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que idealmente definiría las relaciones raciales en el sur prebélico. Sin embargo ambas imágenes encerraban una realidad de sacrificio y mutilación especialmente alarmante en el caso de las mamis negras, quienes, significativamente, veían su maternidad biológica seriamente amenazada a causa de la total devoción a los niños blancos que el sistema les exigía. Tanto la imagen de la madre glorificada como la de la mami ocupan un lugar central en Gone with the Wind de Margaret Mitchell y en “The Old Order” de Katherine Anne Porter. Ambas obras fueron publicadas en los años treinta y cuentan entre sus aspectos más atractivos con la relación entre una mujer blanca que saboreó el esplendor de las plantaciones sureñas de antaño y su fiel sirvienta/mami negra. Ellen y Mammy, Sophia Jane y Aunt Nannie revelan en más o menos sutiles pinceladas las perversas distorsiones que el mito del Viejo sur impuso en sus vidas.

      En el capítulo IV se estudian varios de los tomboys más importantes creados por narradoras del sur. La muchacha poco femenina o marimacho tiene una significación especial en la cultura y la literatura de dicha región, por tratarse de una sociedad que tradicionalmente se ha distinguido por la imposición de rígidas dicotomías de género y raza. E.D.E.N. Southworth en The Hidden Hand (1888), Carson McCullers en The Member of the Wedding (1946), Harper Lee en To Kill a Mockingbird (1960) y Fannie Flagg en Fried Green Tomatoes at the Whistle Stop Café (1987) utilizaron la ambivalencia sexual del tomboy para denunciar la obsesión del sur con la represión de comportamientos sexuales anticonvencionales y también para desbancar mitos como el de la pureza racial blanca. Los marimachos prefieren la libertad de la indefinición sexual a las normas que rigen la conducta de la belle sureña y, más o menos explícitamente, exigen cambios en unos roles sociales y definiciones sexuales inadecuadas para su realidad psicológica o biológica personal. A través de sus entrañables marimachos dichas escritoras canalizan no solo el rechazo de una drástica distinción entre los sexos, sino también la oposición a definiciones raciales rígidas y opresoras. La analogía frecuente entre el marimacho y el excluido por su condición racial tiene, entre otras, la función de recalcar la inestabilidad permanente de cualquier intento de erigir concepciones estables de género o raza. De todas las novelas estudiadas en el capítulo, Fried Green Tomatoes es la que más abiertamente critica el intento de clasificar el deseo sexual como inequívocamente heterosexual u homosexual.

      En el capítulo V, Jesús Varela Zapata presta atención a la identificación que Alice Walker establece entre diversos grupos subalternos y la mujer afroamericana, resaltando la centralidad de esta en la obra de dicha autora, siempre preocupada por la lucha de la mujer negra por acceder a la educación y al mundo de las letras y por la importancia crucial de una autoexpresión tradicionalmente suprimida por razones de raza y también de género. Hay un hecho en la biografía de Alice Walker que resulta muy revelador sobre su trayectoria vital y que, por su simbolismo, puede explicar alguna de las claves ideológicas que están detrás de su obra artística. Siendo una niña, un hermano la hirió en un ojo y su padre corrió con ella hasta la carretera más cercana para pedir auxilio. El primer coche que se acercó y paró, dispuesto a ayudar, reanudó la marcha al comprobar que eran personas de raza negra. Cuando por fin consiguieron llegar a un médico, este pidió por adelantado una cantidad que equivalía al presupuesto familiar de todo el año. Como consecuencia, Walker perdió parcialmente la visión. Este es uno de los múltiples ejemplos de discriminación social y racial que se prolongaron mucho más allá de la etapa de la esclavitud y la lucha por los derechos civiles hasta el momento actual. Sirve también para explicar o justificar que los escritores afroamericanos desarrollen, de una u otra forma, una actitud reivindicativa, de la que Alice Walker será una destacada representante. Algunos críticos no dudan en clasificar a esta escritora entre aquellos que han llevado más radicalidad al mensaje y concepto de resistencia de los afroamericanos, en sintonía con figuras como Richard Wright, y en oposición a las actitudes más moderadas de Luther King Jr. (White 176). La poeta y crítica Katha Pollitt destaca la decisión de Walker de abordar en su obra de ficción los principales problemas raciales y políticos del momento, mientras gran parte de los escritores contemporáneos se contentaron con temas menos controvertidos (9). Por ese motivo, Jesús Varela Zapata argumenta en su análisis que gran parte de la obra de Walker puede ser interpretada a la luz de conceptos como hegemonía, rebelión o resistencia, comunes tanto en el discurso afro-americano como en el marxista o el poscolonial.

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