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madre e hija- Nuestra hija… estaba trayendo chicos a nuestra casa, entrando a hurtadillas durante la noche. Estaba haciendo esto desde los trece años. Tuvo su primer susto de un embarazo a los quince. Y si haces los cálculos… Lauren tenía treinta y siete. Tuvimos a nuestra hija cuando Lauren y yo teníamos diecinueve años.

      Chloe se imaginaba que la tumultuosa situación familiar no hacía las cosas más fáciles para Jerry Hilyard. Ella creía que no había nada que valiera la pena investigar al respecto, aunque podría ser bueno poder hablar con la hija.

      –Sr. Hilyard, ¿le importaría si echamos un vistazo a su casa? –preguntó ella.

      –No hay problema. El comisario y algunos de sus hombres han entrado y salido varias veces. El código para entrar es dos-dos-dos-ocho.

      –Gracias, Sr. Hilyard –dijo Moulton–. Por favor, contáctenos si se acuerdo de algo más. Por ahora, creo que hablaremos con la Sra. Lovingston para ver si tiene algún detalle para compartir.

      –Le ha dicho a la policía todo lo que sabe. Creo que está empezando a irritarse.

      –¿Qué hay de su marido? ¿Él conocía a su esposa? ¿Ustedes cuatro pasaban mucho tiempo juntos?

      –No. El marido de Claire trabaja a menudo fuera de la ciudad. Lo llamé por FaceTime para asegurarme de que estuviera de acuerdo de que yo me quedara aquí. Y de todos modos, casi siempre eran Claire y Lauren. Tenían una reunión semanal en la que bebían vio en el porche, cambiando de casa cada semana.

      Claire entró lentamente en la habitación, aparentemente después de haber puesto a dormir la siesta al bebe que había estado cargando.

      –Y hacíamos las cosas predecibles que hacen las mujeres. Hablar de nuestros maridos, recordar el pasado. Yo le hablaba de los altibajos de tener un bebé. Y recientemente, hablábamos de lo que le estaba pasando con su hija.

      –¿Qué puede decirnos sobre Lauren y lo que pudo haber llevado a alguien a hacer algo así? –preguntó Claire.

      –Lauren tomó algunas decisiones durante la escuela secundaria con las que sus padres no estaban de acuerdo –contestó Claire–. Una vez que Lauren se graduó de la secundaria y tuvo a su hija… bueno, la universidad no era una opción.

      –Estaban avergonzados –añadió Jerry–. Se enojaron y se mudaron a Nuevo Hampshire. Le llenan la cabeza a nuestra hija con mentiras brutales sobre Lauren siempre que pueden.

      –Tratando de compensar sus errores y negligencia al criar a Lauren –dijo Claire–. Un par de imbéciles, la verdad.

      Al sentir que la conversación se dirigía a una ronda de acusaciones, Chloe habló:

      –Sra. Lovingston, ¿podría usted pensar en algún enemigo o relaciones tensas que Lauren pudiera haber tenido? –preguntó Chloe.

      –Nada fuera de su familia. Y aunque son un par de idiotas, ciertamente no harían esto. Esto es… esto es deplorable.

      Moulton metió la mano en su bolsillo interior y sacó una tarjeta de presentación. La dejó en la mesa de café y dio un paso atrás.

      –Por favor… si a alguno de ustedes se les ocurre algo más, no duden en contactarnos.

      Tanto Claire como Jerry sólo asistieron bruscamente. La conversación había sido breve, pero les había afectado. Chloe y Moulton salieron en un silencio incómodo.

      Cuando estaban afuera, dirigiéndose al coche, Chloe se detuvo un momento en la acera. Miro hacia la calle, en dirección a la casa de Hilyard y vio que estaba fuera de su vista. Aun así, estaba empezando a estar de acuerdo con Moulton. Tal vez estaba demasiado cerca. Y si el dormitorio aún se parecía en algo a lo que había visto en las fotografías que Johnson le había mostrado, parecía casi morboso que Jerry se quedara tan cerca.

      –¿Listo para ir a ver la casa? –preguntó Chloe.

