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De todos modos, lo que eso significaba variaba mucho de una relación a otra. La gente sentía que estaba siendo ella misma en relaciones en las que aparentemente se comportaban de formas opuestas. Por ejemplo, podía ser juguetona y extrovertida con una de sus amistades, pero seria e introvertida con otra. Podía ser paciente, respetuosa y protectora con su padre o madre, e impaciente, dominante con su pareja.

      Puedes hacerlo con situaciones diferentes, en lugar de diferentes relaciones, pensando sobre quién eres en una reunión de trabajo, en la cama por la noche, en una fiesta, paseando con una de tus amistades o en medio de una crisis.

      Sea cual sea el tipo de actividad que estemos haciendo, esto parece revelar que nuestro yo es más complejo de lo que pensábamos en un principio. Aunque todos esos yoes se sienten igual de «auténticos» —te sientes «tú» cuando estás siendo así—, parece que surgen diferentes personalidades dependiendo de las diferentes relaciones o circunstancias.

      La comunidad de yoes

Reflexiona sobre estoTu comunidad de yoes

      Piensa en las veces que te has reunido con tus familiares o antiguas amistades del colegio, y de repente emerge una parte de ti que casi habías olvidado: quizá el hermano o hermana que se burlaba de ti, o tu yo adolescente y torpe. Del mismo modo, podemos sentir que nos hemos estancado en una de esas personalidades cuando otras personas solo ven determinados aspectos y les seguimos el juego, por ejemplo, si quien ha venido con la grúa a recoger tu coche te trata como a una doncella en apuros, o si, tomando cervezas, te encuentras con un cliente del trabajo y actúas de forma demasiado profesional para ese contexto social. ¿Te resultan familiares estos ejemplos?

      A menudo los yoes que causan problemas son los que han recibido mensajes más duros en la infancia. La teoría es que todo el mundo aprende qué facetas son aceptadas a nuestro alrededor y cuáles son rechazadas. Tendemos a reprimir o renegar de las facetas que son rechazadas. Por ejemplo, aprendemos que en casa no está bien expresar ira o portarse mal. En el colegio se nos podría acosar si se nos percibe como una persona demasiado débil y vulnerable, o con demasiada seguridad y arrogancia.

      La alternativa para evitar o intentar enfrentarse a esas diferentes facetas que tenemos es abrirse a todos los yoes que somos: cultivar la conciencia de todos ellos y la buena comunicación entre ellos. Esto puede resultar muy complicado cuando se trata de los yoes a los que tenemos miedo o que nos repugnan. Pero, paradójicamente, cuando nos enfrentamos a ellos y los escuchamos en lugar de intentar bloquearlos al otro lado de un muro bien alto, solemos descubrir que son menos aterradores o abrumadores de lo que temíamos.

      Según vamos conociendo toda nuestra pluralidad de yoes, a menudo entramos en contacto con capacidades que habíamos olvidado que teníamos y somos capaces de ser más flexibles en las situaciones en las que nos encontramos. Un poco como en la serie de televisión Sense8, en la que pequeños grupos de personas alrededor del mundo están conectadas y pueden recurrir a las habilidades y fortalezas del resto cuando las necesitan: actor, hacker, experta en artes marciales. Comunicarme con mis propios yoes me ha brindado acceso a algunas de esas partes rechazadas que pueden ser tan útiles: el yo bromista e irreverente de ágiles respuestas, el yo guerrero capaz de resistir con fuerza a los contratiempos, el yo vulnerable al que se protege. Ciertamente, me he dado cuenta de que tengo facetas que son más Gryffindor que Hufflepuf, ¡e incluso Slytherin en algunas cosas!

      Volveremos a estas ideas en el capítulo 9, cuando exploremos cómo otras personas, y nuestro yo, somos plurales. De momento, piensa simplemente que quizá en lugar de conocer nuestro yo podríamos aspirar a conocer nuestros yoes.

      Estamos en cambio constante, más que en estado estático

      Del mismo modo que somos plurales, también somos siempre un proceso en marcha.

Haz la pruebaYo-en-proceso

      Fig. 2.4. Mi historia.

      A continuación puedes reflexionar sobre lo que has escrito: ¿por dónde empezaste? ¿Con qué terminaste? ¿Qué tipo de libro/película/disco/juego sería el tuyo? ¿Qué género? ¿Cuáles son los temas principales? ¿Quién es el autor principal? ¿Cómo sería si fuera otra persona quien escribiera sobre tu vida? ¿Hay alguna parte de tu vida que no hayas incluido? ¿Cómo sería si te hubieras centrado en eso? ¿A qué público le gustaría más o cuál sería el más crítico? ¿Cómo se titularía?

      • La tragedia: empezamos teniendo éxito y acabamos fracasando.

      • La comedia romántica: una vida positiva se ve interrumpida por una desgracia, pero al final se restaura el orden.

      • El final feliz: las cosas mejoran gradualmente.

      • La trama heroica: luchamos contra una serie de obstáculos, pero al final vencemos.

      ¿Cómo sería tu historia, si la comenzaras partiendo de otro final, o si usaras una estructura narrativa diferente?

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