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poético en sí. Como explican Eduard Escoffet y Lis Costa:

      La poesia pública, per dir-ho amb un terme que no distingeix entre tradició i avantguarda, beu de les novetats tecnològiques per tornar als orígens, i els mateixos avenços tecnològics li obren actualment les portes a una major vigència pel fet de ser una pràctica creativa efímera, una forma artística que es desenvolupa en viu.

      La poesia pública no busca la decoració d’un text, sinó que l’amplifica i reubica els plans de l’escriptura i la lectura i, en certa mesura, multiplica els nivells de lectura. És a dir, desplaça l’escriptura a l’acte públic (damunt de l’escenari) i desplaça la lectura a la presencia efímera (limitada a un espai i a un moment concrets, sense possibilitat de tornar al text, fora de la pròpia memòria del lector). El so, el gest i tots els elements extratextuals han de ser interpretats (executats per una banda i llegits per una altra) i el poema n’és la suma i la confluència. La informació circula fragmentada per més d’un canal; el poema és el conjunt. No es tracta, doncs, de redundar en el discurs, sinó de fer-lo més complex11.

      Esta manera enriquecida de leer poesía la podríamos considerar, por tanto, incluso más “tradicional” que la poesía en papel, si tenemos en cuenta que los poemas frecuentemente han sido textos compartidos más que textos de lectura individualizada.

      No son solo los textos poéticos de poetas actuales aquellos que se ven beneficiados de su implementación en el entorno digital. Autores clásicos como, por ejemplo, William Shakespeare, T.S. Eliot o Octavio Paz, también tienen cabida en los dispositivos móviles: los Sonnets, The Waste Land y Blanco son las obras de estos autores que ahora mismo podemos leer en el iPad de manera enriquecida, pero cada vez son más las iniciativas lectoras para dispositivos móviles digitales. The Waste Land y The Sonnets, ambos diseñados por Touch Press12, contienen las lecturas anotadas de las obras, grabaciones en audio y video, manuscritos originales de los poemas en el caso de Eliot y la primera edición digitalizada de los sonetos de Shakespeare, además de lecciones a cargo de expertos en los dos autores. En Blanco, en cambio, el soporte digital, además de hacer posible que los lectores podamos observar el manuscrito original, fotografías, documentos, audios y vídeos hace realidad la concepción primigenia de Paz al escribir el poema, ya que permite todas las lecturas que él había imaginado.

      Por todas estas ventajas del soporte digital para el lector de poesía, la literatura infantil y juvenil tiene en los dispositivos móviles al aliado perfecto para conectar con los pequeños o jóvenes lectores. La poesía infantil no se queda atrás en apps para dispositivos móviles y, además de los libros de rimas parecidos a los álbumes ilustrados pero interactivos como The Cat in the Hat13 (un clásico anglófono de las rimas infantiles), podemos encontrar selecciones como If14, con una magnífica antología para niños de 270 poemas clásicos recitados por personalidades conocidas del mundo del cine y organizados por temas y edades. La manipulación obligada en la lectura que piden los últimos dispositivos móviles táctiles hace de estas obras infantiles una puerta de entrada más compleja y enriquecida en el mundo lector ya que se mantiene el hecho de tocar que encontramos en los libros infantiles en papel, tan relevante en los primeros años de aprendizaje, y se amplía con la posibilidad de escuchar sonidos y palabras, observar movimientos o rayar y colorear sin fin.

      El enriquecimiento que frecuentemente experimenta la literatura en el entorno digital (literatura digitalizada) hace evidente cuáles son los aspectos esenciales en la nueva dimensión que adquiere la literatura en el medio electrónico como, por ejemplo, la mixtura de diferentes tipos de lenguajes (oral, escrito, audiovisual, cinético...) o la mirada, por eso, ahora más poliédrica y compleja sobre la traducción de obras y su posterior difusión. Y todo eso, teniendo muy en cuenta a la figura del lector, porque en el espacio digital la comunidad de lectores tiene un protagonismo absolutamente renovado. Sin embargo, la poesía digitalizada enriquecida no es lo mismo que la poesía nacida digital, como veremos seguidamente.

