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tiene esto. Sencillo, tu postura ante las cosas que te rodean te define como persona. Una postura ética puede elevar una simple competencia a propuesta de valor. Las hay beligerantes, huidizas, dominantes, valientes, taimadas, firmes. Cuentan todas las que se te ocurran o detectes a tu alrededor. Pero la que te ocupa es la tuya.

       El nombre del hijo

      Andrés y Sara van a tener su primer hijo. Es domingo y la pareja está de sobremesa en casa de los padres de él. El padre, de carácter autoritario, choca con Andrés. Hablan del nombre que pondrán a su hijo y manejan listas al azar.

      —Lo que tienes que hacer —señala el padre—, es llamarle como tú, Andrés, así continúas la tradición de tu padre y tu abuelo.

      —Eso ya te digo que no —corta por lo sano Andrés—, el niño se llamará como queramos y nos guste. Nada de condiciones.

      —Habíamos pensado en Diego —interviene Sara.

      —¡Diego me encanta! —se suma la madre, Elisa.

      —Bueno —dice Andrés—, aún no lo tenemos claro, ¿eh? Puede ser Luis, Carlos, Félix, Marcos, Álvaro…

      —Y también Antonio, José, Paco —añade el padre, al que le gustan los clásicos.

      —Emilio, Santiago —ahora es Sara la que sigue con la lista—, estamos dándole vueltas. También nos gusta Marcelo.

      —¿Marcelo? —interrumpe el padre—. ¡Marcelo no! Ese nombre suena a personaje de tebeo. No quiero un nieto con cara de Marcelo.

      Sara y Andrés se miran, y en ese momento se dan cuenta de que la decisión está tomada. Terminan de despedirse y, ya en el portal, como impulsados por un resorte, exclaman al unísono:

      —¡¡Marcelo!! Ese será el nombre de nuestro hijo —afirma Andrés, confirma Sara—. Si no le gusta a mi padre, es el bueno.

      Marcelo es el nombre que Sara y Andrés le pusieron a su hijo. La posición de la pareja, en este caso, se mantuvo firme: enfrente del padre y suegro, en el lado contrario. Con esta decisión han defendido la posición por oposición.

      Como las cosas se ven mejor a vista de pájaro y volar con la mente no cuesta nada, puedes dibujarte un mapa que te ayude a contextualizar la posición que ocupas o quieres ocupar. Los mapas cambiaron el modo de entender el mundo. Supusieron la materialización de una idea maravillosa que permitió a la humanidad descifrar las características del medio físico para moverse con mayor eficiencia. Son un modelo de codificación ejemplar. Gracias a los mapas sobrevolamos por encima del territorio y nos posicionamos respecto a los elementos dispuestos en el mismo. Si somos capaces de comprender, y hasta de garabatear un mapa de localizaciones geográficas, ¿no lo seremos de construir el mapa de nuestro posicionamiento? Cuando tomas altura mejoras la perspectiva. Es entonces cuando los mapas te muestran de forma clara por dónde te meten goles y te descubren la zona menos congestionada para ayudarte a eludir o superar tus retos. Si tienes a la vista todos los caminos y una información del tráfico adecuada, puedes elegir la vía rápida que te conduzca hacia tu destino.

      Y, por último, hay que definir la comunicación. Lo que vas a transmitir, cómo y dónde. Muchas veces tu comunicación será distinta según las circunstancias. En algunas ocasiones tendrás que mostrarte con suavidad y cariño. En otras, con autoridad y determinación. O mezclando de aquí y de allá, con conocimiento y criterio. Para tener conocimiento, como es obvio, hay que estudiar. Y aprender.

      Aunque este apartado va sobre lo que te motiva o mueve, y es lo esencial, el cómo hacerlo es su consecuencia visible. El vestido o envoltorio; hay quien tiene poco más que mostrar. Cuanto más se contradiga la forma con el fondo y, sobre todo, cuánto más sobrevalorada resulte esta en relación a aquel, más rápida será la caída. Ese es un servicio que las falsas apariencias brindan a la sociedad: el que lo prueba no repite.

