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      “Porque soy más vieja”, dijo Pickle de manera casual.

      Cherry se retorció. “Ay chica, tu exoesqueleto se está clavando en mi espalda. Es una tortura”.

      “Cuando tengas tu propia cama te liberarás de esta tortura. Ahora cállate y deja que te acaricie”.

      CAÍDA CINCO

      A la Mañana siguiente, encontraron a Héctor y su mascota en la cocina. Pickle le mostró a Cherry dónde estaba el café. Era un día agradable y soleado y el cielo de Atenas tuvo un raro momento en que se veía claro. La leve brisa que entraba por la ventana abierta hacía el día aún mejor.

      “Buenos días”, dijo Héctor leyendo las noticias en su veil.

      Cherry parecía apenada. “Buenos días, Señor Troy”.

      Él respondió “Sólo Héctor está bien”. Sorbió un poco del café turco caliente. El aroma era sorprendente. “¿Qué vas a desayunar? Pickle puede ayudarte”.

      “Lo está haciendo, gracias…” Miró hacia abajo, se frotó el codo. “Héctor”. Añadió dudando.

      Héctor volteó los ojos. “En serio, ¡relájate ya! ¿Fuiste una tonta ayer? Sí, lo fuiste ¿Ya todo el mundo, incluyendo Armadillo lo superó? Sí, lo hicimos. Acariciaba la cabeza de Armadillo mientras lo decía. “Siéntete como en tu casa. Oh, esto me recuerda algo”.

      Él envió un comando de transacción a través del veil. “Aquí tienes tu mesada, 500 euros, más 200 para que compres la cama adicional. Pickle, ¿te encargarás de eso? No voy a poder estar con ustedes hoy”.

      “¡Por supuesto!” Pickle sonrió “¡Hora de comprar! Ya sé que sólo es una cama, sin embargo…” chilló en silencio. Cherry quedó boquiabierta, tardó bastante tiempo hasta que finalmente la cerró. “Perdóname, ¿mesada?

      Pickle la agarró y la hizo girar en redondo, después le susurró en el oído, “Sí, tenemos mesada, ahora cállate”.

      Cherry todavía estaba atónita. “Lo siento, quieres decir una mesada, ¿así como así?”. Preguntó, moviendo su mano e ignorando los susurros de Pickle.

      Héctor se encogió de hombros. “Para cosas de mujeres, ¿bebidas, ropa, maquillaje? No lo sé, sólo soy un hombre. “¿Por qué me estás preguntando?” Hizo saber que la cuestión estaba perfectamente aclarada al darles la espalda. Si hubiese tenido un periódico tradicional en sus manos lo habría agitado y enderezado las páginas. Así era como se veía.

      Pickle la haló por el brazo pero Cherry seguía con el asunto.

      “Me estás dando efectivo para gastarlo, sin pedirme nada a cambio”.

      Héctor frunció el ceño. “Espero que entrenes y formes un equipo con Pickle y que luego jueguen Jugger. ¿Es mucho pedir?

      Pickle continuó halándola y esta vez, Cherry se sacudió el brazo con disgusto. “No, lo que quiero decir es que ¿no quieres nada por ello de antemano? Generalmente tengo que mamar-“

       “Bla, bla, bla,” Pickle la interrumpió y le tapó la boca. Después cambió de manos y le metió una tostada con mantequilla en la boca. “El desayuno es la comida más importante del día, especialmente para jóvenes como tú. Mastica”.

      “Mmm, gha, ufm,”, dijo Cherry con la boca llena mirando a su amiga con rabia.

      “Estoy tan contenta que te haya gustado mi tostada”, dijo Pickle con satisfacción. “Vamos a comernos el resto en la habitación para ver como meteremos el mobiliario allí. ¿Está bien? Increíblesoso”. Arrastró a la joven por el brazo hasta el cuarto.

      “¿Estás loca?” Susurró Pickle después que cerrara la puerta. Cherry miró alrededor. “Me imagino que sí. Yo sólo… no pude registrarlo en mi cerebro. Le miró la sien, con los ojos bien abiertos.

