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Callejón Sin Salida. Блейк Пирс
Читать онлайн.Название Callejón Sin Salida
Год выпуска 0
isbn 9781094304076
Автор произведения Блейк Пирс
Жанр Зарубежные детективы
Издательство Lukeman Literary Management Ltd
Moulton pareció considerar esto mientras conducía su coche de alquiler hacia la subdivisión, en la dirección que les había indicado la policía estatal mientras estaban en la ruta. Este era otro ejemplo de cómo Chloe estaba empezando a entender y respetar la fluidez con la que se trabajaba en la agencia. Era difícil imaginar que cualquier información que necesitara -direcciones, números de teléfono, historiales laborales, antecedentes penales- estuvieran disponibles a sólo una llamada o a un correo electrónico de distancia. Ella asumió que los agentes eventualmente se acostumbran a esto, pero por el momento, aún se sentía privilegiada de ser parte de tal sistema.
Llegaron a la dirección y se dirigieron hacia la puerta. El buzón de correo decía Lovingston y la casa era una copia de casi todas las otras casas del vecindario. Era el tipo de vecindario donde las casas están una encima de la otra, pero el ambiente era tranquilo, un buen lugar para que los niños pudieran aprender a andar en bicicleta y probablemente un montón de diversión durante Halloween y Navidad.
Chloe llamó a la puerta y fue atendida de inmediato por una mujer con un bebé en sus brazos.
–¿Es usted la Sra. Lovingston? –preguntó Chloe.
–Lo soy. Y ustedes deben ser los agentes del FBI. Recibimos una llamada de la policía hace un rato diciendo que ustedes estaban en camino.
–¿Jerry Hilyard sigue aquí? –preguntó Moulton.
Un hombre apareció detrás de la mujer, saliendo desde la habitación de la izquierda:
–Sí, todavía estoy aquí –dijo. Se unió a la Sra. Lovingston en la puerta y se apoyó en el marco de la puerta. Parecía absolutamente exhausto, aparentemente no había dormido bien desde que perdió a su esposa de manera brutal.
La Sra. Lovingston se volvió hacia él y lo miró de una forma que a Chloe le hizo pensar que el bebé en sus brazos podía esperar algunas miradas de desaprobación en el futuro.
–¿Seguro que puedes hacer esto? –le preguntó la mujer.
–Estoy bien Claire –dijo–, gracias.
Ella asintió, sostuvo a su bebé más cerca de su pecho y se dirigió a otra parte de la casa.
–Pueden pasar –dijo Jerry.
Los llevó a la misma habitación de dónde él había venido. Parecía una especie de estudio, decorada en su mayoría con libros y dos elegantes sillas. Jerry se dejó caer en una de las sillas como si sus huesos le estuvieran fallando.
–Sé que Claire puede parecer un poco inquieta sobre su presencia aquí –dijo Jerry–. Pero… ella y Lauren eran buenas amigas. Ella cree que necesito estar de luto… que es lo que estoy haciendo. Es sólo que…
Se detuvo allí y Chloe pudo ver como él luchaba con un torrente de emociones, tratando de sobrevivir a esta conversación sin desmoronarse ante ellos.
–Sr. Hilyard, soy la agente Fine y él es mi compañero, el agente Moulton. Me preguntaba si podría contarnos sobre los lazos políticos que pueda tener su familia.
–Jesús –dijo en un suspiro–. Es algo exagerado. La policía local armó un gran escándalo y se escandalizaron. Estoy bastante seguro de que por eso los llamaron, ¿verdad?
–¿Hay lazos políticos? –preguntó Moulton, ignorando la pregunta.
–El padre de Lauren solía ser muy buen amigo del Secretario de Defensa. Crecieron juntos, jugaban al fútbol juntos, todo eso. Todavía se juntan de vez en cuando a cazar patos, a pescar, cosas así.
–¿Lauren hablaba con el Secretario? –preguntó Chloe.
