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Neoliberalismo vs. Neopopulismo. Gabriel Loza Tellería
Читать онлайн.Название Neoliberalismo vs. Neopopulismo
Год выпуска 0
isbn 9789566131205
Автор произведения Gabriel Loza Tellería
Жанр Социология
Издательство Bookwire
Lo que pasa es que la teoría económica convencional no se centra en lo que realmente le importa a la gente, como dice Esther Dufflo, Nobel de Economía (2019), que está más preocupada por los “objetivos, la pertenencia y la dignidad”. Estas tres características tienen un valor para la gente que a menudo los economistas olvidan a la hora de hacer sus modelos. Los economistas a menudo asumen que la gente responde de manera contundente a los incentivos financieros.46
Un Nobel de Economía centrado en la gente fue Amartya Sen, creador del Informe de Desarrollo Humano, fue más allá del crecimiento del PIB preocupado por su vivencia en las hambrunas de Bengala que mataron entre 2 y 3 millones de habitantes, menos de las 4,2 millones de las muertes por COVID-19 hasta ahora. Encontró que solo fue afectada la “clase baja” para concluir que las hambrunas son producto del problema de la distribución del ingreso, que hacen imposible a los pobres comprar alimentos. El reconocimiento del Nobel fue por “restablecer la vigencia de la dimensión ética en la consideración de los problemas económicos vitales”.47
La gente en la región está muy consciente de la desigualdad y que la distribución del ingreso está muy alejada de la distribución deseada. El Informe regional de desarrollo humano del PNUD señala que ésta comprensión va acompañada de percepciones generalizadas de injusticia, no solo en la distribución del ingreso sino también en el acceso a los servicios públicos y con respecto a las garantías legales. Encuentra en su encuesta que:
Existe un acuerdo abrumador entre la población latinoamericana de que sus países son gobernados en interés de unos pocos grupos poderosos y no por el bien de todos. En 2020, el 77 por ciento de la población de la región creía que esto era así, y la proporción alcanzó el 95 por ciento en Paraguay y el 91 por ciento en Chile y Costa Rica.48
Los economistas se dividen entre los que están a favor del mercado o a favor del Estado interventor, pero cuando vienen las crisis como en 1929, en 2007-9 y ahora la crisis 2020-21, todos están de acuerdo con la intervención del Estado con ayudas gubernamentales y no se preocupan por los déficit fiscales y la deuda pública. El problema de la inflación de repente pasó a segundo plano con tasas bajas como en EE. UU. con una inflación 2% en todo un año pese a la expansión en la cantidad de dinero del 25,8%, lo que significa que uno de los 4 billetes que circulan en la economía se ha emitido o creado recién en un año. Sin embargo, Nourini (2021) el profeta de las crisis anticipa una estanflación inminente:
El problema hoy es que estamos recuperándonos de un shock de oferta agregada negativo. Así las cosas, políticas monetarias y fiscales excesivamente laxas podrían, en verdad, derivar en inflación o, peor aún, estanflación (inflación elevada sumada a una recesión).49
Así en 2020 habrá un incremento de los déficit fiscales y las deudas públicas respecto al PIB a nivel del mundo y principales países según el FMI (2001b). El incremento en la deuda pública respecto al PIB más relevante es el de EE.UU. con 19 puntos porcentuales mientras que en la Región solo será de 8,7% del PIB. El aumento del déficit fiscal respecto al PIB será el más alto el de EE.UU. con 10 puntos porcentuales, en cambio en América Latina subirá en 5,7 puntos porcentuales (Gráfico 5). El esfuerzo fiscal realizado por América Latina es mucho más bajo que el promedio a nivel mundial y al de los países avanzados.
Es necesario tener en cuenta lo que dice el Monitor Fiscal del FMI (2021b) que no todo fue debido al gasto fiscal puesto que los mayores aumentos de los déficits fiscales y de deuda se registraron en las economías avanzadas, tanto debido a un mayor gasto como a la disminución de los ingresos, mientras que en los mercados emergentes, el aumento de los déficits obedeció principalmente a la depresión de los ingresos tributarios a raíz de la recesión económica.
