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o me enfrentaría a un posible juicio, aunque nunca dijeron en base a qué delito.”

      “Entonces, ¿cómo es posible, señorita Hunt, que estemos teniendo esta conversación?”

      “Me concedieron… llamémosle un permiso especial. Me permitieron seguir adelante con mis estudios y establecieron una condición específica. Pero para completarla, mi nuevo asesor de la facultad tendría que enterarse al menos superficialmente de lo que había escrito. Los que mandan miraron las facultades de todas las universidades en Orange County y determinaron que solo usted cumplía con sus requisitos. La universidad tiene un programa de Máster en Psicología Criminal, dirigido por usted. Usted tiene relación con DNR y ha realizado trabajo de campo allí. Hasta lo tiene como una opción de prácticas que ha establecido allí en los pocos casos en que un alumno expresa interés y parece prometedor. Usted es mi única opción en cincuenta millas a la redonda.”

      “Supongo que debería sentirme halagado. ¿Y si declino ser tu asesor de facultad?” le preguntó.

      “Debería haber recibido una visita de alguien que representa al Panel para abordar todo este tema—y el hecho de que le resultaría muy conveniente, etc. Me sorprende que no lo hayan hecho. Por lo general, son bastante minuciosos.”

      Hosta se quedó pensativo un segundo.

      “Hace poco recibí varios emails y un mensaje de voz de alguien llamado doctor Ranier,” dijo. “Pero el nombre no me resultaba familiar, así que los ignoré.”

      “Le recomiendo que devuelva el mensaje, profesor,” sugirió Jessie. “Es posible que se trate de un seudónimo, quizá para alguien a quien ya conoce.”

      “Lo haré. En cualquier caso, ¿entiendo que no voy a tener que pasar por las habituales trabas burocráticas para que te autoricen a hacer tus prácticas en DNR?”

      “Hacerlas allí fue la condición específica que mencioné con anterioridad. Es la razón por la que me mostré de acuerdo en firmar su NDA sin problemas,” le dijo Jessie, incapaz de evitar que su voz sonara excitada. “Llevo casi dos años esperando esto.”

      “¿Dos años?” dijo Hosta, sorprendido. “Si completaste tu tesis hace todo ese tiempo, ¿no deberías haberte graduado ya?”

      “Esa es una larga historia que le tendré que contar en algún otro momento. Pero, por ahora, ¿puedo asumir que tengo su autorización para hacer mis prácticas en DSH-Metro, específicamente en el DNR?”

      “Si tu historia resulta ser cierta, sí,” dijo mientras llegaban hasta la puerta de su despacho. La abrió con su llave, pero no le invitó a pasar. “Aunque tengo que hacer la pregunta que le hago a todos los alumnos que quieren hacer allí su trabajo de campo—¿estás segura de que quieres hacer esto?”

      “¿Cómo puede preguntarme eso, después de lo que le he dicho?”

      “Porque una cosa es leer sobre la gente que tienen en las instalaciones,” le respondió. “Es muy diferente interactuar con ellos. Las cosas se ponen difíciles muy deprisa. Por las redacciones en tu tesis, ¿asumo que sabes algo acerca algunos de los presos que tienen alojados allí?”

      “Sobre unos cuantos; sé que el violador en serie de Bakersfield, Delmond Stokes, está preso allí. Y el asesino múltiple de menores que esa policía retirada atrapó el año pasado también está allí. Y estoy bastante segura de que también tienen allí a Bolton Crutchfield.”

      Hosta se le quedó mirando fijamente, como si estuviera indeciso respecto a decirle lo que estaba pensando. Finalmente, pareció llegar a una decisión.

      “A él es a quien quieres observar, ¿no es cierto?”

      “He de admitir, que siento curiosidad,” dijo Jessie. “He escuchado todo tipo de historias sobre él. No estoy segura de cuántas de ellas son ciertas.”

      “Una historia que te puedo asegurar es cierta es que asesinó brutalmente a diecinueve personas en un periodo de seis años. Puede que otras cosas sean verdades o mitos, pero eso es un hecho. Nunca te olvides de ello.”

