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se sienten como un instrumento de Jikava, más incluso que como sanadores por propio derecho. Los verdaderos maestros, por tanto, consideran que cada uno de los movimientos del masaje constituye un ejercicio de meditación y de piedad.

      Muchas escuelas de masaje tradicional tailandés enseñan, como primera lección, alguna versión del canto que aparece en el Apéndice 1, al final de este libro. En la mayoría de escuelas tailandesas, este cántico se repite cada día en una ceremonia conocida como el wai khru, u «honra al maestro ». En el Hospital de Medicina Antigua, por ejemplo, todo el personal del centro, profesores y estudiantes, lo entona dos veces al día. Incluso en esta prestigiosa institución secular, la ceremonia de Jikava es bastante compleja. Incorpora ritos budistas y reafirma el papel central de la tradición budista en la práctica de la medicina tradicional tailandesa.

      De hecho, una de las principales enseñanzas del Hospital de Medicina Antigua es que la espiritualidad constituye una de las tres disciplinas más importantes de la medicina tradicional tailandesa, junto con la herbología y el masaje.

      Otro ejemplo de la naturaleza espiritual del masaje tailandés queda bien representado en los diver-sos tipos de ceremonias de iniciación exigidas en las escuelas de Tailandia. Son muchos los profesores que mantienen una tradición secular de iniciación antes de impartir sus enseñanzas. Algunos de mis maestros de Chiang Mai me pedían que llevase nueve flores de loto frescas y nueve barritas de incienso para celebrar una ceremonia en su altar, con la que se inauguraría formalmente la relación estudiante-maestro. (El nueve es un número cargado de simbolismo en Tailandia, por sus vínculos con el budismo.) El mismo reconocimiento merecen las ceremonias de graduación, en las que se suelen entonar cánticos, se entregan diplomas y se atan las muñecas de los estudiantes con cintas sagradas.

      El código ético fundamental observado tradicionalmente en Tailandia, independientemente de la profesión practicada, está constituido por los Cinco Preceptos del budismo. Se dice que fueron establecidos por Buda para fomentar la armonía y la paz entre los hombres y para evitar el desarrollo de un karma negativo. Los budistas de todo el mundo siguen estos principios y podrían traducirse, de un modo aproximado, como sigue:

      • Abstenerse de matar a todo ser vivo.

      • Abstenerse de tomar lo que no es propio.

      • Abstenerse de practicar relaciones sexuales perjudiciales para uno mismo o para los demás.

      • Abstenerse de la falsedad en el discurso y en las acciones.

      • Abstenerse de intoxicaciones por drogas o alcohol.

      El budismo, tradicionalmente, destaca los valores de humildad, honradez y compasión, y anima al devoto a practicar estas virtudes en su quehacer cotidiano y en su trabajo. El profesional del masaje tailandés no constituye una excepción. También los profesionales no budistas de las artes curativas tailandesas deben garantizar, al menos, que sus prácticas de sanación y empresariales sean coherentes con estos principios. El practicante, en su ejercicio, jamás debe causar daño a otros, engañarlos, abusar de su posición implicándose desde el punto de vista sexual con los pacientes, mostrarse falso o inducir a error, o utilizar bebidas alcohólicas o estupefacientes durante el trabajo con sus clientes.

      Además de esta guía secular budista, los profesores particulares y las escuelas también deben imponer ciertos códigos éticos a sus estudiantes. Se trata de códigos morales pensados para proteger la integridad de la tradición y a los propios clientes de terapeutas sin escrúpulos. El gobierno tailandés redactó un conjunto de directrices relativas a la conducta ética, que puede consultarse en el Apéndice 2. Toda escuela que se precie debe exigir a sus estudiantes que firmen el pacto y se adhieran a él. (Para esta edición, he preparado una versión del texto original ligeramente abreviada, adecuada para Occidente.) El linaje Shivagakomarpaj también ofrece otro conjunto de normas. Juntos, estos dos textos protegen a los clientes, a los estudiantes y las enseñanzas del masaje tailandés.

