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y manuales de funciones, todo se ejecutará fielmente. De ahí que en Colombia las normas obligan a formular y ejecutar por lo menos seis planes, entre ellos el Proyecto Educativo Institucional (PEI), los planes anuales, los planes de mejoramiento institucional, los planes de estudio, entre otros.

      El sistema de planificación que se desarrolla en las instituciones escolares ocupa buena parte del tiempo de los directivos. La planificación generalmente se queda en la fase de diseño, en documentos que se elaboran para cumplir con las normas pero que, en realidad, no siempre se ejecutan. Bustamante, citado por Calvo (1995), dice sobre los PEI, en cuanto herramienta de planificación de obligatoria ejecución, que:

      Los proyectos educativos institucionales se mueven entre la dicotomía del mandato legal y la posibilidad de ser una herramienta que legitime algunos de los derechos consagrados en la Constitución del 91, en especial los relacionados con la participación, la democracia, la autonomía y la autogestión (s.p.).

      Por su parte, Cubides, citado por Calvo (1995), dice al respecto que:

      La elaboración del PEI produce un sentimiento contradictorio entre los docentes. Por una parte, la responsabilidad y la complejidad de las decisiones y, por otra, la posibilidad de decidir sobre el propio trabajo, tanto en el ámbito organizativo como en el de los contenidos de la enseñanza (p. 26).

      Se acepta entonces que los proyectos educativos institucionales son herramientas de planificación de obligatorio cumplimiento en Colombia, según las normas, pero que en el proceso de ejecución y de evaluación de los mismos, al igual que como ocurre con otras herramientas de planificación escolar, se generan reacciones de rechazo o molestia cuando caen en el diligenciamiento de formatos o actividades mecánicas de carácter técnico; situaciones que terminan por alterar el clima social escolar y el clima social laboral.

      Ocurre que en las organizaciones escolares colombianas predominan modelos teóricos y prácticas de gestión que están relacionadas con enfoques clásicos o tradicionales, de enfoque burocrático, principalmente. Es común encontrar rectores apegados a las normas, a los manuales de funciones, al respeto de las jerarquías piramidales que se dibujan en los organigramas. Del discurso legal y teórico estatal se deduce el privilegio por enfoques prescriptivos de gestión. Se enfatiza en el diseño de instrumentos y herramientas de planificación, y en modelos de gestión de la calidad más apropiados para empresas de producción de bienes y servicios de una naturaleza distinta de la educativa.

      Varias investigaciones se han ocupado del rol del rector en las instituciones educativas y una de ellas es la realizada bajo la orientación de Miñana (1999), de la Universidad Nacional de Colombia. Con la participación de rectores de instituciones educativas oficiales en su calidad de coinvestigadores, describe e interpreta información sobre el rector como líder pedagógico, como organizador del servicio educativo, como administrador financiero y como líder comunitario.

      Con relación a rutinas burocráticas que ejerce el rector, Miñana (1999) dice:

      La excesiva normatividad y control burocrático, es decir, el diligenciamiento de formatos, encuestas, formularios, informes ante distintas dependencias sobre el mismo asunto sin ninguna retroalimentación, asistencia a reuniones para conocer las fechas en las que se deben “entregar las tareas”, se han convertido en actividades de primer orden (p. 42).

      Y agrega al respecto: “Lo normativo no aparece aquí como lo opuesto a lo cotidiano; por el contrario, está siempre presente en la vida del directivo, en sus prácticas, en la estructura y en los procesos institucionales” (p. 51).

      En el mundo escolar y en el ámbito colombiano, la política se mezcla en todos los procesos de oferta y demanda del servicio educativo. Si nos referimos a la política partidista y a la intervención de los políticos en la apropiación de recursos, y principalmente en los procesos de vinculación del personal a los establecimientos educativos oficiales, su incidencia es significativa. Pero aquí nos referimos también a otras dimensiones de la política y de las ideologías que tienen que ver con el poder, las relaciones de poder y los conflictos que tales fenómenos sociales originan en el ámbito escolar. Porque el poder y las relaciones de poder pueden generar comportamientos positivos o negativos entre las personas que son actores relevantes del proceso formativo de los estudiantes, creando un clima adverso o favorable para los aprendizajes de los estudiantes y para el buen desempeño profesional de los docentes.

