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      Mujer de la tribu akha Kengtung (Birmania)

      CAPÍTULO 1

      Introducción

      Con la llegada de la era digital nos hemos convertido en parte activa de cada una de las fases que componen el proceso fotográfico, desde la propia toma fotográfica, hasta el revelado y retoque de nuestras imágenes. No obstante, esta gran ventaja conlleva un aprendizaje que, en ocasiones, puede resultar complicado.

      En esta obra pongo a disposición del lector mi experiencia como docente, para dar respuesta a las principales dudas e inquietudes planteadas por mis alumnos, que coinciden con las preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez.

      Se trata de establecer un flujo de trabajo eficaz, con el fin de comprender los conceptos y las herramientas que tenemos a nuestro alcance, y dar el paso definitivo en la consecución de un trabajo profesional.

      El retoque fotográfico es la técnica que permite, a partir de una imagen original, obtener una fotografía de mayor calidad, una instantánea modificada a partir de otra, una imagen más realista o algo completamente distinto a la fotografía original. El retoque es inherente a la creación de la fotografía, dado que desde sus orígenes se realizaban múltiples disparos para crear efectos fantasmales o humorísticos, o incluso, dobles exposiciones para controlar las diferencias de luminosidad entre cielo y tierra.

      En la segunda mitad del siglo XIX surge la idea de modificar las imágenes e incluso crear escenarios o efectos para acercar la fotografía al arte, y alejarla de la idea de mero proceso mecánico, dando lugar a la fotografía academicista. Los principales precursores de este movimiento fueron Oscar Gustav Rejlander, con su obra Los dos caminos de la vida (1857) realizada mediante la combinación de 32 negativos, y Henry Peach Robinson, con su célebre composición Los últimos instantes (1858) en la que con, al menos, 4 negativos dio lugar a uno de los primeros fotomontajes de la historia. En esa época, Robinson se vio inmerso en numerosas polémicas por sus intentos de elevar la fotografía a la categoría de arte, y por dar validez a una fotocomposición realizada a partir de varios negativos.

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      Los últimos instantes, de Henry Peach Robinson.

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      El mismo escenario e idéntico cuerpo para dos políticos antagónicos.

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      La aplicación del retoque fotográfico y del fotomontaje se extendió a usos propagandísticos, también políticos. Algunos ejemplos destacables son las numerosas fotografías del régimen de Stalin y Lenin en las que se quitaban o ponían personajes según sus intereses, las conocidas fotografías trucadas de Hitler y Franco en Hendaya, o el famoso retrato del presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln con el cuerpo del político esclavista John Calhoun.

      Además, el uso del cuarto oscuro permitía corregir errores de exposición durante el revelado y la utilización de diversas técnicas de retoque durante el positivado. Dos de las más habituales eran el retoque de imperfecciones pintando directamente sobre el negativo y los tapados, realizados con las propias manos, o con plantillas confeccionadas a medida para controlar la exposición por zonas.

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      En esta fotografía del genial Cartier-Bresson, capturado por Bob Henriques durante la marcha de Martin Luther King en Washington, podemos observar cómo se ha realizado un retoque utilizando tapados durante el positivado.

      Los avances tecnológicos y la fotografía digital han permitido situar el retoque fotográfico al alcance de todos. Muchas de las fotos que se realizan con un móvil o una cámara se retocan para dar un toque personal, conseguir imágenes de calidad o alcanzar resultados profesionales con la utilización de técnicas específicas para cada tipo de fotografía, ya sea publicitaria, de moda, de paisaje, decoración, etc.

      Todavía hoy, como en la época de Rejlander y Robinson, surge el debate respecto a la validez de una fotografía manipulada frente a opiniones más clásicas y puristas que rechazan cualquier tipo de intervención en la imagen. Ante esta controversia siempre hago la misma pregunta: “¿qué mayor distorsión de la realidad existe que una fotografía en blanco y negro?”

      En nuestro proceso fotográfico vamos a utilizar tres programas fundamentales: Adobe Bridge, Adobe Camera Raw y Adobe Photoshop. Los dos primeros son relativamente sencillos, fáciles de usar y comprender, porque las acciones que podemos llevar a cabo con ellos están bastante acotadas y no suponen gran dificultad de aprendizaje. Sin embargo, Photoshop es un programa muy amplio, con multitud de opciones, filtros y herramientas que utilizan diseñadores gráficos, fotógrafos, diseñadores web o retocadores, para crear logotipos, retocar fotografías, construir páginas web o hacer fotomontajes. Nuestro propósito como fotógrafos es conocer las posibilidades y opciones que nos ofrece Photoshop para desarrollar las tareas específicas que requieran nuestras imágenes, entendiendo qué estamos haciendo en cada momento, por qué y para qué lo hacemos, y cuáles son las herramientas más adecuadas para ello.

      En ocasiones, determinados alumnos que acuden a mis clases, utilizan el programa de manera instintiva e incorrecta y cometen errores de base. La mayoría de las veces, sucede porque no lo comprenden, han aprendido de forma autodidacta o se han limitado a buscar en internet para resolver problemas concretos. Pierden mucho tiempo realizando arreglos que se podrían resolver rápidamente, o se equivocan cuando tienen que hacer algo parecido, pero no exacto, a lo que han visto en un tutorial o vídeo. Además, es habitual que la misma acción se pueda realizar con herramientas diferentes o con la misma herramienta, pero usando distintas opciones, lo que puede llevar a confusión. Si somos capaces de conocer y seleccionar la alternativa adecuada en cada momento, ahorraremos tiempo y conseguiremos un resultado profesional.

      Se trata de utilizar cada programa convenientemente, construir una base sólida y alcanzar el conocimiento suficiente para profundizar todavía más en cada uno de ellos sin miedo a equivocarnos. De este modo evitaremos que el programa nos domine y seremos nosotros lo que tengamos el control sobre él.

      Una vez empecemos a retocar nuestras fotografías, nos enfrentaremos a escenarios muy variados: corrección de fallos, cambios de color, contraste, ajustes de luminosidad, eliminación de manchas, etc. Siempre he considerado que “todo es posible con Photoshop”, que podemos resolver prácticamente cualquier dificultad que se presente, porque el software posee las herramientas necesarias para solventar la mayoría de situaciones. Tan solo debemos cumplir dos premisas: por un lado, ser conscientes de la existencia del programa a la hora de realizar nuestras fotografías y, por el otro, tener presente que el retoque es una parte más del proceso fotográfico.

      Como buenos fotógrafos, debemos conocer de antemano el resultado que queremos obtener al hacer una fotografía y si, además, sabemos manejar las herramientas disponibles, habremos obtenido una gran ventaja a la hora de enfrentarnos al retoque.

      Pongamos algunos ejemplos:

      •Nos encontramos fotografiando la ciudad de París desde la Torre Montparnasse, justo en el instante en el que los rayos del sol se cuelan entre las nubes, produciendo una gran diferencia de luminosidad entre el cielo y la tierra. El ojo humano es capaz de adaptarse a esta situación, igualando este contraste y percibiendo detalle en ambas zonas; sin embargo, la cámara no puede compensar esa enorme diferencia entre las luces y las sombras, por lo que obtendremos una fotografía con un cielo muy claro y la tierra oscura. En casos como este, debemos realizar la exposición exacta para no sobreexponer

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