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no se emite o ser reserva la valoración. No conlleva juicio de opinión y invitar a versiones alternativas √ La traducción se estima gramaticalmente y/o semánticamente correcta, estilísticamente adecuada, pragmáticamente, poéticamente y, en su caso, filológicamente válida + La traducción contiene mayor expresividad literaria y/o poética que el original.

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      Práctica: los textos originales, las traducciones, los análisis retrospectivos bilingües y pormenorizados

      La edición original de Farewell to Arms es la de Nueva York, Charles Scribner’s Sons, de 1929 y se puede consultar en-línea. Así lo hemos hecho, para comprobar posibles errores y/o desviaciones editoriales. Puesto que no hay mayores cambios que los de carácter ortográfico para adaptar el texto al público británico, se ha utilizado la de Random House (Arrow Books) de 2004. La traducción de Farewell to Arms al castellano, la única existente hasta septiembre de 2014, se debe a Joana M. Vda. Horta y a Joaquín Horta y data de 1955. Aquí nos basamos en la segunda edición, la de 1978, tal y como se publicara, en 1982, por la Editorial Bruguera dentro de su «Colección Club Bruguera». A finales de 2014, se publicó una segunda versión, debida a Miguel Temprano García y también publicada en Barcelona, en la editorial DeBolsillo. Esta traducción es notablemente mejor; pero aquí no ha lugar, pues nuestro análisis se limita a los primeros traductores.

      La primera edición de The Naked and the Dead se publicó en 1948, en Nueva York, por Rinehart & Company. Aquí utilizamos la de Signet, con copyright renovado de 1976, que, a su vez, es una reproducción debidamente autorizada por Holt Rinehart & Winston de su edición de tapa dura. La primera traducción al español es de 1955, se debe al argentino Patricio Canto y fue publicada por la Editorial Goyanarte de Buenos Aires. Aquí utilizamos la de la editorial Anagrama de Barcelona de 1997 (Tercera edición en «Compactos». 2008).

      La primera edición de Couples es de 1968, publicada en Nueva York por Knopf. Nosotros utilizamos la de Penguin de 1969. La primera traducción española es de José María Álvarez Flórez, publicada, en Gijón, por Ediciones Júcar, en septiembre de 1974. Nosotros utilizamos la segunda edición de 1977, también publicada por Júcar, con el número 7 de su «Colección Azanca. Narrativa Contemporánea».

      La primera edición de Lolita fue publicada en París por la Olympia Press en 1955. Nosotros utilizamos la de Penguin de 1980 (reimpresión de 1984), que también reflejará los cambios ortográficos propios del inglés británico. La primera traducción española es de Enrique ‘Tejedor’, pseudónimo del argentino Enrique Pezzoni23, que fue publicada en Buenos Aires por la Editorial Sur, en 1959. Nosotros utilizamos la publicada en Barcelona por Grijalbo (19752) Al igual que ocurre con Adiós a las armas, existe una segunda versión de Lolita al español, debida a Francesc Roca y publicada en Barcelona por Anagrama en 2003, remedando el error de haber confiado en la primera. Por las mismas razones arriba expuestas, esa traducción no se contempla aquí

      Presentamos la selección de las cuatro obras en 12 extractos de 50 translemas constantes cada uno, pero con un número de palabras y un número de cortes textuales variables (es irrelevante el número de palabras para con el número de cortes y de translemas). Los translemas se acotan de acuerdo con rasgos lingüísticos (sintácticos y léxico-semánticos, sobre todo) y/o de interés traductológico.

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      2.1. De proelio: del combate

       Mensajero:

      …. Los cielos dieron a la armada hellena la gloria del combate de las naves, y aquel mismo día, cubiertos con sus broncíneas armaduras, saltan de sus naves los vencedores, rodean la isla, y los Persas no saben ya hácia dónde volverse. Miles de piedras enemigas los hieren; las veloces flechas arrojadas de sus arqueros los rematan, y, por último, échanse todos de golpe sobre ellos, y cortan, y degüellan y hacen cuartos a los infelices, hasta que no quedó á vida ni uno solo. Xerxes, que vió aquel océano de desastres, lanzó un ay lastimero. Porque tenía su trono en una elevada colina cerca el mar, desde la cual atalayaba todo el campo. Rasga sus vestiduras, rompe en agudos gemidos; manda que al punto marche en retirada el ejército de tierra, y él mismo se pone en desordenada fuga. Hé aquí la calamidad que sobre la primera tendrás que lamentar ahora.