      Ahora bien, el comportamiento político de las personas en la organización escolar influye en las relaciones interpersonales, principalmente en las relaciones de grupos con intereses políticos y diversidad de posturas ideológicas que necesariamente influyen en el clima social laboral, uno de los microclimas del clima social escolar que es campo de estudio de la investigación que sustenta esta obra. En cuanto al clima y la convivencia escolar en las organizaciones escolares, no siempre impera el clima positivo de convivencia que se requiere para el buen desempeño institucional y profesional de los rectores y docentes, condición también necesaria para el buen desempeño académico de los estudiantes.

      Un directivo de cualquier unidad del sistema escolar debe conocer el comportamiento de las personas que están a su cargo, debe saber sobre cuáles son los “factores psicosociales que condicionan el comportamiento laboral” (Sescovich, 2009, p. 23), para lograr que, en este caso, los docentes, los directivos y el personal administrativo de una institución escolar estén satisfechos en su desempeño laboral y social. Entre esos factores psicosociales del comportamiento laboral están, según Sescovich y otros autores, las necesidades y las motivaciones, las percepciones que condicionan la conducta de las personas; las actitudes, los aprendizajes que se adquieren en la organización; la cultura y el clima organizacional; la autoridad y el liderazgo; el comportamiento grupal y el trabajo en equipo; conceptos que hacen parte del ambiente laboral y están relacionados con el clima social en las organizaciones.

      De los factores del clima escolar, en este texto solamente se aborda lo relacionado con el comportamiento laboral y su ambiente social. Se asume que los comportamientos propios de la micropolítica influyen en el desempeño laboral, en el grado de satisfacción o insatisfacción de los docentes y en el ambiente psicológico que surge de las relaciones conflictivas o armoniosas entre directivos y docentes. Una docente de una institución educativa consultada en la investigación de base, dice al respecto:

      Hay un estilo autoritario. A los que van en contra del rector, los hacen sacar de la institución. Los hacen cambiar de institución y eso produce temor entre los docentes. Que, si se va a decir algo sobre los directivos, hay que hacerlo en voz baja o callar. Cuando yo llegué por primera vez, me pidieron que no mencionara a un docente que ya había trabajado allí y que fue trasladado a otra institución por no estar de acuerdo con el rector, principalmente en su afiliación política. “No diga eso, si no se quiere ir”, me dijeron varios docentes. Entonces sí es complicado el clima laboral, debido a eso (Docente 3 IED 2, comunicación personal, 9 de febrero de 2017).

      En cuanto a la definición de “clima escolar” se opta aquí por la de Cere (1993). Se considera que es la pertinente porque incluye conceptos y componentes relacionados con el contexto, las relaciones interpersonales y el clima organizativo. Cere define el clima escolar como:

      El conjunto de características psicosociales de un centro educativo, determinadas por aquellos factores o elementos estructurales, personales y funcionales de la institución que, integrados en un proceso dinámico específico, confieren un peculiar estilo a dicho centro, condicionante, a la vez de los distintos procesos educativos (p. 30).

      Por su parte, Arón y Milicic (2004) definen el Clima Social Escolar, que incluye factores del clima laboral, como aquel que:

      Se refiere a la percepción que los individuos tienen de los distintos aspectos del ambiente en el que se desarrollan sus actividades habituales […] se ha relacionado con el poder de retención de las escuelas […] con el grado de satisfacción con la vida escolar y finalmente con la calidad de la educación (p. 25).

      Según Arón y Milicic (2004), hay climas sociales positivos y negativos. Los climas positivos favorecen el aprendizaje de los estudiantes y el desempeño profesional de los docentes y comprenden factores como “un ambiente físico apropiado, actividades variadas y entretenidas,

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