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entradilla a nuestra forma de justificar el trabajo que presentamos. Una matrona con décadas de ejercicio profesional en la asistencia hospitalaria; una matrona que hace años que forma a enfermeras y a matronas y que, además, tiene una licenciatura en historia parece ser –concédasenos el beneficio de la duda–una persona con el perfil adecuado para abordar el estudio de los cambios producidos en la atención al parto en la España de las últimas décadas.

      Como matrona dedicada a la actividad asistencial en un paritorio de la sanidad pública durante más de veinte años, el hecho de estar día a día acompañando a las mujeres en su proceso de parto me ha hecho reflexionar sobre el papel de éstas en un momento clave como es el de dar a luz a un hijo. En la actualidad, son los obstetras, amparados en un sistema sanitario altamente tecnificado y medicalizado, los que toman las decisiones y le indican a la mujer cómo debe parir. Las matronas, situadas en un lugar inferior en la jerarquía hospitalaria, acompañan y ofrecen sus cuidados a las gestantes, pero sin contravenir el orden establecido. Las figuras centrales de este acto, las mujeres de parto, desconfían de su propia capacidad de tener un parto normal y se someten a los protocolos médicos. La pregunta es inevitable ¿qué ha pasado en estos últimos cuarenta años para que las mujeres hayan olvidado la capacidad de su cuerpo para tener un parto espontáneo?

      Bien es cierto que desde dentro del sistema sanitario no existe total homogeneidad y ya hace décadas que diversos grupos de matronas y de obstetras han mantenido una asistencia al parto basada en el respeto a la individualidad de cada mujer y a sus elecciones, dejando que la fisiología haga su trabajo sin intervenir con fármacos o con tecnología. Se mantiene una actitud de acompañamiento que comprueba que el proceso evoluciona dentro de la normalidad para solo actuar cuando aparecen complicaciones. Ese y no otro sería el momento de utilizar los avances científicos para ayudar a las gestantes con el objetivo compartido de obtener un nacimiento saludable tanto para la madre como para su hija o hijo.

      A pesar del loable trabajo realizado por estos grupos de profesionales, consideramos que se hace necesaria una revisión de los procedimientos actuales para adecuarlos a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y a las demandas –tanto de profesionales como de mujeres–, que abogan por superar el paradigma biomédico que considera el parto como un proceso potencialmente peligroso.

      Aunque la incursión de los médicos varones en la asistencia al parto puede rastrearse en nuestro país desde el siglo XVIII, la generalización de su presencia y su autoridad como algo indiscutible se produjo en la segunda mitad del siglo pasado aparejada a un cambio de escenario: de la casa al hospital. Los cambios en la situación económica, la incursión de los tecnócratas en los ministerios franquistas y la legislación sanitaria fueron el motor de este cambio.

      Con esta investigación nos propusimos profundizar en el análisis de dichos cambios y para ello trabajamos, además de las fuentes secundarias que nos han ayudado a conocer el estado de la cuestión, con fuentes primarias que nos han permitido contrastar lo que está escrito con la valoración que de ello hacen las matronas que pasaron de atender los partos en los domicilios a formar parte de la plantilla de los hospitales.

      La realización de cincuenta y dos entrevistas en profundidad a matronas nos ha permitido utilizar los testimonios recogidos como una fuente primaria –sometida a la crítica como cualquier otro documento histórico–, pero teniendo en cuenta la existencia de otras voces que no han sido contempladas en los libros científicos sobre obstetricia ni en los documentos oficiales.

      Entre los años cincuenta y finales de los años noventa del siglo pasado, España experimentó un carrusel de transformaciones sociales, económicas y culturales que vistas desde nuestro presente se nos antojan casi revolucionarias. Los cambios que se producen en la situación de la mujer favorecen la evolución desde una ancestral sociedad patriarcal hasta su incorporación, de manera paulatina eso sí, como un importante agente económico y social. Dichos cambios han sido analizados desde una perspectiva que ha primado la relación entre mujeres (matronas y parturientas), así como la centralidad de las mujeres que ejercían una profesión remunerada (las propias matronas). Doce de las entrevistadas fueron testigos de unas modificaciones sustanciales en las que además participaron como mujeres y como profesionales. Estas matronas son, en principio, profesionales que trabajaron, incluso después de casadas, en una sociedad en la que la mujer estaba lejos de ocupar un lugar algo más que testimonial en el mercado laboral. Además, esas matronas son mujeres que ejercieron su profesión –con mujeres y para las mujeres– en una sociedad regida por hombres. Otra informante más de las que asistieron partos en el domicilio era partera, es decir, una mujer sin formación reglada que también nos aportó su experiencia. Además, existen dos tipos de hombre con los que las matronas se relacionaron de forma ineludible: los maridos de las gestantes que iban a parir y los médicos.

      Si, como hemos dicho, una docena de las matronas que han sido informantes en nuestra investigación han trabajado en la atención de partos en el domicilio, cuarenta han ejercido su profesión en el espacio hospitalario. De éstas, trece también lo hicieron en Atención Primaria una vez promulgada la Ley General de Sanidad (1986). De nuestra muestra de matronas, treinta y siete han ejercido su profesión en Valencia y quince han trabajado en otras ciudades del país. A este respecto tenemos que hacer una aclaración sobre la elección del grupo de informantes. El objeto central de esta parte del estudio eran las matronas que tuvieron vínculo laboral con el Hospital Maternal de La Fe. Aun así tuvimos oportunidad de entrevistar a profesionales de otros hospitales y de otras ciudades, lo que nos permitió contrastar la forma de atender los partos durante la segunda mitad del siglo pasado en distintos lugares del territorio español.

      Con respecto a la profesión de matrona, en 1986 se suspendió su formación porque el Plan de Estudios tenía que adaptarse a las directrices de la Comunidad Europea. Tras seis años de interrupción en la formación de nuevas matronas, en 1992 se promulgó una Orden Ministerial que estableció los requisitos mínimos para la puesta en marcha de la especialidad de Enfermería Obstétrico-Ginecológica/Matrona, ahora adaptada a las directrices comunitarias. Desde entonces quien firma estas páginas es profesora de la Unidad Docente de Matronas en la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud (EVES) y he impartido dos asignaturas, Asistencia al parto e Historia de la profesión de matrona.

      La segunda asignatura citada, la que en definitiva justifica mi interés por el tema elegido, es la historia de la profesión de matrona. Desde aquella primera promoción me permití apostillar al enunciado una coletilla que anunciara a las residentes cuál era mi posición como historiadora ante el tema de estudio: Historia de la profesión de matrona desde una perspectiva de género.

      Este texto que presentamos tiene diversas singularidades. La primera atiende la articulación de los cambios sociales y culturales de la España del período con las modificaciones sustantivas que se producen tanto en el marco legal del ordenamiento sanitario, en el proceso de tránsito de la atención al parto como acto íntimo y doméstico a un acto médico altamente tecnificado y, por ende, de menor cercanía humana entre la mujer y las profesionales que le ayudan en su parto. La segunda singularidad se hace patente en el tratamiento que damos a la documentación primaria resultante de nuestra labor con informantes orales.

      Hemos intentado responder a lo largo de nuestro trabajo a una serie de interrogantes. ¿Qué pasó con esas mujeres, con las matronas y con las parturientas, en el proceso de atención al parto durante esos años vitales de nuestra historia reciente? ¿Cómo influyeron los cambios sociales en esas mujeres y en sus relaciones personales y familiares? ¿Qué significó, realmente, el tránsito del parto domiciliario al parto hospitalario?

      Estas preguntas determinan la orientación metodológica

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