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asintió, intentando no mostrar la ansiedad en su rostro, tratando de mostrarse audaz y confiada y totalmente preparada, mientras que, por dentro, sentía como si mil mariposas hubieran alzado el vuelo.

      CAPÍTULO DOS

      Más tarde esa noche, cuando Keira regresó al apartamento que compartía con su novio, se encontró todavía temblando de emoción e incredulidad. Le temblaba la mano mientras intentaba meter la llave en la cerradura de la puerta de su apartamento.

      Finalmente, abrió la puerta y entró. El olor de la comida cocinada persistía en el aire, mezclado con el de los líquidos de limpieza. Zachary había estado limpiando. Eso significaba que estaba enojado.

      "Lo sé, lo sé, lo sé", empezó antes de que él estuviera frente a ella. "Estás enojado. Y lo siento". Tiró las llaves en la maceta junto a la puerta y la cerró de golpe. "¡Pero, amor, tengo grandes noticias!" Se quitó los tacones y se frotó los pies doloridos.

      Zachary apareció en la puerta de la sala de estar, con los brazos cruzados. Su cabello oscuro reflejaba su oscura expresión.

      "Te perdiste el almuerzo", dijo. "Todo esto".

      "¡Lo siento!" Keira imploró. Le puso los brazos alrededor del cuello, pero se encontró con resistencia de su parte, así que decidió cambiar de táctica. Activó su voz sensual. "¿Qué tal si lo discutimos y te lo compenso?"

      Zachary apartó los brazos de Keira y entró en la sala de estar, donde se desplomó en el sofá. La habitación estaba inmaculadamente limpia. Incluso su PlayStation había quedado limpio de polvo. Keira se dio cuenta que esta vez estaba más enojado que nunca.

      Se sentó a su lado y apoyó suavemente una mano en su rodilla, acariciando la textura de los jeans con la punta de sus dedos. Zachary mantuvo la mirada al frente, a la televisión apagada.

      "¿Qué quieres que haga, Zach?" preguntó suavemente. "Tengo que trabajar. Ya lo sabes".

      Exhaló y movió la cabeza.

      "Entiendo que tienes que trabajar. Yo también trabajo. El mundo entero trabaja. ¡Pero no todos tienen un jefe que con tronar los dedos hace que todos sus empleados lleguen corriendo como robots!"

      Era un buen punto.

      "Espera, no estás celoso de Josh, ¿verdad?" Keira preguntó. El pensamiento era risible. "¡Si tan solo lo vieras!"

      "Keira", ladró Zachary, y finalmente la miró. "No estoy celoso de tu jefe. Al menos no de esa manera. Estoy celoso de que él obtenga tanto de ti, de tu energía y de tu enfoque en la vida".

      Ahora le tocaba a Keira suspirar. Ella entendía a Zach, por un lado, pero por otro deseaba que él pudiera apoyar su éxito. Ella quería que estuviera a su lado mientras ella estaba en el fondo de la escalera. Las cosas serían más fáciles una vez que diera el siguiente paso en su carrera.

      "Ojalá él tampoco lo hiciera", Keira estuvo de acuerdo. "Pero poner tanto esfuerzo y energía en mi carrera no va a cambiar. Al menos no durante el próximo mes".

      Zachary frunció el ceño.

      "¿Qué quieres decir con eso?"

      Keira quería mantener su emoción contenida por respeto a Zach, pero no pudo evitarlo. Casi lo gritó mientras decía.

      "¡Me voy a Irlanda!"

      Hubo una larga, larga pausa, mientras Zach absorbía esa información.

      "¿Cuándo?" dijo, con calma.

      "Esa es la cuestión", respondió Keira. "Es un cambio de personal de última hora. Josh, él se rompió la pierna. Es una larga historia".

      Zach se quedó mirándola fijamente mientras ella divagaba, como si estuviera esperando escuchar el final del chiste.

      Keira se acurrucó en el sofá, tratando de parecer lo más pequeña posible.

      "Me voy mañana".

