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pudiese llevar. En tal sentido, el descubrimiento (o la invención, si se quiere) de las nociones de fonemas, raíces de las palabras (dhatus) y las palabras mismas como unidades lingüísticas resultó un factor fundamental en la ciencia india. Panini ya disponía de una lista o repertorio de fonemas que él presentó en forma de alfabeto. Identificó los dhatus y con ello logró entender los mecanismos de construcción histórica de las palabras, sus parentescos y derivaciones, los lazos que hacían posible transmitir las consideraciones dispares acerca de lo real sin destruir el sistema de la intercomunicación. Pensemos que, sólo en 1815, Franz Bopp redescubrió los fonemas en Europa. Las matemáticas indias se desprendieron de la combinatoria fonemática y alcanzaron así a formalizar el concepto de conjunto vacío o “cero” al mismo tiempo que la numeración binaria. A partir del siglo X, los iraníes y los árabes se percataron de que, para comprender las matemáticas altamente desarrolladas en la India, era necesario introducirse a ellas por medio de la lingüística. De allí el gran interés de los árabes en las gramáticas de Panini y Bhartrhari. Finalmente, el conocimiento de la lengua sánscrita resultó el núcleo de la civilización indostánica. Sanskrit es una palabra que podemos traducir por “cultura”. Aunque en este aspecto los árabes, los europeos y sus herederos hemos designado también nuestros horizontes civilizatorios a partir de las lenguas: hablamos de Arabiya, de Hellenismos y de Latinitas. En conclusión, Houben expuso sus desiderata: 1) contribuir a la comprensión de la base memética de las culturas; 2) crear algún virus memético curativo contra las formas opuestas de educación que prevalecen hoy, la vacía y la fundamentalista (Jan nos propone el om, un meme que instala en nosotros la paz); 3) bregar por la construcción de un nuevo humanismo perspectivista para el siglo XXI.

      Preguntas. Pierre Maréchaux quiso saber dónde se situaba la gramática de Panini respecto de la polaridad entre una gramática generativa a la Chomsky y otra reguladora de una comunicación preestablecida. Houben respondió que la idea generativa no alcanzaba a explicar el sistema propuesto por Panini. Jan ve en este el resultado de una reconstitución, dirigida a un público que ya conocía la gramática del sánscrito. Quizá el operativo tuviese alguna relación con el uso que Gautama había hecho no del sánscrito, sino del prakrit para su prédica, como si hubiese sido necesario reconstituir la lengua sagrada de los Vedas. Fernando estuvo muy entusiasmado. Recordó que Saussure se había apoyado en su conocimiento del sánscrito a la hora de escribir su famoso Curso de lingüística general. Nuestro orador aprovechó para insistir en la idea de que, en la India, el modelo científico es la lingüística y el prototipo de sabio es Panini, mientras que, para los europeos, el modelo es la matemática y el prototipo es Euclides. Bello! Samuel Jubé manifestó su sorpresa ante el paralelo biología-historia y pidió algunas aclaraciones acerca de la posibilidad de conectar ese procedimiento con los estudios de nuestro conocido Longo y de Nicole Perret acerca de la idea de teleología en la ciencia de la vida. Abaher El-Sakka protestó por la nueva pretensión de establecer un humanismo en este siglo; humanismo y colonialismo europeos han ido de la mano. Houben repuso que humanismo en un sentido amplio, que vaya más allá de su expresión histórica en la Italia del siglo XV, hay en todos los horizontes de civilización. Mamadou Diawara pidió más detalles sobre los métodos de memorización de mantras y su pasaje a la escritura. Jan anudó el tema a la importancia que la escritura adquirió en el mundo de los comerciantes y a la mayor apertura del budismo a esa práctica. Babacar Fall ahondó el comentario de Mamadou al establecer paralelos entre la enseñanza de los mantras y el estudio del Corán. Gad Freudenthal puso en duda que fuera válido un abordaje comparativo de logros supuestos de las ciencias en distintos contextos culturales y se pronunció por una comprensión de las ideas científicas o filosóficas en el marco de sus propios contextos. Insinuó que Houben había expuesto una apologética deshistorizada del saber. Ward Keeler estuvo agudísimo: ¿cuál era la finalidad de la gramática de Panini, preservar la intelección del sentido o reforzar el poder del sonido de las palabras y del ritmo de las frases? Sudhir planteó una cuestión general y profunda acerca de las contradicciones y paradojas que introduce la experiencia del lenguaje. A su criterio, tales formas del pensar o del decir no aparecen, se revelan en un instante de lucidez. Pero su descubrimiento, ¿lo hace posible una estructura determinada de la lengua o bien es el resultado del ejercicio de una facultad general del espíritu humano? Houben respondió que se inclinaba por la segunda alternativa, pues las paradojas despuntan, a su juicio, de las prácticas del homo ludens, más que de las del homo faber o del sapiens. Después de todo, Jan se reencontró, al final de la jornada, con un compatriota célebre, Johan Huizinga. Gabriela Patiño-Lakatos fue muy perspicaz al señalar que el aniconismo y el interés por la gramática en la primera cultura védica debían de ser fenómenos vinculados.