      “Sí, ya me di cuenta”. Pickle asintió con furia.

      “¿Él es así en realidad? Cherry apuntó su pulgar en la dirección donde estaba.

      “¡Sí!” Chilló Pickle con una sonrisa forzada. “Y vamos a mantenerlo así, ¿está bien?

      Cherry suspiró con fuerza y se sentó en la cama. “Lo siento, estoy jodiéndolo todo, ¿No, es verdad?

      “Está bien”. Pickle abrió el closet y sacó un top y unos shorts casuales. “Ahora, vámonos de compra ¿Sí?”

      Cherry se animó. “¡Yo podría usar ropa nueva! ¿Qué tienes?”

      “Nada, todo lo he gastado en pepinillos”.

      “¡No puede ser!” Se burló Cherry. “No es cierto”, dijo con una sonrisa maliciosa.

      “Lo sé, soy terrible”, dijo sobándose el estómago. “No puedo evitarlo”. Se inclinó y susurró, “Si pudiera retroceder en el tiempo… lo haría de nuevo exactamente igual”.

      CAÍDA SEIS

      Héctor trabajó duro toda mañana y estaba satisfecho con su progreso para cumplir con los pedidos. No era mucho, uno era una modificación, el dueño del chaleco había ganado algunos kilos. El otro era la típica protección del pecho de un guardaespaldas. El mínimo que el seguro cubriría. Héctor esperaba que el pobre hombre no se metiera en un problema serio y la tercera orden, que aún estaba por hacerse era una de sus armaduras que eran un grito de la moda.

      Había notado que estaban teniendo mucha demanda en el mercado. Lo anotó en su siempre creciente lista de cosas que estaban por hacerse, tomó café y regresó al trabajo.

      A medida que sus manos hacían su trabajo, su mente divagaba. Ahora vivía con dos mujeres bajo el mismo techo. Imagínatelo. Sus pensamientos se dirigieron hacia los eventos recientes. Esta era una vida loca. Había presenciado de primera mano, simple abuso, abuso sexual, y asesinato en el transcurso de un par de semanas. No era ingenuo, sabía que estas cosas estaban pasando, pero verlo comercializado de esa forma… no era correcto.

      Dionisio había creado toda una industria que explotaba gente por entretenimiento. No podía evitar pensar en los gladiadores romanos cuando pensaba en el torneo Ciberpink, esclavas que sangraban para el placer momentáneo de las masas. Extrajo un documental de su veil y lo oía medio distraído mientras trabajaba. El documental mostraba que los gladiadores participaban para ganar, lograr patrocinadores, ventas de aceite de oliva y otros fabricantes locales, disfrutando de una fama efímera antes de sufrir una muerte innecesaria en el ruedo, deseando esa libertad fugaz incluso en el momento final.

      Dio un bufido. Esto era exactamente igual. Reemplaza un combate de gladiadores con jugger, hombres con mujeres fornidas y sangre roja con sangre rosada. Haz todo eso y tienes un torneo Ciberpink.

      Nada cambia.

      CAÍDA SIETE

      Héctor oyó un grito penetrante. Soltó sus herramientas, tomó un martillo y corrió escaleras arriba, subiendo los escalones de dos en dos. Una vez que hubo llegado escuchó un gruñido de hombre y encontró a una muy confundida Cherry con sólo una toalla de baño y chorreando agua, encogida de miedo apartándose de Tony

      “¡Coño, es bien rápida! No vi venir el golpe” Tony hizo una mueca de dolor, agarrándose las bolas.

      Héctor se relajó y puso el martillo a un lado.

      “¡Él – él se irrumpió aquí!” Tartamudeó Cherry apuntando hacia el bastante pesado nerd.

      “Sí… lo siento. En realidad es un amigo mío y no, no diría que es inofensivo, así que mantente en guardia con él. Tony, saluda a la encantadora señorita”. Héctor abrió sus manos en un gesto típico de quien presenta a una persona con otra. Cherry en verdad estaba echando

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