      Se denomina literatura digital a la creación literaria realizada con medios electrónicos y/o nacida en el entorno digital que aprovecha las herramientas propias de este entorno (código, red, tiempo, espacio, imagen, sonido, movimiento, enlaces...) para ser. Es decir, las herramientas digitales y electrónicas son usadas por los escritores para conseguir unas finalidades estéticas determinadas en la creación literaria y en ningún caso trasladables a un soporte en papel. Se trata, así pues, de obras literarias que no se pueden desvincular del entorno digital o electrónico en el cual han nacido para poder ser leídas en su globalidad y complejidad. Las obras literarias digitales ponen de relieve algunos aspectos metaliterarios e, incluso, paraliterarios, que nos comprometen a reformular y a repensar aspectos fundamentales de los estudios literarios como, por ejemplo, la cuestión de la autoría, la influencia del contexto, el papel, efecto y significado de las figuras retóricas, del tiempo y del espacio en la obra poética y otros aspectos más históricos como los géneros, la lectura, la escritura-creación y la traducción.

      A la literatura digital, los diferentes críticos y estudiosos, se han aproximado desde puntos de vista y tradiciones diferentes y han remarcado diversos y relevantes aspectos del nuevo medio y de las nuevas textualidades en el seno del entorno digital. En este breve estudio introductorio a la poesía digital apuntaremos solo algunos aspectos fundamentales de las teorías relacionadas con el texto literario digital.

      La literatura como producto cultural que se sirve de las herramientas y del entorno digital para existir, es decir, la literatura electrónica15 o literatura digital, ya hace algunas décadas que se estudia puesto que disponemos de multitud de creaciones de este tipo y porque, como veremos, el término hipertexto (en el entorno digital, o no) se puede considerar el concepto clave que designa un fenómeno textual relativamente antiguo.

      George P. Landow16, profesor de Lengua inglesa e Historia del arte en la Brown University, se considera uno de los pioneros en teoría y crítica del hipertexto y uno de los primeros introductores del hipertexto para la enseñanza superior con su proyecto The Victorian Web. Hypertext: The Convergence of Contemporary Literary Theory and Technology17 (Landow: 1992) supone también un hito en el estudio académico de la escritura de los textos en el entorno digital, usando las potencialidades de este entorno. Tanto esta obra como los posteriores estudios de Landow sitúan a la teoría hipertextual en conexión con la corriente de la crítica postestructuralista, relacionándola con autores como Derrida o Barthes pero, al mismo tiempo, con una amplia perspectiva que incluye desde Wittgenstein a Genette, las teorías de la recepción lectora o la reflexión teórica sobre las figuras retóricas en el marco digital. Toda su producción crítica sobre literatura digital la podemos encontrar revisada y ampliada en el muy recomendable Hypertext S.O: Critical Theory and New Media in an Era of Globalization publicado en el año 2006 por la John’s Hopkins University Press. Landow, además, es el autor de diversas obras hipertextuales para la enseñanza de la literatura como por ejemplo The Dickens Web, The In Memoriam Web y Writing At The Edge18. Con todo, es el proyecto The Victorian Web el material hipertextual más antiguo (año 1987) en el cual Landow participó como principal motivador e investigador. El proyecto ha sido traducido al francés y al español. Otros estudiosos de la literatura en el nuevo medio digital que han profundizado en las características de esta clase de textos son Espen Aarseth19 (1997) y N. Katherine Hayles20 (2008), los cuales acuñan los términos “ergodicidad” y “tecnotexto” respectivamente para caracterizar y definir el texto literario digital.

      El término “ergodicidad” (“nontrivial effort is required to allow the reader to traverse the text. If ergodic literature is to make a sense as a concept, there must also be nonergodic literature, where the effort to traverse the text is trivial, with no extranoematic responsibilities placed on the reader except (for example) eye movement and the periodic or arbitrary turning of pages21”) hace referencia a una característica que podemos encontrar en cualquier tipo de textos, sean digitales o no y, en cambio, la definición de Hayles de “tecnotexto” implica plenamente las potencialidades del medio digital, porque exige una mirada específica para esta clase de literatura

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