       EL DESARROLLO DE CONSTANTES UNIVERSALES Y SISTEMAS PARTICULARES

      Es oportuno señalar que una obra mal interpretada, por buena que sea, al final se ganará el abucheo del público. Con nuestra identidad pasa lo mismo. Para que resulte coherente, debe ser aplicada con convencimiento y sistema. A veces personas mediocres pero consistentes obtienen mejores resultados que algunos genios, tan imprevisibles y volubles como incomprendidos. No cabe obsesionarse por ser lo que uno no es, sino por transmitir de manera constante —fiable, en definitiva— los mensajes que nos identifican y definen. Ese es el mejor camino para conseguir un buen reconocimiento. Redundando, que se nos reconozca por nuestras obras, en este caso, por nuestra forma y fondo particular.

      Esta es la parte normativa del proceso y consiste en ser capaces de elaborar una hoja de ruta, una especie de guía de estilo que recoja y resuma todo el plan de análisis y decisiones, y nos sirva de referencia para no apartarnos del camino elegido si el azar y la necesidad lo permiten.

      1- Isra García (abril 2015). http://isragarcia.es/.

      2- William Meyers. Los creadores de imagen. Traducción: Joaquín Adsuar Ortega. Ariel Sociedad Económica.

      3- Al Ries y Jack Trout. Posicionamiento: La batalla por su mente (edición revisada). McGraw-Hill. La cita está recogida del libro de Marçal Moliné La Comunicación Activa. Publicidad Sólida (85). Deusto. El texto completo citado por Moliné dice: Para habérselas con la complejidad de la publicidad, la gente ha aprendido a alinear los productos y marcas en la mente (…). Para que un anunciante pueda impulsar su producto, debe utilizar una nueva escala de valores pero, a su vez, eso es difícil si la nueva categoría que quiere establecer no está posicionada contra otra. La mente no tiene espacio para lo nuevo y diferente, a menos que lo relacione con lo existente. Es por esto que si bien uno tiene un producto realmente nuevo, a menudo es mejor decir qué cosa no es, en vez de decir qué cosa es. El primer automóvil, por ejemplo, fue llamado carro sin caballos.

Portadilla

      Ya hemos prevenido sobre los riesgos del afecto desmedido hacia uno mismo: el egocentrismo es, con frecuencia, la consecuencia de un exceso de ambición personal, y su cultivo, un modo seguro de conseguir que nuestro entorno nos evite cuando puede elegir y le es posible, que suele ser más bien siempre.

      ¿Proclamamos el abandono de objetivos ambiciosos? De ningún modo. Proclamamos el equilibrio entre nuestras aspiraciones y los entornos laborales y personales para que todo a nuestro alrededor suene afinado. No se consigue el éxito sin compañía, ni la felicidad es una isla que nos pertenezca o un territorio que debamos conquistar a sangre y fuego, es decir, causando bajas. No suena bien una orquesta porque sus intérpretes sean virtuosos: necesitan un buen instrumento y necesitan trabajar en equipo. Necesitan un director que concilie, que tenga una visión global y reparta roles: la mano derecha marcando entradas y compases, la izquierda, casi siempre vibrante, sacando de dentro afuera la pasión y el alma que el músico, como toda persona, desea compartir y que aflore y fluya.

      El principio de la convivencia indica que aquí estamos todos. Si no hay interacción, el desarrollo individual naufraga, incluso si eres un superdotado, que no hay tantos ni son tan felices. Pero vamos a matizar, no se trata de agradar a todos, que ni es posible ni, por tanto, recomendable. Lo que postulamos es que, definido un segmento, compartamos su código y variables, defendamos su especificidad desde lo que nos une y hace fuertes. Y eso hay que saberlo, a qué grupo perteneces, qué lo caracteriza, qué posición ocupas. Párate, reflexiona, toma decisiones y, solo después, actúa.

      El mapa que dibujas en tu mente define el territorio en el que vives y te mueves. Es el mapa de tus gustos y aficiones y de las personas con quien los

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