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de la región con sus enseñanzas. Pero la gente no simpatizó con su doctrina y lo expulsaron de la ciudad. Antes de marcharse, él aseguró que vendría en pos de Rimbaut un ejército poderosísimo al cual no podríamos vencer jamás con armas y tecnología, mas la Palabra que él portaba era viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos… Entonces presagió el advenimiento de una joven que derrotaría a este ejército con la eficacia de esta misma Palabra…

      —No entiendo, profesor.

      —Sí, es complicado de entender. Trataré de explicarte… Sabemos que Corvus está al mando de este ejército, pero no conocemos quién es su máximo líder. También tenemos constancia de que tú eres dicha joven, pero no comprendemos a ciencia cierta el significado de: «Una palabra viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos». Especulamos que es la antítesis del vacío y la oscuridad. Pensamos que tiene un sentido metafórico, evidentemente es improbable considerar que la Elegida, en este caso tú, pueda disuadirlos con palabras. «Una Palabra» alude a la esencia de esta arma o antídoto, por llamar de algún modo a la contrapartida de Corvus y «viva y eficaz» significa que es real y que se conoce su efectividad.

      —Volviendo atrás —dijo Circe, retomando lo que más le preocupaba—. ¿Cómo de seguros están de que yo soy esa chica? Podría ser cualquier otra.

      —Lo podría, es cierto. —Volvió a ajustarse el sombrero—. El profeta dio algunas referencias sobre la Elegida, y todas coinciden contigo. A pesar de ello, nuestra mayor certeza surgió cuando un infiltrado nos dijo que Corvus te tenía en la mira. Debes saber que él conoce todo cuanto acontece en esta ciudad, como quien posee una fuente misteriosa de información de esas cuya exactitud desconcierta…

      —O sea, hizo suya la certeza de Corvus.

      —Podríamos decirlo así... Escucha, míralo como un juego de ajedrez. Si das jaque mate al rey, ganas. Es lo mismo. Esta arma misteriosa parece ser fulminante para quien está por encima de Corvus. Fuera este, se termina el partido y ganamos. Es la única forma que creo posible que una jovencita pueda vencer a todo un ejército... Por eso dime, ¿qué sabes? ¿Qué resulta tan letal al punto de remover cielo y tierra para silenciar tus labios?

      —No tengo la menor idea. Me parece que no soy esa que puede ayudarlos. Pero está bien, le diré qué creo: Ese profeta pudo haberles dicho hace años lo que hoy quieren oír de mí. Sucede que ahora mismo no entiendo mucho de lo que me está hablando. ¡Qué puedo decirle! Nada más que cada cosa en esta vida tiene su tiempo —puntualizó resueltamente Circe—. Por lo que acaba de decir, el conocimiento del mensaje que portaba el viajero parece ser en sí la verdadera arma, algo inmaterial. Me huele a que él traía al descubierto el misterio que envuelve a este ejército.

      —Me agrada tu franqueza, muchacha —expresó el director al percibir la vehemencia de la joven—. Me cuesta verlo de ese modo, aunque… por otro lado, no entiendo cómo siendo tú la Elegida no portes el mismo mensaje profético.

      —La verdad es que no estoy segura de ser la Elegida, como dicen.

      —Pues debes estarlo, en cuanto a eso no hay duda alguna.

      —Está bien, creeré que tiene razón. Entonces, dígame, ¿de ahora en adelante qué pasará?

      —¿Qué quieres saber exactamente?

      —Si yo no conozco nada sobre el mensaje de este viajero y, aun así, soy quien dicen, ¿de qué vale?

      —Vale mucho. Que estés aquí con vida es nuestra primera victoria. Tal vez todavía no sea la hora de develar este polémico mensaje. Tú crees no conocer al respecto, pero a lo mejor guardas las bases de este argumento en tu corazón y con el tiempo te podrás encaminar a la edificación de toda una verdad.

      —No estoy segura.

      —Bueno, no te preocupes, este asunto se resolverá.

      —¿Y qué se supone que debo hacer? ¿A qué debo esperar? Recuerde, no tengo casa, ni familia. ¿Dónde viviré entretanto?

      —Eso ya fue resuelto. Irás para la Gran Institución. Es el mejor colegio especializado de Rimbaut. Allí aprenderás mucho sobre nosotros, nuestras creaciones y nuestras costumbres. ¡Ya verás lo rápido que te familiarizarás! —El director enrolló uno de los papeles en pila y se lo ofreció a Circe.

      —¿Qué es esto, profesor Rabintoon? —preguntó mientras lo observaba entre sus dedos.

      —Son sugerencias mías y algunas modificaciones para un nuevo proyecto de estudio. Entrégaselo a Nélida.

      Ella se puso en pie.

      —Que tenga un buen día.

      —No, no te marches todavía. —Teodoro se levantó del asiento, caminó rumbo a unos estantes y extrajo una pequeña colección de libros—. Estos ejemplares te resultarán útiles.

      Circe se apresuró en tomarlos. El primero portaba una carátula aterciopelada con letras gruesas que rezaban: Inventos Novedosos. El próximo era un mamotreto: Ciencia y Tecnología Avanzadas. Asimismo, prosiguió leyendo los títulos, uno por uno. Luego los guardó en una bolsa de cuero que el director también le ofreció.

      —¡Estás lista! Ve con Nélida a la Gran Institución. Todo cuanto necesitas lo tendrás… Pronto nos veremos nuevamente. —Agarró sus manos en un gesto fraternal—. Verás cómo las cosas marcharán bien.

      Ella asintió y, después de que le hubo liberado las manos, se retiró de la oficina.

       CAPÍTULO 3

       LA GRAN INSTITUCIÓN

      Afuera estaba Nélida, esperándola. Gudy, sin embargo, ya no se encontraba a su lado.

      —Eres una chica hermosa en verdad —la elogió, al tiempo que le amoldaba el cabello—. Así era yo de delgada y bella, con esa misma mirada inocente. ¡Qué tiempos aquellos!

      —Gracias.

      Circe percibió un movimiento casi inapreciable dentro de una oficina. Se asomó al cristal. Unas extensiones conectadas a la electricidad portaban un sinnúmero de bolígrafos que escribían simultáneamente los documentos apilados en la mesa.

      —¿Cómo fue la charla?

      La chica devolvió la mirada.

      —Bien, me fue bien.

      —¿Y qué tal? —preguntó Nélida con interés.

      —¡Y qué tal!

      —¡Estás en las nubes, jovencita! Háblame del asunto que nos trajo aquí.

      —¡Oh, sí!... El director Teodoro fue muy gentil conmigo. Me contó acerca de la profecía y de las intenciones de Corvus —suspiró—. La verdad es que me he quedado igual de preocupada, profesora.

      —Es natural que estés preocupada.

      Circe volvió la mirada hacia el interior de la oficina.

      —¿Qué será lo que escriben?

      —Aquí el quehacer es imparable. Únicamente el personal descansa hoy domingo. Así que utilizan esta máquina para adelantar el trabajo.

      —¡Ah, profesora, lo había olvidado! El director me mandó a entregarle esto.

      La señora de blanco desenrolló el documento.

      —Sí, llevo días esperando esta resolución. —La guardó en un bolsillo—. Será mejor marcharnos. Debemos llegar a la Gran Institución.

      Caminaron en busca de la salida trasera de la Casa de las Patentes, bordearon un pequeño jardín interior con varios arbustos y una fuente de mármol blanco que, para el asombro de Circe, no contenía agua cristalina como pensó, sino una superficie de vidrio y debajo había carpas de todos los colores posibles. Más adelante giraron

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