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levantó, restregándose el sueño de los ojos, y se asomó a la sala. Sin rastro de Zach. Entonces, tal como ella predijo, él no había regresado anoche. Debió quedarse en casa de Ruth.

      Alejando su decepción y tristeza, Keira se dio un baño rápido, luchando con fuerza para evitar que el agua caliente la arrullara y se vistió con ropa cómoda para el largo viaje.

      Tomó su bolso, y se aseguró de tener los boletos y el itinerario que Heather le había dado. Satisfecha de que sus papeles y su pasaporte estaban en su poder, salió de la casa y se subió a un taxi que ya la esperaba.

      Mientras se apresuraba por las calles de la ciudad de Nueva York, Keira se tomó un momento para ordenar sus frenéticos pensamientos. Esto estaba sucediendo realmente. Estaba a punto de ir al extranjero a trabajar, algo que siempre había soñado hacer. Deseaba que Zachary hubiera elegido compartir este momento con ella, en lugar de mantener su distancia.

      El aeropuerto de Newark estaba tan ocupado como si fuera la hora pico del metro. Comenzar a las 5 a.m. era lo normal para muchos profesionales ocupados, y Keira sintió una repentina oleada de orgullo al considerarse una entre ellos. Registró su equipaje para el vuelo, sintiéndose como una superestrella en el aeropuerto de Los Ángeles, con la cabeza en alto. Luego encontró una cafetería para tomar su dosis matutina y matar el tiempo antes de que su vuelo estuviera listo para embarcar.

      Mientras estaba sentada en la ocupada cafetería, revisó su teléfono una y otra vez. A pesar de que sabía que Zachary todavía estaba durmiendo, quería desesperadamente algún tipo de comunicación con él. Sabía que había hecho lo correcto al aceptar esta misión y esperaba que Zach lo viera así eventualmente. O quizás su relación estaba realmente condenada como Bryn parecía pensar que estaba. Tal vez sus prioridades diferentes eran un obstáculo que ya no podían pasar.

      Le envió un mensaje alegre a Zachary, dejando de lado cualquier mención de su pelea, esperando que, si él despertaba con un dulce mensaje, se sintiera más cálido con ella.

      Su teléfono sonó y ella saltó de emoción, pensando que Zach había contestado. Pero era Heather comprobando que todo había ido según lo planeado y que estaba a tiempo para su vuelo. Decepcionada, Keira le contestó, diciéndole a Heather que todo estaba bien.

      En ese momento, escuchó la llamada de embarque para su vuelo. Rápidamente tomando su último sorbo de café, Keira se dirigió a la puerta de control, prometiendo llamar a Zachary tan pronto como aterrizara. Había una diferencia de cinco horas entre Nueva York e Irlanda que debía tener en cuenta durante su estancia.

      A bordo del avión, Keira se instaló en su asiento, comprobando por última vez si había algún mensaje de Zach. Pero no había nada, solo recibió de la azafata una mirada de desaprobación al verla usar su teléfono después de que pidieran que apagaran todos los aparatos electrónicos. Suspirando, Keira apagó su teléfono y lo guardó en su bolsillo.

      En ese momento, un grupo de hombres en una despedida de soltero abarrotaron el vuelo, gritando al entrar. Keira dejó salir un quejido. Iba a ser un vuelo largo. Siete horas, de hecho, hasta Shannon en el condado de Clare. Estaría oscuro cuando aterrizara, pero su cuerpo pensaría que era mediodía. Esperaba poder descansar un poco durante el vuelo, pero ese grupo de hombres ruidosos iba a ser un pequeño inconveniente.

      El avión comenzó a desplazarse hacia la pista. En un intento de bloquear la escandalosa despedida de soltero, Keira se puso los audífonos y cerró los ojos. Pero no estaba lo suficientemente lejos como para bloquear su escándalo.

      El avión despegó y Keira se resignó al plan B: la cafeína. Llamó a la azafata y pidió un café, sabiendo que sería el primero de muchos. Se lo bebió, enfadada, con el sonido de fondo de la despedida de soltero.

      Mientras navegaba por los cielos, Keira se tomó un tiempo para revisar el itinerario y los recordatorios de Heather.

      «No hay taxis, así que un coche rentado te estará esperando en el estacionamiento. Espero que sepas manejar con una palanca de cambios. Y recuerda conducir POR LA IZQUIERDA».