La pregunta de la gente es ¿por qué pese a los avances tremendos de la tecnología las crisis terminan afectando aún más a los más pobres? Los mercados bursátiles se recuperaron rápidamente en parte gracias a los incentivos o incrementos de los paquetes fiscales del Estado interventor. La acciones de las empresas tecnológicas fueron las primeras en recuperarse y el resto de los índices bursátiles están a niveles record muy superiores a los niveles pre crisis. El análisis de Oxfam (2021) señala que: “En tan solo nueve meses las mil mayores fortunas del mundo han recuperado su nivel de riqueza previo a la pandemia, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza esta recuperación podría tardar más de una década en llegar”.50
Así, el problema es “la gente” que ni siquiera ha recuperado su empleo ni el nivel del salario antes de la pandemia, ha perdido seres queridos, su nivel de ingreso y riqueza se han deteriorado y las señales de recuperación son poco promisorias porque gran parte de los cambios estructurales, que ya venían presentándose hace un buen tiempo, se aceleraron con la pandemia como es la sustitución del trabajo tradicional por el empleo digital. Por tanto, enfrentan una “doble perturbación” de los impactos económicos de la pandemia y la creciente automatización que transforma los empleos.51
Da la impresión que hay una maldición gitana o un sesgo en contra de la gente de más bajos ingresos. Incluso, se podría pensar que, pese a que el virus ha sido importado por los grupos sociales más globalizados, se ha ensañado en los grupos más vulnerables.
Sin embargo, para una corriente de los economistas que piensan como dijo el Presidente Piñera de Chile: “todos estamos en el mismo barco”, aunque es uno de los más ricos de Chile, pero para António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas: “el mito de que todos estamos en el mismo barco, pues si bien todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en súper-yates mientras otros se aferran a desechos flotantes”.
Y por último estamos en tiempos no convencionales, entonces pensemos en políticas no convencionales no solo monetarias a favor del sistema financiero, sino distributivas y redistributivas a favor de la gente como, por ejemplo, el impuesto a los más ricos, el impuesto a las transferencias internacionales (Tobin Tax) o el ingreso mínimo universal. Así, Janet Yellen Secretaria del Tesoro de EE. UU. ha planteado en su America Tax Plan un acuerdo global para imponer un tributo mínimo a las empresas multinacionales o tasa mínima global del 21% y un impuesto mínimo del 15% a las grandes empresas que reportan altas utilidades pero tienen un impuesto al ingreso pequeño.52El FMI en Fiscal Affairs recomienda un surtax a los más ricos:
Un recargo o surtax al impuesto sobre la renta personal para las rentas más altas es la opción más fácil y rápida; un impuesto sobre el “exceso de beneficios” también podría garantizar una contribución de las empresas que prosperan durante o después de la crisis. Los gravámenes únicos sobre el capital tendrían graves inconvenientes en la práctica. La crisis puede proporcionar impulso para mejorar permanentemente la progresión fiscal en los países donde es deseable y/o para aumentar los ingresos de un impuesto a las empresas menos distorsivo.53
En julio, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) informó que los negociadores habían respaldado una tasa impositiva corporativa mínima propuesta de al menos el 15% como un impuesto mínimo mundial. La medida podría generar alrededor de US$150.000 millones en ingresos fiscales al año.
El problema es que mientras el Estado expande el gasto público para enfrentar la crisis los más ricos pagan pocos impuestos. ProPublica, afirma que el fundador de Amazon no pagó impuestos en 2007 y 2011, mientras que el CEO de Tesla no pagó nada en 2018. Según ProPublica los 25 estadounidenses más ricos pagan menos impuestos (un promedio del 15,8% del ingreso bruto ajustado) que la mayoría de los trabajadores estadounidenses.54
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