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Pie De Cereza. George Saoulidis
Читать онлайн.Название Pie De Cereza
Год выпуска 0
isbn 9788893986373
Автор произведения George Saoulidis
Издательство Tektime S.r.l.s.
Héctor levantó una mano, “En realidad déjame detenerte ahí mismo. La verdad, no me importa, pero sí sé que este joven empresario le vende una mercancía de mierda a la gente que es nueva en el vecindario”. Lentamente se volvió hacia Mike para verlo.
Estaba aterrado. “Sr. Troy, yo nunca, honestamente”. Le arrebató el pucho de cocaína de la mano a Cherry y se lo cambió por otro. Volviéndose hacia ella le dijo, “la próxima vez déjame saber que conoces al Sr. Troy, ¿estamos amor?”
Cherry cruzó los brazos y miró hacia un lado. “Cómo sea”.
“¿Estamos listos? Ven al piso de arriba, Patty te ha estado esperando todo el día, estaba preocupada por ti”.
Cherry lo siguió un par de pasos y se detuvo en el pavimento. “¿Qué vas a hacer, darme un sermón? “¿Quitármelo?”
Héctor se volvió hacia ella y puso su mano en alto. “¿Tú tienes, qué, veintidós años? Quiere decir que eres una adulta y no, para ser honesto, preferiría que no uses drogas en mi casa, pero si la alternativa es que te la pases en la calle, drogada en cualquier callejón, entonces sin lugar a dudas, entra. Patty ha estado yendo de aquí para allá todo el día, me está volviendo loco”.
Comenzó a caminar y Cherry permaneció sin moverse.
“Voy a entrar, la puerta está abierta para cuando decidas qué hacer”, dijo Héctor en voz alta mientras se alejaba.
Después de un puchero audible, escuchó el morral que se deslizaba por la calle hacia él.
CAÍDA CUATRO
“¡Cherry!” Exclamó Pickle y la abrazó. No, la abrazó muy fuertemente.
“Hola, ya estoy aquí. Hurra”, dijo con una sonrisa forzada.
“¡Por fin!, estaba preocupada porque nunca respondiste los correos. No importa, déjame mostrarte el lugar. Esta es la casa, y esta es…”
Pickle continuó hablando y hablando acerca del lugar, como si estuviese atolondrada. Cherry no quería arruinar su estado de ánimo, pero no sentía lo mismo. Seguro, confiaba en su amiga, y de alguna forma estaba segura que no era ningún tipo de trampa, pero ya había sido maltratada demasiadas veces. No podía evitar que esperara a que cayera el otro zapato.
“Esta es la cocina, prácticamente es el salón de reuniones. Este es el ouzo de Héctor, hay una provisión suficiente si es que puedes beberlo. Este estante es mi despensa de pepinillos, puedes tomar cuantos quieras”. Ella tomó una jarra completa de pepinillos.
“Vaya, gracias…” Cherry se rio.
“Y ese es nuestra habitación, dormiremos juntas esta noche y lo primero que haremos mañana es conseguirte una cama, ¿Te parece?”
Cherry se encogió de hombros y dejó que le cargara el morral que estaba en la esquina. Pickle estaba como atolondrada, señalando cosas a la izquierda y a la derecha. “Este es el baño, podemos usar el de arriba. Héctor lo dejó para nosotras. Este es el cuarto de los trastes, nunca toques nada de allí, de todas maneras, son sólo cajas llenas de polvo. Esta es la habitación de Héctor, ahora vamos abajo”. Tres escalones antes de llegar al piso, se sentó y el resto lo susurró. “Este es el mejor sitio para espiar a Héctor mientras trabaja sin molestarlo. Es una vista agradable mientras uno se come una botana”. Pickle mordió un pepinillo y se puso a mirar.
Héctor estaba sin camisa, sudando frente a la fragua. Era de alta tecnología construida para trabajos de precisión que incluso podía hacer piezas para naves espaciales, pero sin embargo despedía un calor del carajo. Una chimenea de meta material a base de grafeno enviaba el calor hacia afuera Estaba construyendo partes para sus armaduras, en cierto momento hacía un trabajo pesado golpeando sobre metal con martillos y vertiendo aleaciones derretidas en moldes y al momento siguiente hacía un delicado trabajo de costura mezclando los materiales blandos y fuertes en una perfecta amalgama.