      La idea de tener que conducir sin haber dormido le preocupaba a Keira. Hacía mucho que no conducía, ya que solía tomar el metro para todas partes. Usar un auto que no era automático representaba un desafío extra. Y añadir el manejar por la izquierda iba a ser aún más difícil. Si quería tener una posibilidad de no chocar, iba a tener que beber un montón más de café.

      «Te quedarás en un tradicional pub irlandés y en un B&B, así que no esperes el tratamiento como en un Hilton. Todo será muy sencillo».

      Eso no le molestaba a Keira. Había sido una escritora hambrienta desde que se graduó de la universidad; ¡los hoteles estuvieron fuera de su alcance durante años! Podía vivir en los barrios bajos durante un mes sin problemas. Mientras no se esperara que orinara detrás de un cobertizo, estaba segura de que sería capaz de sobrevivir incluso en el más básico de los alojamientos.

      «Tendrás la tarde para aclimatarte antes de que empiece el trabajo. Organizamos un guía para que te muestre los alrededores. Conocerás al casamentero y al organizador del festival a la mañana siguiente. El festival comienza en la noche».

      Keira comenzó a sentirse aún más emocionada mientras leía toda la información. El vuelo parecía pasar más rápido de lo que esperaba, lo que debió ser gracias a la adrenalina que bombeaba por su cuerpo. Eso y las copiosas cantidades de cafeína.

      Keira aterrizó en Shannon de buen humor, bajando del avión y entrando en el frío y fresco aire de septiembre. Esperaba ver colinas verdes y campos poblados de vacas y ovejas, pero en cambio el aeropuerto de Shannon no tenía mucho que ofrecer. El área estaba algo industrializada, con grandes edificios grises que carecían de cualquier tipo de brillo arquitectónico.

      El lugar de renta de autos era igual de sombrío. En lugar de un cálido saludo irlandés, se encontró con un joven de rostro pálido que simplemente tomó su recibo de reserva en silencio y le entregó las llaves, sin pronunciar una sola sílaba.

      Keira tomó las llaves y encontró el auto en el estacionamiento. Era increíblemente pequeño. Se metió por la derecha, recordando el aviso de Heather de conducir por la izquierda. Le llevó un tiempo familiarizarse con el concepto de palanca de cambios y pedal de embrague, y luego puso la reversa, usando el GPS para salir de Shannon. Tardaría aproximadamente una hora en llegar a su destino, Lisdoonvarna.

      Apenas dejó la carretera principal, se encontró con que estaba conduciendo por pequeñas carreteras sinuosas, sin banquetas, sin señales de tráfico y sin alumbrado público. Keira agarró el volante con ansiedad y puso toda su energía y concentración para conducir por las carreteras que parecían cada vez más estrechas.

      Después de unos quince minutos, empezó a relajarse un poco. El tráfico era muy ligero, lo que le ayudó a calmar sus nervios porque no le aterrorizaba chocar con nadie. El ambiente también era muy relajante, sin nada en kilómetros a la redonda salvo laderas y campos salpicados de ovejas. El césped era el más verde que Keira había visto en su vida. Bajó la ventana para poder oler el aire puro, pero en su lugar obtuvo un gran olor a estiércol. Subió la ventana rápidamente.

      Apenas había señales de tráfico que la guiaran, así que estaba agradecida por el GPS. Pero tampoco había luces en el camino, lo que dificultaba la conducción, especialmente con tantas curvas cerradas y sin visión. Además, las marcas en la carretera estaban casi borradas. Keira también encontró desorientadora manejar por la izquierda. ¡Y manejar se complicaba aún más por la gran cantidad de tractores que tenía que rebasar!

      En ese momento la carretera se hizo tan estrecha que solo había espacio para un solo coche a la vez. Keira casi se estrella de frente contra el tráfico que venía en dirección contraria y giró de golpe, con el coche golpeando el costado de la carretera y rozando el cerco. Keira levantó una mano para disculparse con el conductor del otro auto, pero ellos sonrieron amablemente como si no fuera ninguna molestia, y retrocedieron un poco para dejarle espacio para pasar. De vuelta en la ciudad de Nueva York, un incidente así hubiera resultado en que Keira fuera maldecida a gritos. Ella ya se estaba acostumbrando a esa infame hospitalidad irlandesa.

      Su

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