      La expresión de Zachary cambió tan rápido como una tormenta eléctrica. Si antes había sido nubes de lluvia, ahora era truenos y relámpagos.

      "¡Pero la boda es mañana!", dijo.

      Keira tomó sus manos entre las suyas.

      "El momento apesta, seré la primera en admitirlo. Pero te juro que a Ruth no le importará".

      "¿No le importará?" Zach estalló, echando las manos hacia atrás. "¡Estás en la lista de la fiesta!"

      De repente estaba de pie, caminando, pasándose las manos por el cabello. Keira se levantó de un salto y corrió hacia él, tratando de calmarlo con afecto. Pero Zach no quería nada de eso esta vez.

      "No puedo creerlo", exclamó. "Me paso todo el día organizando un brunch con tu familia, escuchando a Bryn hablar una y otra vez sobre lo buena que está su nuevo profesor de meditación y todas sus opiniones vacías…"

      "¡Oye!" Keira exclamó, ahora sonaba enojada. Hablar de su hermana mayor no estaba bien.

      "Y en vez de agradecerme", continuó Zach, "¡dejas caer esto sobre mí! ¿Cómo se supone que se lo voy a decir a Ruth?"

      "Yo se lo diré", sugirió Keira. "Déjame ser la mala, no me importa".

      "¡Tú eres la mala!" Zach dijo.

      Salió de la sala. Keira lo siguió, impotente. Llevaban dos años juntos y nunca antes lo había visto tan enfadado.

      Lo siguió hasta el dormitorio y vio cómo sacaba su maleta de debajo de la cama.

      "¿Qué estás haciendo?" preguntó, exasperada.

      "Tirando esto", le respondió él. "No puedes irte sin una maleta, ¿verdad?"

      Keira movió la cabeza.

      "Sé que estás enojado, pero estás llevando las cosas un poco lejos".

      Le quitó la maleta de las manos y la puso sobre la cama. Se abrió como si fuera una invitación para que comenzara a empacar. Keira tuvo que luchar contra las ganas que tenía de llenarla.

      Zach pareció perder momentáneamente su fuerza. Se desplomó, sentado al final de la cama con las manos en la cabeza.

      "Siempre escoges el trabajo por encima de mí".

      "Lo siento", dijo Keira, sin mirarlo mientras agarraba su suéter favorito del piso y lo arrojaba discretamente adentro de la maleta. "Pero esta es la oportunidad de mi vida". Se acercó a la cómoda y empezó a escoger entre sus frascos de cremas y perfumes. "Ruth me odia de todas formas. Solo me puso en su boda porque tú se lo pediste".

      "Porque eso es lo que se supone que debes hacer", dijo Zach sonando triste. "Se supone que debes hacer cosas de familia juntos".

      Se dio la vuelta y rápidamente metió las botellas a su maleta. Pero Zach se dio cuenta de lo que estaba haciendo y su expresión cada vez más oscura se oscureció aún más.

      "¿Estás empacando?"

      Keira se congeló y mordió el labio inferior.

      "Lo siento".

      "No, no lo sientes", dijo de una manera fría y calculada. Luego levantó la vista y dijo, "Si te vas, no sé si podremos seguir juntos".

      Keira levantó una ceja, desconcertada por su amenaza.

      "Oh, ¿en serio?" Se cruzó de brazos. Ahora había conseguido su atención. "¿Vas a darme un ultimátum?"

      Zachary levantó los brazos en señal de frustración.

      "¡No actúes como si no fuera tu culpa! ¿No ves lo vergonzoso que será para mí aparecer mañana en la boda de Ruth sin ti?"

      Keira suspiró, igualmente frustrada.

      "No entiendo por qué no puedes decirles que conseguí una gran oportunidad en el trabajo. Algo que no podía dejar pasar".

      "La boda de mi hermana debería ser algo que no te puedes perder. ¡Debería ser una prioridad!"

      Ah. Ahí estaba otra vez. Esa palabra. Prioridad. Lo que Keira nunca

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