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Si una sola iniciativa de redención para esas castas desheredadas pudiese surgir de esta agitación que nos invade, habríamos llenado el más hermoso deber de una generación!46

      Le correspondió a Jorge Bejarano hacer el balance. Calificó el certamen de positivo, pues el problema de la higiene y de la salud pública había quedado instalado en el orden del día de la cotidianidad colombiana. Apuntaba que la estabilidad de Roma en sus doce siglos de existencia, la idea nacional de Esparta, los gloriosos periodos de Grecia, fueron obra del vigor físico que fomentaron sus gobiernos, sugestionados sin duda alguna por la creencia homérica y prehomérica de que un cuerpo enfermo, deforme o depravado no podía ser asilo de ningún valor moral ni intelectual.

      Las conferencias tendrán gran repercusión y gracias a ellas se incrementarán políticas públicas de higienización y se crearán instituciones para ello. Para Bejarano era indispensable prepararse adecuadamente, resolver los problemas de las enfermedades endémicas y adquirir sanidad corporal antes de que asomara la inmigración extranjera47.

      La polémica no paró, la conferencia siguió el camino despejado. El 5 de julio de 1920, Gaitán se dirigió al director del Panóptico General de Prisiones en nombre del que él mismo había fundado, para que permitiera a los universitarios dictar conferencias a los presos. Así fundamentaba su petición: “Esta labor es puramente científica y solo nos anima a emprenderla el deseo de coadyuvar al mejoramiento de los que por haber delinquido se han hecho víctimas del más crudo de los sufrimientos que no pueden pasar inadvertidos para nosotros”48. El 14 de agosto se habían iniciado conferencias en La Mesa. Víctor Sánchez, un destacado estudiante de Derecho, habló de educación cívica; el domingo 15, en Zipaquirá, habló del problema social Juan Manuel Ortega; y el 20 agosto de 1920 el Centro Universitario informó que la organización había afinado su junta directiva: presidentes honorarios, doctores Julio Manrique, L. E. Nieto Caballero y Enrique Santos; presidente efectivo, Jorge Eliécer Gaitán; vicepresidente, Alejandro Zea R.; y secretario, Víctor Sánchez.

      Y así, el CUPC se desplazaba por toda la región cundiboyacense primero, y por el país después, dictando conferencias. En julio estuvieron en Girardot. Allí, Jorge Luis Vargas disertó sobre blenorragia y sífilis. En agosto, en La Mesa, Víctor Sánchez, estudiante de Derecho, habló de educación cívica; en Zipaquirá, Juan Manuel Ortega habló del problema social. No faltaban las arbitrariedades en contra de sus actividades: alcaldes como los de Facatativá y Fontibón en julio y agosto de 1920 impidieron la continuación de una serie de conferencias.

      De promover conferencias se fue contagiando todo el mundo. El socialismo colombiano del siglo XX, que apenas echaba raíces, no se quedó atrás. En agosto de 1920, desde Venadillo, Tolima, un corresponsal reportó: “Los señores Julio Navarro y Carlos Melguizo están dando conferencias en estas regiones, en favor del partido socialista y de sus doctrinas. Han dictado ya conferencias en Honda, Ambalema y San Lorenzo, y aquí dictarán dos”49.

      Finalmente, en noviembre se anunció que con el título Los problemas de la raza en Colombia, coordinado y prologado por Luis López de Mesa, había salido el libro que recogió en un solo volumen las conferencias dictadas en el ciclo convocado por la Asamblea de Estudiantes. El libro había sido editado por El Espectador50. El Tiempo invitaba a su lectura:

      Allí encontrará el lector, que no pudo asistir a las conferencias del Teatro Municipal, o que desee precisar las impresiones recibidas en una lectura fugaz, el clarovidente pesimismo, asentado sobre sólidas bases científicas de Jiménez López y Calixto Torres Umaña el conceptuoso patriotismo de López de Mesa y las magistrales concepciones optimistas de Simón Araujo, Lucas Caballero y Jorge Bejarano. Además precede a todos los trabajos el que les dio origen: la sensacional monografía sobre la degeneración de nuestras razas, presentada por el doctor Miguel Jiménez López, al tercer Congreso Médico Nacional; y que ocasionó el debate intelectual más interesante e intenso que se haya registrado en nuestra tierra.51