      Esquilo. Los Persas. (Traducción de Fernando Segundo Brieva Salvatierra). Madrid. Luis Navarro Editor. 1880. Edición facsímil. 1982. Madrid. Biblioteca Nacional de Madrid y Editora de los Amigos del Círculo del Bibliófilo. S.A.: 103.

      2.1.1. Contextos históricos

      2.1.1.1. Farewell to Arms

      Jarhead, dirigida por Sam Mendes en 2005, es la película homónima de la narración autobiográfica de Anthony Swofford, cabo francotirador de 18 años en la Guerra del Golfo de 1990-1991. En ambas, la narración y la película, unas tropas, reputadas las mejores del mundo con permiso de las israelíes, las pertenecientes al cuerpo de infantería de marina de los EE.UU.A., se comportan, antes de entrar en combate, como si ya hubieran sido derrotadas. Nada comparable a la descripción que se hacía, por amigos y enemigos, una y otra vez, de la entrada en combate de los tercios españoles: avanzando en el orden cerrado y compacto de los cuadros de piqueros y mangas de arcabuceros y todo ello —según lo establecido en las ordenanzas de D. Sancho de Londoño, maestre de campo del tercer Duque de Alba— en el más absoluto silencio, consiguiendo amedrantar al enemigo mucho antes de establecer contacto. Las tropas italianas de la Primera Guerra Mundial en el frente del Piave se asemejaron más a los primeros que a los segundos, tanto en la ficción de Hemingway como en la vida real.

      El relato personal de la experiencia bélica —salvando la espléndida descripción que nos transmite Esquilo en la primera obra dramática de la historia y cuyo extracto encabeza este apartado— se dedicó, durante siglos, a imitar la historiografía, más bien literaria, de la tradición greco-romana. Casi podemos alcanzar la edad burguesa antes de toparnos con la expresión descarnada del sufrimiento personal que supone la guerra. En efecto y como es bien sabido, la pérdida del uso de un brazo será para Cervantes un punto de honor y de gloria en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros, como se ufana en el Prólogo al Lector de la Segunda Parte del Quijote. De manera similarmente heroica, rememorará su autor la Vida de este capitán Alonso de Contreras.

      Cierto es, por otra parte, que el protagonista de Vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesta por él mismo, presente en Nördlingen, en la aplastante victoria de los tercios españoles sobre los hasta entonces invencibles suecos, no lo hará en primera línea, como infante, sino en la retaguardia: comiendo, bebiendo y burlándose de los que, como su señor, arriesgan la vida. Pero Estebanillo es un bufón; y los bufones —así como los inocentes y los niños (ex ore puerorum), como el Fool de King Lear, los ‘graciosos’ como el Mengo de Fuenteovejuna, los ‘chistosos’ como el Leoporello de Don Giovanni— cuentan, entre las funciones de su profesión, la de invertir el orden establecido y la de espetarle a los señores la verdades del barquero.

      El paisaje que nos muestra Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen de esa misma Guerra de los 30 Años, en su versión centroeuropea de la picaresca,24 nos parecerá un Bildungsroman, una etopeya, como el Parzival de Wolfram von Eschenbach de principios del siglo XIII; al tiempo, su relato de los ‘desastres de la guerra’ —por parafrasear a Goya— se nos antojará un reflejo de la iconografía coetánea: de los cuadros de Snayers, de Wouwermans y de Vrancx, de los grabados y los aguafuertes de Meyer y de Callot. Un siglo después, los apuntes de Voltaire sobre las guerres en dentelles de mediados del siglo XVIII, incluido el capítulo 3 de Candide, no dejan

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