfermedades.

      Una vez inmunizado con la segunda dosis de vacuna (con aproximadamente nueve semanas de edad), es importante que, si lo sacamos, lo hagamos en un área limpia donde haya otros perros sanos, vacunados y desparasitados, o bien puedes pedir la colaboración de algunos amigos o conocidos que tengan perro propio para que éste interactúe con tu cachorro en un ambiente limpio y controlado.

      En cualquier caso, también puedes sacarlo en brazos, sobre tus piernas si vas en silla, o pedir la colaboración de alguien que lo sujete por ti, para que se acostumbre al ruido de la calle, del tráfico, de la gente, de los niños gritando en los parques…, en definitiva, a todos los estímulos que experimentará a lo largo de su vida.

      Sobre la socialización con niños debemos actuar de forma temprana. Es muy importante acostumbrar al cachorro a los niños.

      Desde el punto de vista del perro, los niños transgreden todas las reglas caninas por la impulsividad de movimientos, de gritos, de manipulación, ya que utilizan un lenguaje demasiado directo que el perro a veces puede interpretar como una provocación o una amenaza.

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      El niño puede abrazar al perro, y el perro puede interpretar este gesto como dominancia por parte del niño. Invade su área crítica, mira directamente a los ojos (otra señal que el perro puede tomar como amenaza), grita, gesticula, no tiene cuidado y a veces lo toca en sitios en los que el perro no se siente cómodo…. se cae, lo pisa sin querer, tropieza con él… Realmente es un milagro, si tenemos todo esto en cuenta, que los perros “soporten la presencia de los niños”, pero para ello, el perro desde cachorro debe estar habituado a los niños para que no represente ninguna amenaza.

      El perro no identifica a los niños como miembros de la especie humana porque no huelen como los adultos. No huelen a testosterona ni a progesterona; por lo tanto, difícilmente puede identificarlos como cachorros humanos.

      Los perros que no han tenido una buena socialización con niños suelen evitar a éstos y tomarlos como una amenaza. Un perro que tiene miedo es un perro que puede defenderse si se ve amenazado. Éste es un punto muy importante que tener en cuenta y que se ha de trabajar durante ese período crítico de la vida del cachorro, y debe estar siempre bajo supervisión de los adultos.

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      No es buena idea dejar a un niño con un perro que no haya tenido experiencias positivas con niños. Podríamos tener que lamentar cualquier reacción por parte del perro. Tal vez incluso lo tire empujándolo sin querer cuando intenta evitar al niño. Siempre es mejor prevenir que tener que lamentar.

      Los cachorros se han de relacionar con otros perros a diario. Debes tener cuidado con lo que come, con qué perros se va a relacionar, que éstos estén sanos y vacunados, debidamente desparasitados, y que sean cachorros y adultos equilibrados de diferentes razas y tamaños.

      Tienes que procurar que tu perro aprenda desde pequeño a interactuar y a relacionarse con otros perros y con otros animales.

      Si le suministras las suficientes experiencias y estímulos, será un adulto equilibrado y confiado, así que te animamos, si has decidido adquirir un cachorro, a poner manos a la obra y a seguir los consejos que te proponemos para educarlo, enseñarlo y ayudarte a entenderlo y también a hacerte entender por tu perro.

      El cachorro deja de ser cachorro en muy poco tiempo. Hay que aprovechar esos pocos meses para sentar unas bases, poner unos límites, acostumbrarlo a un manejo y a que se deje manipular.

      Enséñale unas reglas. Lo que es negociable y se permite, y lo que no.

      Hay que ser coherente, así que tómate el tiempo necesario para pensar qué cosas le van a estar permitidas y qué cosas no.

      Si convives con niños, debes enseñar a éstos a respetar al perro, y habituar al perro a dejarse manipular por los niños. Hay que asociar a los niños con cosas agradables, como cualquier otro estímulo. Deja que el niño, desde que tu perro es cachorro, le ponga la comida, y bajo tu supervisión y control permite que el niño añada algo “rico” al plato de pienso de tu perro. Enseña al niño a darle los premios con la mano abierta para evitar el mordisqueo y hacer que el perro tenga especial cuidado al cogerlos.

      El perro cuando come, no debe ver la presencia del niño, como un competidor, ni tiene que proteger la comida ni los juguetes. Si practicas desde que el cachorro llega a casa, será mucho más fácil que acostumbrarlo luego de adulto a los niños.

      Si tu perro ya es adulto, te aconsejamos que pidas ayuda a un educador canino que os enseñe la mejor manera de habituar al perro a los niños para evitar sobre todo que pueda haber algún conflicto o competencia entre ellos. No actúes nunca con los niños sin el consejo y la ayuda de un instructor o entrenador cualificado.

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      Intenta disfrutar de cada etapa de su vida al máximo y recuerda que una buena socialización es muy importante y merece la pena prestarle especial atención. Estarás creando una buena base para poder llegar en el entrenamiento con tu perro tan lejos como desees.

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       Infórmate bien antes de adquirir un perro. Pregunta a los veterinarios de tu zona. Pregunta en los parques donde veas a dueños y sus perros e infórmate sobre los criadores que te den las mejores garantías.

      Una mala elección puede pasarte factura más adelante: enfermedades víricas fulminantes, parásitos, displasia de cadera o de codo, taras oculares, cachorros separados demasiado pronto de sus madres, con problemas de imprinting, etc.

      En cuanto llegue a casa, ofrécele la mayor cantidad posible de estímulos, tanto visuales como olfativos y auditivos. Socialízalo con todo tipo de personas: hombres, mujeres, niños, personas mayores, carros de la compra, coches, todos los objetos que vayan a formar parte de su día a día, entornos diferentes, situaciones… En definitiva, ofrécele tantas experiencias y situaciones como te sea posible.

       Acostúmbralo a un manejo y a unas manipulaciones. Pide la colaboración de otras personas para que tu perro se acostumbre a ellas; incluso la de los niños. La revisión diaria de ojos, almohadillas, oídos, dientes, encías y un cepillado suave diario te ayudarán a crear y fortalecer el vínculo con tu perro.

       Sácalo a la calle en cuanto puedas, teniendo siempre la precaución de que no coma nada del suelo y de que se relacione con otros perros sanos y de buen carácter, con otros animales y con todo tipo de personas y situaciones.

       Trabajar la socialización tiene su recompensa a largo plazo. Recuerda que estás moldeando el carácter de tu cachorro de por vida y eso depende de que lo habitúes a todo tipo de estímulos y lo hagas de forma suave y progresiva, y de que se lo presentes como algo divertido.

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