      Quedé agotado. Ser el coordinador del seminario, amén de quien había presentado al ponente, liquidó mis fuerzas. Por suerte, el almuerzo me repuso. Alain Supiot nos hizo, a Fernando Rosa Ribeiro, a Samuel Nyanchoga y a mí, una serie de recomendaciones turísticas sobre Bretaña, la región angevina y el camino hacia el Sur, a La Rochelle y a Burdeos. Huri habló de las elecciones turcas; dijo que no hay peligro de una reforma constitucional que habilite la eternización de Erdoğan (faltan unos treinta diputados para lograrla); al contrario, este triunfo del Partido de la Justicia y el Desarrollo abre un espacio para negociar la autonomía y la paz con los kurdos turcos, representados en el parlamento. Huri explicó que los kurdos de Irak son, en realidad, buenos aliados de Turquía, lo cual acentúa la confusión general. A estudiar el macarrónico. Descubro los ribetes erasmianos, y probablemente protestantes, de Teófilo Folengo. Las obras de Cesare Goffis me ayudan en ese camino.

      * * *

      3 de noviembre

      Poca cosa, salvo que estudié mucho. Terminó el día con la recepción de homenaje de la ciudad y de la universidad a los nuevos fellows. Jubé estuvo genial. Volvió sobre la investigación libre y curiosa, sobre la conversación tolerante y abierta como desideratum del Instituto. No a la torre de marfil, sin embargo, más bien promover un sitio en el que el diálogo se establezca a propósito de las grandes cuestiones del siglo: pobreza, cambio climático, globalización, bio e ideodiversidad, constitución y transmisión de los saberes, paz y guerra, democracia... Habló enseguida el presidente de la Universidad de Nantes, el profesor Olivier Laboux. Nos dio una bienvenida calurosa y enumeró las actividades de su casa de estudios en las que ya nos habíamos embarcado varios de los fellows. Sus exhortaciones me convencieron de que debo aceptar la invitación del colega Lignereux a abrir las sesiones del congreso sobre los imperios coloniales de la modernidad temprana que él mismo organiza para fines de marzo, así como el pedido que me hizo Françoise Rubellin, profesora de literatura francesa de los siglos XVII y XVIII, para que, el próximo 16 de noviembre, hable a sus alumnos del seminario de investigación acerca de mi experiencia en el campo. Lo haré con mucho gusto. Cerró los discursos Karine Daniel, vicepresidenta de la metrópolis nantesa, dedicada a las relaciones internacionales y académicas de la ciudad. Es miembro del partido socialista y se nota. Habla con solvencia, buen estilo, apertura de miras, conocimientos directos del mundo de la investigación. Pasamos luego a devorarnos el buffet. Babacar y Mor se pusieron sus túnicas malíes, teñidas con un índigo violeta, y tocaron la nota de mayor elegancia de la noche. Las damas, encantadas con ellos. Mi moñito se convirtió en una pavada. Hablé mucho con Lignereux. Supiot nos presentó a Cathie Barreau, la directora de la Casa de Julien Gracq, un palacete a treinta kilómetros de Nantes sobre el Loira hacia el Este. El escritor vivió allí y donó el sitio para que se organizase una residencia de escritores francófonos de las cuatro partes del mundo. Parece que el lugar es bellísimo y tiene una biblioteca importante. Prometí ir a visitarlo y no creo que tarde en hacerlo. Aspasia Nanaki y Amanda Rio de Pedro me presentan a Véronique Triger, encargada de comunicaciones del Museo de Bellas Artes, quien se ofrece a mostrarme la reserva. El museo está cerrado hasta noviembre de 2016 por una restauración a fondo del edificio. Salto, metafóricamente, de alegría. Podré ver los La Tour que hay allí y, sobre todo, La última cena, atribuida a Gérard Douffet, que me tiene sorbido el seso. El jueves próximo a las seis y media, iré a la Capilla del Oratorio, anexo del Museo, a la inauguración de la muestra de Étienne Cournault. Artista nacido en 1891, próximo a los cubistas, se dedicó a la pintura sobre vidrio y a la orfebrería, pero también hizo pinturas tradicionales y grabados con cierta impronta del surrealismo. De esto último se tratará la exposición, llamada “La parte del sueño”.

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