      “¿Le conoce?” preguntó Jessie.

      “Así es. Le he entrevistado en dos ocasiones.”

      “¿Y cómo fue?”

      “Señorita Hunt, esa es una larga historia que tendré que compartir en otro momento,” dijo, devolviéndole sus propias palabras. “Por ahora, me pondré en contacto con ese doctor Ranier y comprobaré que lo que dices es cierto. Suponiendo que eso proceda sin incidencias, me pondré en contacto contigo para preparar tus prácticas. Sé que querrás empezar pronto.”

      “Iría mañana, si pudiera.”

      “En fin, ya veremos, puede que tarde un poco más que eso. Entretanto, intenta no saltar por las paredes. Que tengas un buen día, señorita Hunt.”

      Dicho esto, cerró la puerta de su oficina, dejando a Jessie en el pasillo. Ella se dio la vuelta para marcharse. Echando un vistazo a este pasillo desconocido, se dio cuenta de que había estado tan metida en la conversación que no había prestado atención a nada más. No tenía ni idea de dónde estaba.

      Se quedó allí parada un momento, imaginándose a sí misma sentada frente a frente con Bolton Crutchfield. La idea le excitaba tanto como le aterrorizaba. Había querido—no, necesitado—hablar con él durante algún tiempo. La posibilidad de que pudiera suceder pronto le hacía temblar de anticipación. Necesitaba respuestas a preguntas que nadie incluso sabía que tuviera. Y él era el único que las podía proporcionar. Pero no estaba segura de que lo haría. Y en caso de que estuviera dispuesto, ¿qué podía pedirle a cambio?

      CAPÍTULO CINCO

      Jessie se sentía tan entusiasmada que le llamó por teléfono a Kyle de camino entre la universidad y su casa, aunque sabía de sobra que siempre andaba de cabeza durante el día y casi nunca le respondía. Esta vez no fue diferente, pero no pudo evitar dejarle un mensaje de voz de todas maneras.

      “Hola, cariño,” le dijo después del pitido. “Solo era para decirte que me fue extremadamente bien en mi primer día de clase. El profesor es todo un personaje, pero creo que puedo trabajar con él. Y espero empezar pronto con mis prácticas, quizá esta misma semana si todo sale bien. La verdad es que estoy algo mareada. Espero que tu día te esté yendo bien también. He pensado que podía hacer una cena especial para los dos esta noche, sobre todo ahora que por fin hemos encontrado las cajas con todas las cazuelas y sartenes. Dime a qué hora crees que vas a llegar esta noche y preparo algo rico. Podemos descorchar una de esas botellas de vino que hemos estado guardando y quizá empezar con eso de expandir nuestra unidad familiar. Bueno, hablamos luego. Te quiero.”

      Hizo una parada en Bristol Farms de camino a casa y se dio el lujo de comprar unos peces branzino, que pensaba rellenar y cocinar en una pieza. Se encontró con unos mini brócolis de aspecto estupendo y también se los llevó. Mientras iba de camino a la caja, vio unas patatas enanas y también las metió al carro.

      Sintió la tentación de encontrar algo decadente para postre, pero sabía que Kyle había estado entrenando con todas sus fuerzas y no lo probaría. Además, tenían algo de helado italiano en el congelador que serviría para la ocasión. Para cuando salió de la caja registradora, ya tenía todo el menú mapeado en su cabeza.

      *

      Jessie miraba fijamente a los platos llenos de comida sobre la mesa del comedor, antes de mirar su teléfono por tercera vez en cinco minutos. Eran las 7:13 y todavía no tenía noticias de Kyle.

      Le había enviado un mensaje de texto después de recibir su mensaje de voz, diciéndole que le parecían genial los planes y que esperaba llegar a casa para las 6:30 de la tarde. Pero habían pasado más de cuarenta y cinco minutos y todavía no había llegado. Y peor aún, no se había puesto en contacto con Jessie para nada.

      Lo había organizado todo para que la cena estuviera recién

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