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se refiere al aporte que la obra haga al bien común de la comunidad, en este caso la comunidad de una Facultad de Derecho. Las publicaciones de investigación que ayuden a aumentar o consolidar la reputación o el estatus común del lugar merecen el esfuerzo. Todo esto está relacionado con un contenido ideal: la búsqueda de la verdad. Comprender estar cosas es bueno en sí mismo, incluso aunque no haya ningún otro resultado práctico aparte de esa mejor comprensión.

      ¿Es una omisión no haber incluido la posible motivación concerniente a uno mismo de la satisfacción que se logrará tras completar el proyecto? La respuesta es «No». La satisfacción no puede ser una motivación antes de que el proyecto haya comenzado. Pues solo es racional sentir satisfacción por completar un proyecto si se trata de un proyecto bueno o razonable, así que considerar la satisfacción final con uno mismo en el proceso deliberativo inicial sería irrelevante.

      La contemplación de un trabajo en curso es un caso diferente. Cuando se ha empezado una tarea de larga duración, la expectativa de terminarla y de sentir la satisfacción de verla completada es efectivamente una buena razón para seguir adelante y concluir el trabajo. La contraparte negativa de esto es la insatisfacción por el tiempo y el esfuerzo desperdiciados que uno sentiría si abandonase la tarea a la mitad (o en algún otro punto). De hecho, desde cierto punto de vista, el hecho de que un determinado libro que uno piensa en escribir sea el cuarto de un cuarteto es equívoco. ¿Debe escribirlo o no? Desde el punto de vista del momento presente, tomado aisladamente, la cuestión es si se debe empezar o no una nueva actividad o un nuevo proyecto. Para eso, la expectativa de una satisfacción todavía no es pertinente. Desde una perspectiva más amplia la imagen es diferente, pues este libro representa la cuarta parte final de un proyecto mayor, y satisfacer el deseo de completar todo el cuarteto es una buena razón para seguir adelante, aunque pueda no ser apremiante o incluso ni siquiera muy fuerte. Si, pensándolo bien, los tres libros predecesores han dicho todo lo que realmente merece decirse, es mejor anunciar que la serie está completa como una trilogía y que el plan original de cuatro libros se ha reducido por buenas razones, y no ha sido abandonado por pereza.

      El carácter excluyente de una razón concierne a su fuerza como razón —algunas razones tienen una fuerza excluyente, otras no—. Esto añade una tercera dimensión a la discusión anterior sobre tipos de razones: además de direccionalidad y contenido, las razones tienen fuerza.

      La deliberación no puede prolongarse por siempre. Después de reflexionar sobre un asunto lo mejor que podamos, debemos tomar una decisión. A veces puede que incluso recurramos a tirar una moneda cuando el asunto se presenta rodeado de incertidumbre o cuando las razones a cada lado parecen igualmente fuertes y ninguna es una razón excluyente. La decisión es un acto de la voluntad que a menudo se manifiesta en alguna acción abierta, como reservar un billete de avión o llamar por teléfono para confirmar una reserva en un hotel o aceptar una invitación social o profesional. Las decisiones, por supuesto, pueden revocarse o abandonarse con el tiempo, pero la revocación exige una nueva decisión guiada por una nueva deliberación. El equivalente colectivo o corporativo al acto individual de manifestar una decisión por medio de una acción es la aprobación de una resolución en una reunión de la autoridad corporativa o colectiva convocada de manera competente. Las reglas procedimentales normalmente estipulan que tales decisiones solo pueden ser reconsideradas o revocadas recurriendo a procedimientos especiales.

      Tras la decisión viene la implementación. ¿Cómo realizarla? ¿Cómo dividir las partes de un proyecto largo? ¿Cuándo hacer una pausa, cuándo retomarlo? Todas estas preguntas requieren una especie de deliberación «ejecutiva» y decisiones (minidecisiones) sobre la manera más oportuna y mejor de continuar. ¿Cuándo abandonar totalmente el proyecto? Aquí, como ya se señaló, la cuestión de la satisfacción de completarlo es un factor a favor de continuar, respaldado por los remordimientos por el tiempo malgastado si efectivamente no hay expectativas útiles de continuar hasta el final.

      3. ¿ES ESTA UNA IMAGEN DEMASIADO EGOCÉNTRICA?

      El deliberador racional caracterizado hasta ahora debe de parecer una persona terriblemente ensimismada en sí misma. Una persona está metida en su propio plan de vida con todos los proyectos y las actividades que lo componen, otra persona en el suyo propio, y así para cada individuo, dejando a un lado, por supuesto, los proyectos corporativos o colectivos —pero eso a su vez puede ejemplificar simplemente un ensimismamiento corporativo—. Sin embargo, eso no es todo. En cuanto que deliberadores racionales, cada uno es también un agente moral, y eso implica una actitud no ensimismada.

      El razonamiento práctico en la moral ciertamente concierne a mis planes para mí mismo, pero plantea aún más notoriamente la cuestión de las obligaciones hacia otras personas. ¿Qué pasa con mis hijos, mi cónyuge, mis amigos, mis colegas, mi jefe, mis conciudadanos y, de hecho, todos mis semejantes con sus sufrimientos? ¿Cómo figuran en mis planes? Y lo más importante: ¿cómo deberían figurar? ¿No es esa la esencia misma de todo problema moral? ¿Qué debemos a los otros? ¿Cómo respondemos a ellos? ¿No es la respuesta irreflexiva de amabilidad y buena voluntad a un extraño en problemas el ejemplo más obvio de acción moralmente buena, a diferencia de todos los cálculos y toda la deliberación que tipificamos como razonamiento práctico?

      Estas cuestiones tienen mucho peso pero no son ajenas a nuestra discusión,

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