      –En realidad no –dijo Moulton, las imágenes que había visto en el archivo del caso todavía estaban claras en su mente–. Pero supongo que debemos empezar por algún lado.

      Volvieron al coche y se dirigieron por donde habían venido. Inmediatamente, Chloe se decía a si misma que no podía ser tan malo como aparecía en las fotos, todo ese rojo carmesí entre las sábanas blancas.

      ***

      Le tomó veinte segundos llegar a la casa de Hilyard. El hecho de que se pareciera tanto a la casa de Lovingston -y a las demás casas de la cuadra- era un detalle espeluznante para Chloe. Entraron por la puerta principal con el código que Hilyard les había dado y entraron en una casa absolutamente tranquila y silenciosa.

      Sabiendo exactamente por qué estaban allí, no perdieron el tiempo y subieron directamente al piso de arriba. El dormitorio principal era fácil de descubrir, la habitación al final del pasillo. A través de la puerta abierta, Chloe ya podía ver salpicones rojos en la alfombra y las sábanas.

      Sin embargo, se sintió aliviada al descubrir que la escena del crimen no se veía tal mal como se veía en las fotos que el Director Johnson les había mostrado. En primer lugar, el cuerpo había sido retirado. En segundo lugar, las manchas de sangre estaban hace más tiempo, lo que las hacía más pálidas.

      Se dirigieron hacia la cama, con cuidado de no pisar ninguna salpicadura de sangre que quedaban. Podían ver las áreas de sangre en las que accidentalmente habrían pisado los forenses e investigadores. Chloe miró hacia el otro lado de la habitación, donde había un cómoda y había un pequeño televisor de pantalla plana montado a la pared. Probablemente estaba viendo la televisión cuando sucedió, tal vez purgando su mente de los recuerdos de la reunión de la escuela secundaria…

      Chloe fue abajo y echó un vistazo. No veía señales de que la entrada haya sido forzada ni indicios de que algo hubiera sido robado. Miró alrededor de la sala de estar, la cocina y el dormitorio de huéspedes. Incluso salió a la terraza trasera para echar un vistazo. Había una pequeña mesa de patio en la esquina. Había un cenicero en el centro, bajo la sombrilla.

      Chloe lazó un humm como sonido de curiosidad cuando vio lo que contenía el cenicero. No había colillas en el recipiente, sino algún otro tipo de ceniza y papel. Se inclinó sobre él y olfateo ligeramente. El aroma de la marihuana era inconfundible. Trato de juntar las piezas en su mente, tratando de descifrar si esto podía ser relevante de alguna forma.

      Chloe se exaltó cuando sonó su teléfono. Moulton, salió a la terraza trasera para unirse a ella, vio su expresión de sorpresa momentánea y sonrió. Ella puso los ojos en blanco y contestó la llamada sin reconocer el número.

      –Aquí habla la agente Fine –contestó.

      –Aquí habla Claire Lovingston. Pensé que querrían saber que acabo de recibir una llamada de una de mis amigas, Tabby North. Ella era una de las amigas íntimas de las cuales Jerry les habló. Me preguntó si alguien más de la policía había venido a hablar conmigo. Le dijo que el FBI acababa de visitarme y a ella le gustaría hablar con ustedes.

      –¿Tiene información para darnos?

      –Honestamente… no lo sé. Probablemente, no. Pero esta es una comunidad bastante pequeña. Creo que sólo quieren llegar al fondo del asunto. Estoy segura de que le será de gran ayuda.

      –Genial. Envíeme su número después de esta llamada.

      Chloe terminó la llamada y le informó a Moulton.

      –Era Claire. Dijo que una de las otras amigas de Lauren la llamó para ver su algo más había sucedido. Le gustaría hablar con nosotros.

      –Bien. No te mentiré… he tenido suficiente de este lugar. Ese dormitorio me está dando escalofríos.

      Era una buena manera de explicarlo. Chloe todavía podía ver las imágenes en su mente, así que ver la escena sin el cuerpo era como mirar un viejo lugar abandonado que no debía ser visto.

      Aun así, volvieron al dormitorio y se tomaron el tiempo para revisar

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