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dels cultius més rendibles i adequats al terreny, les condicions dels establiments, els problemes de regadiu, les característiques de les noves cases i el procés de construcció d’aquestes, etc.

      29. Per 51 dotzenes de bigues –és a dir, 612 bigues– ha pagat 600 rals, mentre que per les 864 de Monòver ha pagat 888 rals. Instrucció 5 i 6. ADPCS, DCC, 5, 10, 1.

      30. Segons diu és la condició que hi ha a Elda.

      31. Capítols sobre les cases que s’han d’obrar en el Palamó, per 70 lliures cadascuna. Se’n conserven tres còpies, dues amb data del 9 de maig i una de l’1 de setembre del 1592. ADPCS, DCC, 4, 6, 6.

      32. En la traça d’Antonelli només figura una finestra al carrer. ADPCS, DCC, 21.1, 24 (dibuix 9).

      33. Carta informativa d’autor desconegut i data posterior a l’octubre del 1594 que envia al secretari Pedro Franqueza, en què relata el seu viatge a Alacant, la visita a les obres de Vilafranquesa i els problemes en el preu i execució de les cases amb els mestres d’obres. ADPCS, DCC, 4, 6, 6.

      34. Per a aquesta data el mestre Bernaldón afirma que encara li falta gastar en l’obra per a tàpies, teules, jornals, calç, algeps, portes o ferratges un total de 13.700 rals.

      35. Onofre Barber, natural d’Ontinyent, va ser notari de Caudete, on es va casar el 1571, es manifesta en els seus diferents informes com un gran coneixedor de les diferents terres, els seus cultius, necessitats de reg, així com de l’interès per un o altre cultiu en funció de la qualitat de la terra.

      36. De Pere Carratalá diu Franqueza que és llaurador ric molt honrat i home molt intel·ligent.

      37. Onofre Barber realitza diversos informes entre abril i maig del 1590 en els quals, després de la visita a les diferents heretats, arreplega les construccions existents, si té aigua, font o bassa, la qualitat de les terres, els cultius que hi ha i quins es podrien plantar, si té pobladors i les seues condicions.

      38. ADPCS, DCC, 5, 10, 1.

      39. ADPCS, DCC, 4, 7, 1.

      40. 1 abril del 1592. Trasllat de les instruccions de Pedro Franqueza a Josep Ávila. ADPCS, DCC, 5, 10, 1.

      41. ADPCS, DCC, 4, 3, 1.

      EL ANTIGUO PALACIO DE LOS CONDES DE ALMENARA

      ACTUAL MUSEO DE LA CIUDAD DE VALENCIA

       Ricardo Santarrufina Romero

      El edificio que actualmente alberga el Museo de la Ciudad es conocido como el palacio del Marqués de Campo,1 quien lo adquirió en 1840. Posteriormente pasaría a manos de don José de Prat y Dasi, conde de Berbedel y vizconde de Viota de Arba, quien lo donó a sus hijos doña María del Carmen y don Federico de Prat y Dupy en julio de 1945. En la década de los setenta fue adquirido por el Ayuntamiento de Valencia y declarado monumento histórico-artístico de carácter local.2 Anteriormente, había pertenecido a los duques de Villahermosa y condes de Olocau, pasando después a un acaudalado hombre de negocios de origen peruano quien lo cedió en arriendo. Durante un tiempo el edificio albergó la capitanía general de Valencia, donde residieron, entre otros conocidos personajes, los generales Elío y Froilán Menéndez Vigo, cuyo trágico final es conocido.3

      El cambio de titularidad, las modas y los diferentes usos a los que fue destinado el edificio conllevaron diferentes reformas que alteraron sustancialmente tanto la distribución interna como algunos aspectos de la fachada principal. No obstante, la estructura general del edificio mantiene notables similitudes con la construcción originaria y, a día de hoy, todavía se conserva una pequeña capilla abovedada similar a las que existen en la vecina parroquia de San Esteban.4 Las labores de recuperación y conservación promovidas por el Ayuntamiento han conseguido preservar uno de los edificios más emblemáticos de la arquitectura valenciana del siglo XVIII, que ha pasado a formar parte del nutrido patrimonio cultural valenciano.

