Скачать книгу

habría emprendido lo que he animado a otros a emprender: retratar los más diminutos objetos e insectos con un pincel más fino y luego compilar esos dibujos en un libro que recibiría el título de El nuevo mundo, del que podrían hacerse copias en grabado.

      Huygens mira por una lente y clama por un dibujo. Al proclamar la necesidad de un buen artista de dejar constancia de lo que ve a través del microscopio, Huygens da por supuesto que la representación gráfica cumple una función descriptiva. No está al servicio de un saber recibido y santificado, sino de nuevas realidades visuales de un tipo muy particular. De Gheyn era un artista que había dibujado tanto la flora como la fauna con minucioso detalle (fig. 3) y Huygens quiso ver aplicada su maestría a la nueva tecnología óptica y a los conocimientos que esta proporciona. Lo interesante para nosotros, como espectadores de la imagen artística, es la inmediata conexión que Huygens establece entre la nueva tecnología y el conocimiento plasmado en una representación pictórica. Esta invocación a las habilidades de De Gheyn está apoyada en una determinada idea del arte figurativo y de la vista: dibujamos lo que vemos y también, inversamente, ver es dibujar. Existe una supuesta identidad entre el acto de ver y el artificio de dibujar que se concreta en la imagen artística.

      Al considerar la clase de imagen que Huygens espera, estamos llamando la atención sobre aspectos del arte holandés que, por parecer tan obvios, los damos por supuestos. El arte como reproducción de la imagen vista en la lente implica esas cualidades que han llevado a los críticos a considerar el arte holandés como una descripción del mundo, elaborada con extraordinaria y paciente artesanía. El solo ejemplo de que se apele a De Gheyn para dibujar lo que se ve en la lente no es base suficiente para un balance general del arte holandés, pero este párrafo y otros afines del texto de Huygens dan idea de cuál era el espacio que correspondía a las imágenes en la cultura holandesa de la época.

      El arte, como nos ha hecho ver Clifford Geertz, es parte integrante de un sistema cultural. Este antropólogo sostiene que el lugar que ocupa el arte no es un hecho absoluto evocable en términos estéticos de validez universal, sino localmente específico.

imagen

      La falta de una literatura específica sobre el arte holandés puede ser, aunque no lo parezca, una bendición, pues nos anima a buscar fuera del arte mismo las claves de su condición, función y significado dentro de la sociedad. Precisamente aquí es donde la autobiografía y otros escritos de Huygens pueden ayudarnos. Nos brindan la posibilidad de identificar la peculiar naturaleza de esa cultura en que las imágenes desempeñaron tan importante papel. Al sugerir la nueva autoridad dada a una forma de conocimiento visual frente a la textual, Huygens nos da una razón de la peculiar primacía que tuvieron las imágenes en su época. Pero falta considerar la variedad de medios con que estas cumplieron ese papel y las características que muestran en el proceso.

      Huygens terminó su fragmento autobiográfico mirando a través del microscopio de Drebbel y proclamando el descubrimiento de un nuevo mundo. En su última frase expresó el deseo de beneficiarse de su conversación, la más interesante de que había disfrutado nunca. Huygens era todavía joven cuando escribía esto y tenía ante sí una vida rica y variada. Pero los intereses que aquí reveló son bien distintos de los que cabría esperar del humanista cultivado, devoto de las lenguas clásicas, que cita los textos de la sabiduría consagrada y ensalza a Rubens. En este final, el artista y su arte aparecen vinculados, no con las nobles fábulas, los cuerpos hermosos y los gestos expresivos de la pintura de historia, sino sencillamente con la realidad vista, el mundo conocido por los ojos y por las lecturas.

      Ni aquí ni en ninguna otra parte de sus escritos Huygens manifestó percibir contradicción alguna entre los fines de la cultura humanista y las nuevas ciencias naturales, como tampoco advirtió antagonismo entre la pintura de historia y lo que yo llamo el arte de describir. Inmediatamente después de proclamar el descubrimiento del nuevo mundo visto en la lente de Drebbel, escribió:

      Nada nos movería a honrar más plenamente la infinita sabiduría y poder de Dios Creador si, saciados con las maravillas de la naturaleza que hasta ahora han sido evidentes para todos –pues nuestro asombro suele enfriarse al familiarizarnos con la naturaleza en contacto frecuente–, no hubiéramos encontrado este segundo teatro de la naturaleza, y en las más diminutas e insignificantes criaturas, el mismo trabajo cuidadoso del Gran Arquitecto, en todas partes una majestad igualmente indescriptible.

      Por razones teológicas tradicionales, Huygens manifestó un optimismo extraordinario respecto de la empresa de la nueva ciencia en su conjunto. Tenía la certeza de que el gran plan divino quedaba más plenamente al descubierto en las lecciones del microscopio y el telescopio.

      Este sentimiento de confirmación nos trae a la memoria a Bacon, el pensador, junto con Drebbel, más admirado por Huygens. Este último es también un baconiano, en el sentido de que considera que la diferencia entre su época y el pasado está en los nuevos conocimientos y adelantos que los antiguos no poseyeron. Huygens toca repetidas veces en su autobiografía ese tema, ya sea aludiendo a la superioridad de las enseñanzas de John Donne o a la nueva tecnología de la lente. A pesar de su formación clásica y de su veneración por los antiguos autores, advierte contra la excesiva influencia de los clásicos en el pensamiento de los hombres. A este respecto, cita con cierta extensión la Instauratio magna de Bacon:

      Con excepción de lo que está sujeto a cierta unanimidad firmemente arraigada en el juicio de los tiempos, por así decirlo, dependemos de un sistema de pensamiento en gran parte engañoso y sin fundamento, de forma que en la mayoría de los casos no sabemos lo que las artes y las ciencias de diferentes períodos y lugares han observado y lo que se ha sacado a la luz pública, menos aún cuanto ha sido acometido por los hombres y estudios en silencio.

Скачать книгу