      Pese a la preocupación por mantener una ética elevada, el masaje tailandés ha tenido que luchar en el pasado para desvincularse de su asociación con la industria sexual. Para muchos estadounidenses en el sureste asiático, en especial durante la guerra del Vietnam, el masaje tailandés se había convertido casi en sinónimo de prostitución. Hoy día, muchas clínicas de masaje —sobre todo en Bangkok y Patthaya— continúan haciendo las veces de burdeles. Los perjuicios que de esto se derivan para la tradición del masaje tailandés en su propia cuna están relacionados con una asociación ininterrumpida del masaje asiático con la prostitución desde Occidente. Algunos de mis estudiantes, por ejemplo, han informado de personas que llamaban convencidas de que recibir un masaje tailandés significaba recibir un «final feliz» con una mujer asiática. Estas perspectivas racistas y sexistas no se limitan al masaje tailandés, sino que por desgracia forman parte de la realidad de la industria del masaje a escala mundial.

      Pese a esta reputación que vincula el masaje tailandés con el sexo, tanto en Tailandia como en Occidente, la mayoría de clínicas tailandesas practican hoy un arte curativo serio y legítimo derivado de un conocimiento espiritual y médico tradicional que ha perdurado hasta nuestros días. Esto se observa de forma especial en Chiang Mai, que ha conservado su merecida reputación como centro más importante de medicina tradicional en el país. El trabajo del terapeuta actual consiste en instruir al público de acuerdo con el carácter medicinal, sanador, de su práctica y preservar, durante el ejercicio de su profesión, los códigos éticos a los que hemos hecho referencia.

      Los occidentales podrían encontrarse con dificultades para asumir buena parte de la vertiente espiritual del masaje tailandés, debido a las barreras impuestas por el lenguaje y la cultura sobre la mayoría de turistas en Tailandia. Además, las escuelas de masaje tailandés que reciben a los visitantes extranjeros suelen quitar importancia a las enseñanzas teóricas o espirituales, concentrándose por el contrario en la técnica corporal. En ocasiones, estas decisiones obedecen al convencimiento de que los estudiantes occidentales no sentirán interés por cuestiones de esta naturaleza.

      En Tailandia, la enseñanza del masaje se inscribe casi siempre en un contexto budista, pero la religiosidad propia de este país no debe suponer un obstáculo para los estudiantes de otras culturas ni debe frenar su interés por esta forma artística. Tanto el masaje tailandés como el cultivo del metta son totalmente compatibles con cualquier otra tradición espiritual. La lección más importante del budismo tailandés afirma que el esfuerzo por llevar una vida honrada, humilde y compasiva debe ser una práctica difundida universalmente. Cualquier práctica espiritual que haga hincapié en estas virtudes redundará en beneficio de la curación, al reducir el egocentrismo del profesional e incrementar la atención y la compasión prestadas a los clientes.

       Una «casa espiritual» que ofrece comida y bebida para el bienestar de los espíritus; es una imagen habitual en Tailandia (Koh Samui).

      Para ser justos, algunas de las prácticas más destacadas del masaje tailandés entrañan una dificultad excesiva para el turista que desea aprenderlas en un curso intensivo. El metta se cuenta entre estas dificultades. Para muchos tailandeses, la clave del arte de curación —sea por la vía del masaje tailandés o por cualquier otro tipo de medicina tradicional— radica en la voluntad compasiva del profesional. Las prácticas asociadas con la medicina tailandesa, en especial los cánticos y los rezos, son recursos budistas para fortalecer la humildad, la gratitud y la compasión en el curandero, y están pensados para despertar en el profesional un grado de conciencia más profundo de sí mismo y del cliente. Los profesionales, por lo tanto, cultivan un estado mental llamado metta, que suele traducirse por «bondad».

      Cuando se asocia al adecuado dominio de la técnica corporal, la práctica del metta sirve de guía, en muchos casos, para que el terapeuta de masaje tailandés lleve a cabo la secuencia de pasos correcta con un grado de intensidad adecuado, lo cual garantizará un resultado terapéutico

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