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Cartas a Thyrsá. La isla. Ricardo Reina Martel
Читать онлайн.Название Cartas a Thyrsá. La isla
Год выпуска 0
isbn 9788417334307
Автор произведения Ricardo Reina Martel
Жанр Языкознание
Серия Libro
Издательство Bookwire
Todo esto que cuento sucedió hace mucho tiempo, aunque lo vivo como si estuviese ocurriendo en este presente, donde las noticias de mis hijas, se han ido distanciando con el paso de los años. A la vez que el hombre común se adueña progresivamente y sin control de esta tierra extraordinaria, la que antaño fuera el paraíso de la raza magnificente.[5]
Evoco dichos recuerdos en esta noche de tormentas. Bajo esta luna hermosa de las largas noches de invierno, rememoro la última vez que estuviéramos reunidas; Eleonora, Clarita, Brisella y Anette. Mis hijas a las que tanto he querido. Siendo este, el último intento de persistencia del linaje de Casalún.
Subieron hasta el castillo para darme la aciaga noticia: “Nuestro mundo no se sostiene, madre”. Y engañándome una vez más, les abrí los corazones a la dicha y la esperanza, sumergiéndonos tal como hiciésemos en nuestra juventud, bajo una distendida y vanidosa charla que nos hiciera olvidar el presente. Pero de eso hace ya tanto que la memoria se me escapa, demasiado tiempo lleva una viviendo sujeta al pasado.
Mis miembros se inquietan, mis manos palpitan nerviosas, todo debe estar a punto de concluir. Mi hombre se acerca y su promesa de amor debe hallarse, a punto de consumarse.
Ví[6] , mi amor… mi único amor…
La última madre de Casalún se mantiene refugiada en la Batida, en el norte. Quién le diría a una hija del sur que terminaría su vida al amparo de la selva, bajo el frío y la humedad de estas gélidas tierras. En este desfiladero donde las olas se entregan con desesperada pasión, abrazando los cimientos de un castillo derruido.
El caballero ha de venir… ha de venir por mí, lo reitero. Me ha de llevar y yo lo deseo con locura. Observo desde este enorme ventanal, la constelación y reino de la estrella, anhelando que llegue alguna señal desde Leirá, la isla del Espacio. Esa fue su promesa y ella siempre cumple su palabra. Me despierto cada mañana, tras haber acumulado un sinfín de quimeras y malos sueños durante la noche. Persistiendo siempre bajo una misma ilusión y proyectando mis rezos, hacia la única ambición que me queda por realizar.
Sueño que mi amor llega cabalgando, y el puente de la Valsyria se alza sobre los acantilados. Él no ha envejecido como yo, en Paradiso el tiempo se detiene. Y yo, tan solo soy una anciana que apenas se sostiene. Entonces mi joven y lozano combatiente me alza en volandas y me mima, abrazándome con ternura… y ahora sí que cruzamos el puente, siendo arropada y sostenida por él. Luego llega la luz, esa inmensa luz que se funde en la Crisálida[7] , pasando a ser ambos, una sola unidad para siempre.
El mar lleva varios días agitado, se observan las líneas de Nazca cruzando la noche oscura. Sus surcos luminosos dividen el cielo, ha llegado el momento. Estaba subscrito que habría de ser así. Tantos años aguardando, que bien pudiera ser ahora cuando se cumpla la leyenda. Se perciben tendencias y movimientos allá en lo alto. En cuanto me rodea la oscuridad y la luz del día se apaga, se levanta el viento. Esa brisa impetuosa e impulsiva que resuena, elevándose apasionadamente, al igual que si fuese un último abrazo.
Annette, mi hija y hermana, me protege y me cuida. Acerca leña y agita el fuego, aquí nadie dice nada… hemos olvidado el don de la conversación hace mucho. Al fin nos llegó ese instante en el que sobran las palabras. Ella me arropa, se vuelca mimándome. Coloca sobre mis hombros un chal negro y una roída toga que me cubre las piernas. Sobre mi pecho luzco un único adorno; el Núcleo o la piedra corazón, la herencia de mi madre. Me cuesta respirar, la ropa que me abriga dejó de proferir el calor a mi pecho. Annette renunció al placer y al amor de Daniela por cuidarme, por no separarse de mí.