Cherry también observaba y distraídamente aceptó un pepinillo de la jarra y lo masticó. Héctor se parecía a Hefesto trabajando en su fragua. Pero en vez del pequeño, voluminoso jefe del Olimpo, éste era alto, delgado, con músculos hechos para el trabajo, en nada parecido al típico físico culturista hinchado. Las muchachas observaban los músculos que se distendían y contraían, dirigiendo cada golpe del martillo hacia el sitio preciso al que apuntaba. Cherry podía ver que no había correcciones ni golpes errados., ningún gasto de material. Era como ver a un pintor usar la brocha en el lugar y ángulo preciso para completar una obra maestra. Un pintor con un martillo y músculos relucientes, delgado, y cabello oscuro con una barba corta y el pecho peludo que terminaba en una línea de pelo más oscuro en su bajo estómago y que seguía dentro de su pantalón… después de un largo momento, susurró, “Iba a burlarme de ti por completo en un principio, pero definitivamente puedo ver lo atractivo que esto resulta”.
Ambas masticaron más pepinillos disfrutando de la vista en silencio.
“Se me olvidó buscar toallas sanitarias, ¿puedes compartir algunas?” Dijo Cherry mientras se quitaba la ropa en el cuarto.
Pickle sonrió y señaló el closet. “Abre ese”.
Cherry lo hizo y en cuanto lo abrió una pila de toallas y tampones de todas clases de productos para el período cayeron al piso alrededor de sus pies. Ella gritó, “¿Qué? Oh, tú lo planeaste, ¿No? Ja. Muy cómico, que madura eres. ¿Qué significa todo esto?” Recogió una caja de la pila.
Pickle se puso un pijama cómodo y se abrazó las piernas cerca de Cherry. Héctor no sabía que comprarme, así que compró dos de cada una.
Cherry comentó. “¡Oh, eso es adorable!”
Pickle se rio entre dientes y trajo otra almohada.
“Entonces… ustedes dos… ¿sabes? ¿Han hecho algo?” preguntó Cherry, mientras iba hacia el baño.
“¿Hacer qué?”
Cherry se detuvo e hizo una imitación con el dedo en el hueco metiéndolo y sacándolo.
Los ojos de Pickle se abrieron más. “¡No! Uh Uhm, no”
Cherry volteó la cabeza hacia un lado “¿De verdad? Yo hubiera pensado otra cosa”.
“¡No!” chilló Pickle. “¿Por qué lo haría?” protestó con una voz en un tono alto.
Cherry entrecerró los ojos “Así… No te importa que yo…” Movió su dedo alrededor señalándose lugares.
“Todo tuyo”. Pickle negó con la cabeza vigorosamente.
Al regresar del baño, Cherry encontró a Pickle que sostenía su bolsa de droga. Tenía el ceño completamente fruncido. Cherry intentó restarle importancia. “Yo… uh, no la quería. No sé en qué estaba pensando, en verdad. Estaba afuera, lista para venir para acá y entré en pánico”.
Entraste en pánico y ¿fuiste a comprar drogas?” Dijo Pickle, suspirando suavemente.
“Si. Creía que iba a estar en la misma situación con un dueño diferente. Era un acto final de desafío ¿sabes?”
“No, realmente no”, dijo Pickle simplemente poniendo la bolsa de droga de regreso en el tocador.
“Ahora que lo dije en voz alta me parece estúpido a mí también. Debí haber confiado en ti. Dijiste que aquí era grandioso y yo quería creerlo. Todavía lo creo… Es sólo qué…” Cherry se sentó en la cama y se cubrió la cara.
Pickle la abrazó. “Lo sé Carolina, lo sé”.
Sintiéndose segura y amada por primera vez en años, en los brazos de una figura materna, Cherry soltó las lágrimas y sollozó en silencio. Pickle la sostuvo acariciándole el cabello con los dedos, tarareando suavemente. La besó en la frente. “Ahora estás a salvo, no dejaré que te pase