–No desde que nos casamos. Vino a nuestra boda. Recibimos una tarjeta de navidad de su familia. Pero eso es todo.
–¿Cree que lo que sucedió se debe a esta relación? –preguntó Moulton.
–Si lo fuera, no tengo ni idea de por qué. Lauren no estaba metida en política en absoluto. Creo que es la forma que tiene su padre de creer que es importante. Alguien mató a su hija, así que debe ser porque conoce a gente importante. Él es de ese tipo de imbéciles.
–¿Qué puede decirnos de los últimos días de la vida de Lauren? –preguntó Chloe.
–Ya le he dicho a la policía todo lo que sabía.
–Lo entendemos –dijo Moulton–. Y tenemos copias de todos sus informes. Pero para que podamos afianzarnos adecuadamente, quizás le hagamos algunas preguntas que lo hagan repetir algunas cosas.
–Muy bien, de acuerdo –dijo Jerry.
Chloe pensó que el hombre quizás no fuera totalmente consciente de lo que estaba sucediendo. Se veía increíblemente distante. Si ella no hubiera sabido por la situación traumática que estaba atravesando, podría haber asumido que estaba drogado.
–La primera pregunta puede parecer una tontería en función a lo que ha sucedido –dijo Chloe–, pero, ¿sabe de alguien que pudiera haber tenido una razón para estar molesto con su esposa?
Hizo una mueca y negó con la cabeza. Cuando habló, su voz tembló en una especie de bostezo eterno.
–No, Lauren estaba muy reservada estos días. Una introvertida. Se había vuelto aún peor últimamente… retrayéndose cada vez más, ¿sabes?
–¿Alguna idea de por qué era eso?
–Tuvo un pasado duro. Padres desquiciados y todo eso. Era una especie de bravucona en la secundaria. Supongo que así es como le dirían hoy en día. O tal vez una chica mala. Ella había estado haciendo las paces con esos errores últimamente. Creo que empeoró cuando recibió por correo la maldita invitación para la reunión de secundaria.
–¿Estaba ansiosa por ir? –preguntó Chloe.
–No estoy seguro. Creo que la entristeció… el pensar en las personas con las que había sido mala.
–¿Se graduaron juntos?
–Sí.
–¿Y fuiste con ella a la reunión?
–No, por Dios. Odio ese tipo de cosas. Posando y fingiendo que te cae bien la gente que odiabas en la secundaria. No. No participé.
–Dice que era introvertida –dijo Chloe–. ¿No tenía muchos amigos?
–Oh, tenía algunos. Claire era una de ellas. Y los amigos que tenía eran como de la familia para ella. Eran muy unidos.
–¿Has hablado con ellos desde que esto sucedió? –preguntó Moulton.
–Sólo con una. Ella llamó poco después para preguntarme si precisaba algo.
–¿Son estos los amigos que tal vez fueron a la reunión con ella?
–Sí. Claire también fue. Pero también es un poco introvertida. Creo que fue sólo por curiosidad.
–¿Tú y Lauren tienen hijos? –preguntó Chloe–. En un vecindario como este, me imaginé que habría al menos un niño en cada casa.
–Tenemos dos. Nuestra hija mayor, Victoria, tiene dieciocho años; acaba de empezar la universidad este año. Ella… bueno, eligió pasar este momento tan difícil con sus abuelos. Y como ella se fue con ellos, nuestro hijo pequeño, Carter, también quiso ir. Nunca he tenido la mejor relación con mis suegros, pero el que mis hijos estén con ellos ahora es una bendición. Me siento como un padre terrible, pero si mis hijos estuvieran aquí, me desmoronaría y creo que me haría pedazos.
–¿Tiene algún resentimiento por que sus hijos estén con sus abuelos ahora? –preguntó Moulton.
–Quiero que estén aquí conmigo… sólo para verlos. Pero soy un desastre. Y hasta que la casa esté en mejor estado… allí es donde tienen que estar.
–Ha