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probable que el mismo autor del Apocalipsis, apreciando mucho el número siete podría haber percibido así la estructura de su propio libro. En este caso tenemos que dar crédito a Gregorio López por su excelente intuición en poner la composición séptuple como la base de la composición del Apocalipsis. Otra cuestión es: ¿cómo se podrían estructurar los fragmentos incorporados? Según Felise Tavo, esos fragmentos podrían corresponder con aquellos que Adela Yarbro Collins calificaba como “las visiones no numeradas”.[88] El inicio de cada visión resulta marcado por las formas verbales εἶδον (“yo vi”) o ὤφθη (literalmente “fue visto”). Entonces, para el fragmento 12-14 parece oportuno destacar las siguientes visiones: i) la mujer vestida de Sol, 12:1-17; ii) el dragón, 12:3-7, iii) la bestia del mar, 13:1-10, iv) la bestia terrestre, 13:11-18; v) el Cordero y los 144 000 sellados, 14:1-5; vi) los tres ángeles, 14: 6-13, vii) el Hijo del Hombre y la cosecha en la tierra, 14:14-20. Son, entonces, siete visiones que forman parte de una composición septenaria independiente. Para otro fragmento (19:11-20:15) que corresponde al segundo ciclo de las visiones “no numeradas” (según Yarbro Collins) las mismas formas verbales se usan para distinguir las siguientes visiones: i) el jinete sobre el caballo blanco, 19:11-16; ii) la llamada al banquete del Señor, 19:17-18; iii) la batalla final, 19:19-21; iv) la atadura de Satanás, 20:1-3; v) la primera resurrección y el fin de Satanás, 20:1-3; vi) el gran trono blanco, 20:11; vii) el juicio final, 20:12-15; así que los marcadores que podrían ser usados por convención también descubren otro ciclo séptuple de las visiones.[89]

      Caracterizando su método de interpretar el libro de la Revelación, López hace hincapié en la hermenéutica histórico-simbólica, recordándonos su propia definición del Apocalipsis como historia profética disfrazada en figuras. Las figuras o parábolas no son alegorías, son símbolos que aparecen como unos signos condicionales y en su totalidad llegan a ser elementos de un código, cuyo significado ya es sabido a partir de los profetas veterotestamentarios:

      Después de haber caracterizado el método simbólico para explicar las figuras del Apocalipsis, Gregorio López dice que tal método no difiere del de los libros veterotestamentarios y así caracteriza la composición del libro basada en las figuras o parábolas:

      Comparando a la Bestia con Roma y su imperio y a la mujer vestida de Sol con la Iglesia que padece persecuciones, Gregorio López coincide con los Padres de la Iglesia, quienes usaban las mismas interpretaciones. Gregorio López usa el sistema tradicional de interpretación de las imágenes clave del Apocalipsis, pero proponiendo una hermenéutica histórica completamente nueva al rastrear la historia del imperio romano en la base del libro del Apocalipsis y calculando los tiempos que deberían haber precedido al reino milenial de Jesucristo y al juicio final. El plan del Apocalipsis que propone Gregorio López es conciso:

      Gregorio López esboza los puntos clave de su plan: la secuencia general de los acontecimientos cruciales referentes a la época de las persecuciones a partir de Trajano hasta Diocleciano. Los acontecimientos se desarrollan de una manera lineal y progresiva; los eventos de los últimos siglos ya se ven marcados de una dimensión apocalíptica y metahistórica. Todo empieza con la cesación de las persecuciones durante Constantino el Grande; esa misma época es el presagio de los periodos apocalípticos futuros. El ángel que ató a Satanás es el papa Silvestre, bajo cuyos auspicios se ha llevado a cabo el Primer Concilio Ecuménico de Nicea. Luego pasó el periodo de mil años, que de cierta manera prefigura el reino milenial de Jesucristo. Los turcos otomanos, quienes destruyeron el imperio bizantino, aparecen como Gog y Magog, así que los acontecimientos que preceden a la época de Gregorio López, es decir, al siglo xvi, ya dejan de pertenecer a la dimensión histórica, abriendo el inicio del periodo apocalíptico, cuando casi todas las profecías se cumplieron y solamente el juicio final y el establecimiento de la Jerusalén celeste se posponen al futuro. Así son las consideraciones básicas de Gregorio López en torno al libro del Apocalipsis; sin embargo, nos parece oportuno dar un recuento más detallado para entender mejor la visión y el concepto que tenía el ermitaño novohispano acerca de la composición del Apocalipsis de san Juan.

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