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del crimen, y la cerró con la misma rapidez. Basándose en lo que acababa de ver, parecía más un matadero que una escena del crimen.

      –¿Quiénes son los amigos de la familia de la víctima? –preguntó Moulton –. Dijiste que alguien de la política, ¿verdad?

      –Realmente preferiría no dar esa información –dijo Johnson–. No queremos que parezca que el FBI tiene favoritos cuando se trata de asuntos bipartidistas.

      –¿Cuál es el nivel de participación de la policía local –preguntó Chloe.

      –Han iniciado una cacería humana en todo el condado y han involucrado a la policía estatal –dijo García–. Pero se les pide que lo mantengan en secreto. La policía local está comprensiblemente molesta porque siente que estamos obstaculizando un caso que ya está fuera de su zona de comodidad. Así que necesito que vayan allí lo antes posible. Además… y por favor, escuchen atentamente; Pensé en ustedes dos por lo bien que han trabajado juntos en el pasado. Y agente Fine, parece que tiene un don para este tipo de crimen de pueblo pequeño y comunidad aislada. Sin embargo, si el caso y las fotos de la escena del crimen la hacen sentir incómoda, como si fuera demasiado para manejar en esta etapa de su carrera. No la juzgaré y no se volverá contra ti.

      Chloe y Moulton se miraron y ella pudo ver que él estaba tan ansioso como ella por tomar el caso. No obstante, Moulton, incapaz de contenerse, echó un vistazo a lo que había dentro de la carpeta. Puso una mueca de dolor mientras miraba las pocas fotos de la escena del crimen y escaneaba el breve informe que se encontraba en el dorso. Luego volvió a mirar a Chloe y asintió con la cabeza.

      –En lo que a mí respecta, estoy de acuerdo –dijo Chloe.

      –Lo mismo digo –dijo Moulton–, y aprecio la oportunidad.

      –Me alegra oírlo –dijo Johnson, poniéndose de pie–. Estoy emocionado por ver lo que ustedes dos pueden hacer. Ahora… será mejor que comiencen. Aún tienen que conducir.

      ***

      Moulton estaba al volante del coche de la agencia, saliendo de la carretera y dirigiéndose hacia Virginia. Barnes Point estaba a sólo una hora y veinte minutos de distancia, pero la interestatal 495 hacía que cualquier lugar se sintiera como si estuviera del otro lado del planeta.

      –¿Estás segura de esto? –le preguntó él.

      –¿Sobre cuál parte?

      –Trabajar juntos en un caso como este. Quiero decir… hace unas diez horas estábamos besándonos como un par de adolescentes lujuriosos. ¿Serás capaz mantener tus manos alejadas de mí mientras trabajamos?

      –No te lo tomes a mal –dijo Chloe –, pero después de lo que vi en esa carpeta, hacer eso contigo otra vez es en lo que menos estoy pensando.

      Moulton asintió. Se desvió hacia la siguiente salida, hizo un tramo recto y pisó el acelerador.

      –Dejando todas las bromas a un lado… me gustó lo de anoche, incluso la parte antes de tu casa. Y me gustaría hacerlo de nuevo. Pero con este caso…

      –Debemos ser estrictamente profesionales –ella terminó su frase.

      –Exacto. Y con ese fin –dijo, sacando su iPad del centro hueco del tablero –descargue los archivos del caso mientras té empacabas.

      –¿Tú no empacaste?

      –Has visto mi bolso. Sí, he empacado. Pero soy muy rápido para hacerlo –la miró con una ligera sonrisa mientras decía esto, indicando qué quizás ella había tardado un poco más de lo que él esperaba–. Aunque no tuve oportunidad de echarle un vistazo.

      –Ah, un poco de lectura ligera –dijo Chloe.

      Ambos se rieron y cuando Moulton apoyó su mano en la rodilla de ella mientras leía el archivo, Chloe dudó de que pudieran mantener las cosas profesionales.

      Revisó los archivos del caso, leyendo en voz alta las partes importantes para Moulton. Descubrieron que García y Johnson habían hecho un buen trabajo al resumirlo. El informe policial era bastante detallado, así como las fotos. Aún eran difíciles de mirar y Chloe podía entender a la policía local. Se imaginó que cualquier policía de un pueblo pequeño podía sentirse fuera de su elemento al enfrentarse a algo tan violento y sangriento.

      Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.

      Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.

      No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…

      Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.

      Luego prestó atención al informe del forense. Contaba la misma historia que Johnson les había contado a ellos, pero con más detalles. Y fueron estos detalles en los que se centró. La sangre, la violencia, el potencial motivo político. Los leyó de nuevo, estudiando con gran concentración.

      –Estoy pensando que esto no tiene nada que ver con la política –dijo–. No creo que el asesino estuviera muy preocupado por los poderosos amigos políticos que los Hilyards pudieran tener.

      –Pareces muy convencida de esa afirmación –dijo Moulton–. Explícame, por favor.

      –Lauren Hilyard fue apuñalada dieciséis veces. Y cada una de las heridas estaba centrada en el área del abdomen, y sólo una de ellas se encontraba en su seno izquierdo. El forense informó que las heridas eran irregulares y casi una encima de la otra, lo que indica que alguien hizo el movimiento de apuñalamiento uno detrás del otro. La nota que hay en los informes dice: como en una rabia ciega o en un frenesí. Si este fuera el acto de alguien con una motivación política probablemente habría algún tipo de mensaje u otro indicador.

      –Muy bien–dijo Moulton–, estoy de acuerdo. No está motivado por la política.

      –Eso fue fácil.

      Se encogió de hombros y dijo:

      –Estoy entendiendo que la gente en Washington piensa que todo tiene una motivación política. ¿Qué importa si los Hilyards conocen a alguien de una alta jerarquía en la escalera política. No a todo el mundo le importa.

      –Me gusta como piensas –dijo–. Pero no sé si lo debemos descartar totalmente todavía.

      Se estaban acercando a Barnes Point y el hecho de que se les había confiado un caso con posibles vínculos políticas no les era menor. Era una oportunidad increíble para ambos y ella tuvo que asegurarse que era en eso que estaba su atención por el momento. Por ahora, nada era más importante que eso, ni siquiera la aparición repentina de su padre desaparecido, ni la voz sin emoción de su terca hermana… ni siquiera un romance potencialmente perfecto con el hombre que estaba sentado a su lado.

      Por ahora, sólo existía el caso y nada más que el caso. Y eso era más que suficiente para ella.

      CAPÍTULO SEIS

      Barnes Point era una ciudad tranquila pero bonita, con una población de nueve mil habitantes. La residencia de los Hilyard estaba situada justo afuera de los límites de la ciudad, en una subdivisión llamada Farmington Acres. El esposo de la víctima, Jerry Hilyard, aún no había podido regresar a su casa desde que descubrió el cuerpo de su esposa; al no tener familiares cercanos, lo habían invitado a quedarse en otro lugar del vecindario, con amigos

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