      En lo sucesivo de 1920 la temática de la salubridad continuó desarrollándose a través de la conferencia. La asamblea estudiantil no volvió a organizarlas, pues se implicó en la organización de la fiesta de los estudiantes, que estaba próxima a celebrarse. Empero, el CEU, que dirigía Jorge Eliécer Gaitán, no se desanimó. Las conferencias adquirían cada vez más un carácter popular. El 3 de septiembre, el senador Anselmo Gaitán habló de la acción fisiológica del alcohol, del alcohol como causa de enfermedad, de muerte, de crimen y de degeneración de la especie, del gobierno y el alcoholismo y los remedios del mal. En La Mesa, Roberto Albornoz habló sobre sífilis el 5 de septiembre. El día anterior Jorge Eliécer Gaitán se había dirigido al director del asilo de locos de Las Mercedes, en Bogotá, en busca de un permiso para organizar un instituto nocturno en el asilo en provecho de los empleados del establecimiento. Justificaba su pedido así:

      Obedece esta labor al plan que esta Corporación se ha trazado de servir activamente al perfeccionamiento de todas las clases sociales y en especial a las más desvalidas de ellas. Nuestra labor es meramente científica, como es sabido, y para ello creemos tener derecho a esperar su valioso apoyo.52

      Día a día las conferencias estaban más animadas. Los organizadores introdujeron música y fiesta. La nueva modalidad se incorporó a partir de una intervención del reconocido intelectual Armando Solano, que habló sobre periodismo el 15 de septiembre en el salón Samper. Al igual que las conferencias acerca de la degeneración de las razas, estas tenían un costo de 30 centavos, y para recoger fondos el Centro de Extensión Universitaria organizó en el Teatro Municipal una concurrida fiesta en el marco de las fiestas universitarias, y se aprestó para emprender una gira por las principales capitales del país: Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, Ibagué, Manizales y Cali. Los delegados para la gira proponían la fundación de bibliotecas para los presos, organización de las conferencias quincenales, inauguración de las conferencias populares de vulgarización científica para obreros, sobre alcoholismo, higiene, agricultura y varios temas sociales; fundación de escuelas ambulantes que tenían como fin la creación de institutos técnicos nocturnos para obreros, donde se les perfeccionaría científicamente. Y, por último, organizarían la fiesta de la Extensión Universitaria con una gran velada, donde serían proclamadas las reinas de la fiesta.

      El éxito de la conferencia contagió a las autoridades que velaban por la higienización de Bogotá. La alcaldía se encargó de patrocinar cada 15 días conferencias sobre higiene y alcoholismo con el propósito de buscar el mejoramiento de la clase obrera y de todos los habitantes. La primera de ellas se llevó a cabo en el barrio San Cristóbal, en uno de los pintorescos quioscos del lago, el 5 de septiembre, y estuvo a cargo de Jorge Bejarano, quien habló de la necesidad de alejar al pueblo de los horrores del alcohol. Por otro lado, El Tiempo emprendió una campaña contra el alcoholismo en una columna que tituló “El mal de la raza”. Eliseo Montaña, autoridad reconocida sobre la temática, fue el primero en escribir y señalar que se trataba de la continuación del debate de la degeneración racial a través de los medios. Entre las enfermedades que azotaban a la población, fue al alcoholismo al que se le prestó mayor atención por considerarse un problema de defensa nacional53. No faltaron sinónimos oficiales para semejante mal: nefando vicio, vicio fatal, etc., mientras que la población se refería a él como el “príncipe de la alegría”54.

       Notas

      1Véase: Carlos E. Noguera, Medicina y política: discurso médico y prácticas higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia (Medellín: Eafit, 2003); Aline Helg, “Los intelectuales frente a la cuestión racial en el decenio de 1920: Colombia entre México y Argentina”. En Estudios Sociales, n.° 4 (Medellín: FAES, 1989).

      2Es abundante la bibliografía que se ha producido alrededor de las conferencias sobre la degeneración de la raza. Una lista muy útil puede verse en: Catalina Muñoz Rojas, “Más allá del problema racial: el determinismo geográfico y las dolencias

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