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de Joan Ramon Colominas. El documento elaborado afirmaba en sus conclusiones:

      La defensa de la propuesta estuvo a cargo de Rafael Ribó que, al acabar su discurso, recibió algunas discrepancias entre los partidarios de la cooficialidad de las lenguas y la oficialidad de la lengua catalana. No obstante, Josep Solé Barberà solucionó el conflicto creado con la expresión final de «ús oficial».

      Tras la vuelta al trabajo postvacacional, la política nacional pasó a un segundo plano, ofuscada por los acontecimientos que llegaban desde el otro lado del Atlántico. La situación crítica por la que discurría la política chilena, que se agravaba por momentos, ocupaba el interés no tan solo de la prensa, sino también de la oposición.

      El día 10 de septiembre de 1973, la Democracia Cristiana chilena pidió la dimisión del presidente de la República, siendo apoyado el día después por la cúpula de las Fuerzas Armadas Chilenas. El martes 11 de septiembre, se produjo el asalto a la Casa de la Moneda, sede de la Presidencia de la República, donde murió en el asalto el propio presidente, Salvador Allende Gossens, dudando en aquellos momentos si fue suicidio o ejecución. El día 15, el general Carlos Prats González, jefe de las Fuerzas Armadas que permaneció leal al gobierno, se vio forzado a huir del país dejando el poder en manos de los golpistas. Al año siguiente fue asesinado en un atentado

      En España la prensa nacional se hizo eco a diario de la evolución golpista en aquel país tan lejano en la distancia, pero tan próximo en el sentir de las organizaciones antifranquistas, identificadas profundamente con el proceso revolucionario que pronto llegaría a su fin. Precisamente, esa frustración generada por el golpe de Estado pudo indirectamente agravar la enfermedad del escritor Pablo Neruda, que falleció de cáncer dos semanas después del golpe. Lógicamente, la reacción en España fue limitada por el estricto control gubernativo de los medios de comunicación, aunque hubo pequeños conatos de manifestación en favor del presidente chileno.

      En un comunicado, el SCPAC explicaba la necesidad de integrar las acciones reivindicativas en un marco global de lucha, cada vez más intensa, contra la dictadura y por las libertades democráticas. Se recordaron las concentraciones de Ripoll y Sant Cugat del Vallés, evidenciando la gran capacidad de convocatoria, las movilizaciones en la Térmica del Besós, de Cerdanyola y Ripollet, el conflicto de SEAT y la huelga general en Pamplona. Así mismo se incidía que la justificación del retorno de las libertades democráticas perdidas en 1939 iba refrendada también mediante la devolución del Estatuto para llegar al pleno ejercicio del derecho de autodeterminación. La respuesta del régimen ante esta situación se limitaba al ejercicio de la represión, detenciones, torturas y asesinatos, hecho que demostraba que el nuevo gobierno de Franco, encabezado por el almirante Carrero Blanco, no daba respuesta ni soluciones, creando un creciente aislamiento del sistema cada vez más pronunciado.

      351. COLOMER, Josep Mª, op. cit., pp. 53-54.

      352. Eslóganes como «se siente, se siente, Allende está presente» se pusieron de moda en aquellos días, en MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 106.

      353. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta, 104/43, 15-11-1973.

      354. Tele/eXpres, 6-8-1973.

      355. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 77.

      Octubre de 1973. Los 113 detenidos

      En octubre de 1973, la evolución política chilena y el nuevo conflicto árabe-israelí, responsable de la crisis posterior del petróleo, se seguía con atención. En España, la gasolina «súper» estaba a 16 pesetas y la «normal» a 12,50 pesetas, con la tendencia al alza. En Argentina, el general Juan Domingo Perón, tras su largo exilio en España, ocupó de nuevo la Presidencia de la República, mientras que, más al norte, en EE. UU., las primeras convulsiones fruto del escándalo Watergate amenazaban la Presidencia de Richard Nixon en el proceso denominado impeachment y que, como ya sabemos, empezó con la sustitución del vicepresidente del país de Spiro Agnew por Gerald Ford, y finalizó con la ascensión de este a la Presidencia con la dimisión del propio presidente.

      A principios de mes, España continuaba inmersa en continuos disturbios laborales sin menoscabo de las constantes detenciones de activistas mayoritariamente de ideología izquierdista; véase como ejemplo las detenciones el día 5 de tres dirigentes del PCE (m-l): Alejo Mesón Dona, Ángel Moreno González y Ana Mote

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