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Photoshop nos permitirá equilibrar la escena; podremos contrastar y dramatizar el cielo para que los rayos de luz se hagan evidentes, y aclarar levemente las zonas oscuras, consiguiendo que el resto del paisaje quede bien expuesto.

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      Con este procesado, el cielo cobra protagonismo y la “Ciudad de la Luz” brilla como se merece.

      Gracias a los ajustes realizados con el programa, nos transportamos al momento en el que tomamos la fotografía, viendo prácticamente la misma escena que contemplaron nuestros ojos y que la cámara no fue capaz de capturar.

      •Estamos realizando una fotografía al anochecer en una calle de Tokio, en la que se produce mucho contraste entre las luces de la ciudad, los carteles publicitarios, los neones y la luz ambiente. La diferencia de luminosidad es tan fuerte que, aunque expongamos correctamente la imagen en general, la cámara no es capaz de captar detalle en las luces más brillantes, que aparecen como manchas blancas en la fotografía. Si somos conscientes de las posibilidades que ofrece Photoshop, dispararemos dos o más tomas con distinta exposición para mezclarlas posteriormente, con el fin de evitar luces sobreexpuestas y sin información, al tiempo que conseguimos detalle en las partes oscuras de la imagen.

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      Gracias al retoque conseguimos una fotografía con una iluminación equilibrada.

      •Nos hallamos en una pintoresca calle de Milán, esperando pacientemente para tomar una fotografía; pero, en el momento en el que disparamos, aparece un grupo de personas que se cuelan en nuestro encuadre. Si realizamos dos o más tomas, tendremos la posibilidad de arreglarlo posteriormente con el programa, porque, lo que no tengamos en una de las imágenes lo podremos extraer de otra.

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      Eliminamos a los sujetos de la izquierda para obtener una fotografía limpia.

      Recuerdo muy bien ese día; la luz del sol brillaba por la tarde produciendo escenas llamativas entre luces y sombras. Me propuse fotografiar una calle para captar ese contraste, pero necesitaba mostrar algo o alguien en la foto que llamara la atención. Le dije a mi pareja que esperara un momento; se trataba de una calle muy transitada y resultaba complicado realizar una fotografía limpia y libre de elementos que produjeran distracciones. Apareció una mujer con un paraguas para protegerse del sol que me pareció peculiar, pero cuando iba a disparar una persona se puso delante y no pude realizar la fotografía. Permanecí en el mismo sitio a pesar de que mi pareja empezaba a ponerse nerviosa. Vislumbré a mi derecha a alguien montado en una bicicleta que podía resultar llamativo a contraluz, pero justo en el momento del disparo unos chicos aparecieron en la parte izquierda del encuadre. Estaba dispuesto a seguir esperando hasta que observé la mirada amenazante de mi compañera, hice dos o tres fotos más y abandoné el lugar disgustado y convencido de que no había alcanzado mi propósito. Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que, al haber realizado varias fotografías, pude solucionar el problema, obteniendo un resultado más que aceptable y sin errores. Había conseguido mi objetivo inicial.

      En ese instante aprendí dos cosas: que es imprescindible ser consciente de la existencia de Photoshop, y que es mejor viajar solo cuando vas a hacer fotos; si no, corres el riesgo de quedarte sin pareja y sin foto.

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      Indiana Jones y la última cruzada Petra (Jordania)

      CAPÍTULO 2

      Lo fundamental

       AL FINALIZAR ESTE CAPÍTULO, HABRÁS APRENDIDO:

      •Qué modificaciones y mejoras requieren tus fotografías

      •Algunos errores típicos de procesado que debemos evitar

      •Cuáles son los diferentes formatos de archivo y cómo utilizarlos

      •El concepto de histograma, cómo interpretarlo y el porqué de su importancia

      Siempre he sentido fascinación por todo lo relacionado con el mundo del cine. Recuerdo cómo mis padres me llevaban a ver una película cada fin de semana y las largas colas que esperábamos para conseguir las entradas. Cuando comenzaba la cinta, los nervios se convertían en emoción y disfrutaba como si yo mismo fuera el protagonista; ir al cine siempre se convertía en una ocasión muy especial. Con la llegada de la adolescencia, me fui a vivir temporalmente a casa de mi tía. Ella trabajaba como maquilladora de artistas, amaba el cine tanto como yo y me recomendaba películas de su colección de VHS para disfrutarlas en su ausencia. Me pasaba tardes enteras viéndolas hasta que regresaba del trabajo. Encontré verdaderas joyas: Con faldas y a lo loco, Casablanca, Ser o no ser, Con la muerte en los talones, El sueño eterno, por citar algunas. También descubrí directores, actores y actrices como Alfred Hitchcock, Ernst Lubistch, Billy Wilder, Cary Grant, Humphrey Bogart o Audrey Hepburn. Mi tía me explicaba con detalle cómo hacia su trabajo y lo importante que era un buen maquillaje para que, tanto actores como actrices brillaran con luz propia en el escenario.

      “El maquillaje es un arte”, decía, “se debe aprender poco a poco, requiere paciencia y práctica. Es preciso emplear mucho tiempo y esfuerzo para alcanzar un nivel profesional y conseguir el mejor resultado, que es aquel que no se nota”. Recuerdo aquellos momentos con nostalgia; sin duda aprendí mucho de las conversaciones con mi tía. De hecho, recurro con frecuencia a la técnica del maquillaje cuando enseño el retoque fotográfico, estableciendo un paralelismo entre ambos procesos.

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      Un mal maquillaje se nota.

      Para alcanzar un maquillaje perfecto podemos establecer tres fases.

      La primera consiste en limpiar la piel; a continuación, se puede emplear una crema exfoliante con el fin de controlar la grasa y separar las células muertas y, por último, se aplica un tónico para eliminar las impurezas. Se trata de limpiar y preparar la piel para trabajar con ella. En fotografía, desarrollamos un proceso similar con el programa Adobe Bridge, eliminando o descartando las fotografías fallidas para seleccionar a posteriori, aquellas imágenes con las que queremos trabajar.

      La segunda empieza con la hidratación de la piel para protegerla y que parezca más luminosa; seguidamente se aplica la base de maquillaje que iguala y equilibra la cara, de manera que quede lista para trabajar por zonas. En otras palabras, se crea una capa base sobre la que después se aplicará el maquillaje. Este procedimiento en fotografía es similar al que realizamos con Adobe Camera Raw, consistente en revelar la fotografía para crear una base correcta y protegida que nos permita trabajar por zonas.

      En la tercera fase se trabajan las distintas partes de la cara, se intensifica la mirada con la sombra de ojos y el eyeliner, se alargan y definen las pestañas con el rímel, se añade color y brillo a los labios con la barra de labios y el gloss, se utiliza colorete para las mejillas, etc. Esta tarea realizada por zonas, es equiparable a la labor de retoque que efectuamos con Adobe Photoshop. A partir de la capa base que obtenemos en la segunda fase, trabajamos la fotografía por zonas independientes y aplicamos cambios en las partes donde sea necesario.

      Al igual que en el maquillaje, la división de nuestro trabajo en etapas y el uso apropiado de cada programa, será imprescindible para lograr un acabado profesional y alcanzar el objetivo deseado.

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