      LOS ORÍGENES DEL PALACIO

      El 23 de diciembre de 1695, don José Antonio Ferrer de Próxita –conde de Almenara– adquirió de la administración fundada por doña María Salvador Escorcia –universal heredera de don Francisco Escorcia y Ladrón–, un espacioso inmueble en el que se incluían dos casas bajas y escalerilla, contiguas, y enfrente de la iglesia parroquial de San Esteban.5

      Lo que el conde y el notario Andrés Vidal desconocían era que el inmueble no estaba libre de cargas. Para entender con mayor claridad la complejidad del asunto nos tenemos que remontar al 28 de enero de 1602, cuando, ante el notario Honorato Climent, Gerónimo Vaciero, universal heredero de los bienes de Catalina Soler y Ravasquillo, se impuso un censo de 400 libras de capital y anua pensión de 400 sueldos a favor del convento de Santo Domingo de Valencia. En el documento, se comprometía a señalar –en un plazo de cuatro años– un bien de valor similar que no estuviese vinculado para que sirviera como aval hipotecario, con el propósito de hacer frente a las obligaciones pactadas en caso de incumplimiento de dichos pagos.

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      Fig. 1. Patio interior, en fase de rehabilitación. Fuente: amv, Sig.: A.67.2/21. Enric Martínez, 1987.

      Trascurrido el tiempo, Gerónimo no hizo efectivo el aval. Entre tanto, el 16 de agosto de 1634 otorgó testamento ante el notario Gaspar Balanza, nombrando heredero universal a su hijo Pedro Vaciero, momento en el que el Convento de Predicadores decidió reclamar su derechos por vía jurídica, instando mandamiento de ejecución ante la justicia ordinaria el 23 de agosto de 1639 contra Pedro Juan Vaciero, como heredero de su padre, tanto por el pago del capital de dicho censo o en su defecto la provisión de bienes que lo garantizasen, como por los réditos generados hasta el momento. Por su parte, Pedro Vaciero había otorgado testamento en 1642, dejando todos sus bienes en usufructo a su esposa Isabel Pla y disponiendo que tras su fallecimiento habrían de ser destinados íntegramente para la salvación de su alma.

      En el marco del citado procedimiento, y ante la ausencia de suficientes bienes muebles para garantizar la fianza con la que hacer frente a dicho censo, el convento solicitó que se admitiese hacerlo efectivo sobre una casa recayente en dicha herencia, sita en la plaza del Palacio Arzobispal, que tenía por lindes, por un lado, otra casa de la misma herencia y, por otro, la casa del doctor Miguel Cros, sacerdote de la parroquia de San Andrés.

      En Auto de 6 de marzo de 1643 fue admitida dicha petición, siendo valorado el inmueble en 1.000 libras. Efectuada pública subasta el 8 de julio de 1646, no hubo mejor postor que el propio convento, que ofreció 667 libras por el inmueble, cantidad que se depositó en la Taula de Canvis para hacer frente a la resolución judicial. El convento recibió por lo adeudado hasta el momento 591 libras, 13 sueldos y 4 dineros, además de otras 41 libras por los gastos causados en dicha ejecución. De esta forma, y por real decreto de venta que pronunció la Real Audiencia, el Convento de los Dominicos adquirió dicha propiedad, libre de cargas. Finalmente, el 11 de septiembre de 1647 el apoderado del convento tomó posesión del inmueble como verdadero dueño de este.6

      El 13 de diciembre de 1649 el convento arrendó dicho inmueble, por plazo de tres años, a la viuda doña Úrsula Florentina Merce y de Reig. Este contrato de arrendamiento se rescindió en diciembre de 1650, tras lo que pasó a ocupar la vivienda don Carlos Giner, canónigo de la catedral, por un periodo de tres años a censo anuo de 60 libras.

      La situación se enmarañó cuando, finalizado el arrendamiento del canónigo de la catedral, en 1654 la casa se arrendó de palabra al noble don Francisco Escorcia,7 regente de la Audiencia de Valencia, por el mismo precio de 60 libras anuales. Pensión que fue satisfaciendo puntualmente hasta el año 1667, cuando decidió dejar de hacerlo. Precisamente, sobre esas fechas, fue cuando el regente tomó la decisión de edificar una ostentosa casa, agregando diversas casas contiguas, de forma que la casa del convento sirvió de entrada y patio, conformándose así la que posteriormente adquiriría el conde de Almenara.

      Unos años antes, el 29 de septiembre de 1659, don Felipe Boíl de la Escala, señor de

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