Estaba escrito que fuese así, pues su amor está en el ofrecer y no mantener nada para sí misma. “Todo cuanto se recoja, ha de ofrecerse de nuevo”, ese es el dogma de su orden, así el linaje adulador[8] se mantiene cohabitando en esa permuta constante.
Espero sentada frente al fuego, de vez en cuando me aventuro y me asomo inquieta al balcón de piedra, anhelando que este sea mi último atardecer en el Urbian:
“La gran ola está por llegar y la tierra quedará sepultada bajo las aguas”— nos dice la tradición.
El comandador me espera con la promesa de la eternidad. ¿Qué es la eternidad?
Cada pocos minutos me despierto, no suelo prolongar las horas de sueño. La luz se filtra por las traslúcidas cortinas de mi habitación y sobre mi mesa el cuaderno se abre como por encantamiento; recibiendo una vez más, una nueva misiva de mi amado que me escribe desde Paradiso. Así, sin más, han ido transcurriendo los últimos cincuenta años de mi vida.
Paradiso es la tierra destinada para aquellas de nosotras a las que aun habiéndolo logrado, les queda un desafío pendiente. Paradiso representa la cautividad y al mismo tiempo la paz.
La tradición nos dice que las madres Mariposas al fin alcanzaron la Tierra de la Primavera, donde aguardan, esperando superar este último eslabón para obtener el don de la Crisálida. Al fin entendieron el proceso encadenado que conlleva la existencia. Ahora nos toca a nosotros pasar a Paradiso, reemplazarlas en esta sencilla cuestión que es el orden sideral del universo.
Cómo comenzó esta historia y todos esos recuerdos que me brindan constante compañía… ¿volver? Por nada del mundo volvería atrás. Ni tan siquiera a mi casa del altozano en Vania, ni a pasear por los bosques, ni el prado.
Celeste hermana mía. ¡Cuánto dolor!
Mis ojos se humedecen al recordar a mi hermana y su trágico destino, ahora cierro los ojos y me dejo llevar, evocando aquellos lejanos días de infancia…
[1] El Powa o Bosque Padre, al sur de la isla queda dividido en dos demarcaciones; el País y Casalún.
[2] Los Senderos de Lunda, son los ocho senderos que parten del Claro de Transparencia, donde cuatro son visibles y cuatro invisibles.
[3] Viejas ruinas de la comarca de Hersia.
[4] Mítico Cantor.
[5] Dioses.
[6] Diminutivo con el que llamaba a Ixhian.
[7] Crisálida; la luz que se haya más allá de todo conocimiento.
[8] Antigua orden, ya desaparecida.
II - Thyrsá
Los primeros recuerdos
Padre llegaba de vez en cuando y nos traía regalos, el verlo venir siempre me causó cierta ansiedad que marcó para siempre mi carácter. Se acercaba risueño y presuntamente feliz. Se le conocía como el cantor de playa Arenas[9] pues según se decía; él estuvo allí. De mi madre verdadera nada supe, ni me atreví a preguntar. Habitaba en mí un sentimiento que me hacía concebir cierta culpabilidad, con respecto al pasado. Yo vine al mundo inmediatamente después de lo de playa Arenas, así me lo contó él. También me dijo que madre falleció al darme a luz, mas yo nunca le creí.
Deseé con todas mis fuerzas ser hija de Latia, la adoré como madre más que como una gran dama de Casalún y me aferré a ella cuando quedé desamparada y sola. Eso sucedió después de la muerte de Mamá la yaya, justo cuando apartaron a mi hermana de mi lado.
Mamá la yaya, mi tía y nodriza, siempre fue bondadosa